viernes, 29 de noviembre de 2013

Una vela a Dios, otra vela al Diablo.

       Todos estamos viendo que el próximo gobierno de Vázquez parece ser la suma exacta de todo lo que no debió haber ocurrido durante su gestión. Una vela a Dios, otra vela al Diablo y como un gran encantador de serpientes, porque él lo dice, así tiene que ser, aunque no se entienda bien la razón de esas contradicciones tan, pero tan grandes.
       Un Ministro de Relaciones Exteriores, como Reynaldo Gargano, ¿qué hacía allí? Le llegó incluso a faltar el respeto delante de todo el mundo y sin embargo, no fue capaz de removerlo. Una cosa como José Díaz, verdadero inepto y cínico, todo junto a la vez, ¿tuvo que esperar al estropicio para recién entonces removerlo, cuando el mismo José Díaz salió reconociendo por televisión que él no se sentía capaz para ejercer ese cargo?
       Se pensaba en aquel entonces, a partir de ciertas declaraciones de Lourier que el del Frente era un gobierno en disputa y por ende, había que ser comprensivo de las contradicciones tan fuertes que tenía en su gestión. Era la primera gestión frentista, “había que darles tiempo” decían, y como papagayos repetían por todos los rincones del país: “la herencia maldita no se termina en un día” y cosas así.
       Eran seres impolutos moralmente que venían a redimirnos a los uruguayos de nuestras flaquezas blancas y coloradas. Estaban tocados por el Altísimo para dirigir los destinos de la República en un proceso de reconstrucción, de refundación nacional, en donde nada de lo de antes les venía bien, ni siquiera los símbolos nacionales antigüistas.
        Todo lo que el Uruguay hizo desde su nacimiento a la vida independiente, estaba mal, eran “los blancos y colorados que destruyeron el país”, decían, ignorando que al Uruguay lo hicieron y construyeron los blancos y los colorados. Bien cosa de gente que operó toda la vida como si fueran habitantes aéreos en nuestro país.
       Parecían sacados del principismo, pero a diferencia de aquellos hombres que eran, como bien los definió Real de Azúa, trotskistas del liberalismo, estos eran estalinianos de la social democracia.
       Los principistas al final se integraron a los partidos tradicionales y desde allí, no desde el rincón de las arañas del mundillo académico, ejercieron su acción benéfica predicando el liberalismo. Unos se hicieron blancos, otros colorados, otros se fueron del país y lo defendieron en momentos difíciles al Uruguay, como fue el caso de Agustín de Vedia y otros fueron incomprendidos y expulsados del partido en que estaban, y todo ese proceso, con sus idas y venidas, hace a la riqueza que los partidos tradicionales tuvieron en el proceso que llevo a la civilidad del Uruguay y su entrada en la época moderna.
       En aquel entonces había un disociamiento jurídico en el Uruguay; mientras en la campaña regía el Derecho Virreinal, el parlamento legislaba sujeto a rigurosa doctrina francesa, como explicaba Pivel Devoto. La tarea de los principistas no podía ser llevada a cabo por ellos solos, porque exigía el empalme que sólo los caudillos tradicionales locales podían darle.
       Todo eso a Vázquez y su elenco le molesta profundamente, los saca de quicio, lo que está indicando el talante moral de carácter iliberal que representan.
       ¡Por qué ese desprecio a los blancos y los colorados si son quienes hicieron al país y supieron integrar incluso tendencias nada caudillistas, “doctores”, que al final terminan siendo los gestores del Uruguay moderno! No cabe en una cabeza cuerda criticar a los que hicieron el país, como si el Uruguay lo hubiera construido el partido socialista y luego los blancos y los colorados vinieran a destruirlo. Es una lógica tan demencial, como alterada esquizofrénicamente.
       Con esa retórica interna para consumo de tiquis miti y cacatúa  de comité de base frentista, sale por el mundo a vanagloriarse del prestigio internacional que el Uruguay tenía en ese momento y a vestirse con los méritos ajenos de aquellos a quienes al venir acá desprecia y critica, un día si y otro también.
       No satisfecho con eso la emprende contra la gran construcción que los blancos y los colorados supieron crear, que fue la sociedad de oportunidades que el Uruguay supo darse, en donde la clase media y el acceso a la educación fueron los vehículos del progreso.
       Liquida el ahorro interno, agobia impositivamente a quien más trabaja y como un curita laico es una caja de sorpresas que dice cualquier cosa, menos de los temas de la gestión que está llevando a cabo.
       Hoy el Frente lo lleva de candidato a la Presidencia de la República otra vez y “la fuerza política” expresa claramente algo más que una disputa interna. El próximo no va a ser un gobierno en disputa, sino antes bien, un gobierno de fachada para las más feroces expropiaciones indirectas. Todos sabemos que así son las etapas que conducen a la gran involución semi feudal que el socialismo expresa.
       Están todos para lo mismo, para agobiar aún más al que trabaja, incluso a quien lo hace en dos lados –como deja claro las expresiones de Mujica-, sólo que por razones tácticas, unos al estilo del Frente Liber Seregni entienden que no es inteligente mostrar la hilacha y otros “son muy ansiosos”, como dice Mujica.

       Esperemos que el Uruguay despierte de este gran golpe en la nuca que significo el Frente Amplio sobre la conciencia general de la gente.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Rasgado está el velo y caídas las máscaras.

       Mientras Astori no entiende que quieren decir los otros con eso de “girar a la izquierda”, porque son naturalmente dice, una fuerza de izquierda, el Frente Amplio se debate en una lucha de perfiles políticos tratando de llenar diversos espacios. Estos expertos en espacio político como ven que sobran butacas a la ultra izquierda y a su vez temen que los desencantados terminen no votándolos o votando cualquier otra cosa, tienen necesidad de aparecer como de izquierda, como si, esa palabra, que nada significa en política, fuera una suerte de alfombra voladora que puede sacarlos del pantano en que cayeron con el tema de las inconstitucionalidades, PLUNA, las repeticiones en la educación, la corrupción policial y demás.
     Creen que con decir “esto es más izquierda que aquello”, quedan eximidos de rendir cuentas de las gestiones nacionales y municipales que han tenido.
    Porque son jerarcas públicos y gobiernan usando los dineros ajenos están obligados a rendir cuentas de sus actos, a responder por las cosas que hacen, a mostrar los resultados de su gestión en forma transparente, esto es, que se pueda verificar la información que brindan. Si en cambio tienen que intervenir los jueces para poder acceder a la documentación pública a la que el contribuyente tiene derecho, quiere decir que muchas cosas andan mal en el Uruguay. No contentos con eso pretenden clasificar la información que el Estado recaba como reservada, y hacer del secretismo y la discrecionalidad el motivo para que no se sepa aquello que no les conviene. Es un miedo visceral a la verdad, propio de los que tienen algo mucho más profundo que encubrir y se oponen a toda transparencia.
 Estamos pagando por una gestión que se niega a rendir cuentas de lo que hace.
     Si eso ocurre en el tema educación en donde lo adecuado ante una dificultad es buscar las formas técnicas y pedagógicas de resolverla ¡Qué no está ocurriendo en economía en donde el gobierno por todos lados quiere hacernos creer que estamos en el mejor de los mundos posibles y termina reconociendo que para bajar la inflación tiene que ir a un ajuste fiscal durísimo y eso después de la enorme presión impositiva que hemos vivido en tiempos de bonanza!
  Si con toda la voracidad fiscal con que se castiga al contribuyente, el gobierno no puede frenar la inflación que amenaza con trepar a dos dígitos. ¿Van a hacer un ajuste fiscal encima del agobio impositivo en que hoy vivimos? ¿Qué hicieron con la bonanza económica que se vivió durante estos años?
  El Frente Amplio cree que con Daniel Olesker descubrió el camino uruguayo a la revolución socialista y cada vez que no quiere rendir cuentas, ni por lo de PLUNA, la educación o fragantes inconstitucionalidades, lo usa como punta de lanza, tratando de asustar a los contribuyentes. Como diciendo a lo Cristina Kirchner: “Vamos por todo”, para terminar haciéndole una guiñada a Astori y decir “Vamos por más”.
  Cualquiera piensa que están hablando para la hinchada, pero cuando uno ve que desde el Ministerio de Economía se nos dice que para bajar la inflación van a tener que aumentar la carga tributaria, y cuando a su vez uno constata que el autodenominado sector neo desarrollista en lo único que está pensando es en poner más impuestos, como lo demuestran los post que he publicado en su momento, hay razones fundadas para pensar que el próximo gobierno del Frente Amplio desde el neo desarrollismo -verdadero aparato por fuera del Frente, al mejor estilo Vázquez-, hasta Constanza Moreira que lo dijo abiertamente, pasando por Olesker en su versión más animalezca y primitiva, como el ya comentado en otro post, documento del Partido Comunista, la va a emprender nuevamente contra la clase media, porque a los que más tienen, esto es, a quienes están ligados a la inversión extranjera, sabemos muy bien que no les van a tocar absolutamente nada.
  Al mejor estilo castrista-guevarista Olesker quiere inventar la realidad –producción incluyente y cosas así- y fabricar los sectores de la economía que no existen, liquidando a los que si ya están interviniendo. No la emprende contra el monocultivo como los cubanos de la primera fase de la revolución, sino contra la primarización. No logró entender que si el Uruguay no genera más valor agregado es porque toda la política impositiva que él defiende castiga a quien más trabaja, a quien más empleo genera.
  Defender la producción “incluyente” y estar contra la rentabilidad económica son las cosas típicas de los cubanos. Las empresas auto gestionadas son todas inviables. Es un sueño de socialismo utópico que el valor de la fuerza de trabajo pase a quien genera ese valor, como si no existiera un mercado laboral y el mercado de trabajo no estuviera también expuesto a la oferta y la demanda y peor que eso, como si el mercado laboral no fuera la base del mercado de bienes y servicios. Solo bajo esta ignorancia de lo que es el funcionamiento de las cosas se concibe que alguien pueda decir muy suelto de cuerpo “que es necesario incrementar los niveles salariales por encima de la productividad media de la economía y particularmente de la productividad media de cada rama de producción y comercio”, cuando sabe perfectamente, como buen marxista que es, que no existe salario digno, existe salario enajenado y capital. Comerle la plusvalía al empleador hasta volver irrentable cada unidad económica, esa es la consigna para una hinchada que no le pueden prometer una revolución, que no les pide cuenta del manejo fiduciario que han tenido con los dineros del contribuyente, pero si la “profundización” en algunos puntos, para seguir diciendo que son “de izquierda”.
  Lo de Olsesker es la base de lo que fue el Congreso del Frente Amplio y demuestra que todo el Frente en pleno está en una segunda fase del despropósito que vino con Vázquez a partir de 2005.
  Son las dos caras del Frente Amplio, el neo desarrollismo trasnochado y fuera de época que esconde el cuchillazo impositivo debajo del poncho y lo de Olesker, lo de Venezuela y Cuba, los que se enfrentan internamente por la imagen táctica que le dan al resto de la ciudadanía. Mientras el sector de Astori quiere disfrazar un impuestazo, los demás se sacan la careta y al estilo tupamaro de responder contestan “sí, ¡y qué, y qué, y qué!”.
     En un contexto en donde Vázquez tiene necesidad política de ponerse a la izquierda –fotografiarse con Fidel Castro, largar perdigonadas contra los ricos y cosas así- para neutralizar en la interna a Constanza Moreira, el discurso de Olesker es funcional al Congreso del Frente: En el Uruguay pagan más quienes más trabajan y ante la desaceleración de la economía que se avecina, están pensando en transferir la crisis a los mismos que castigaron en la bonanza.



  El Frente Amplio gira a la izquierda feudal, aquella que en el Medioevo veía con malos ojos al “mercachifle”, creía en “el precio justo” porque ignoraba la ley de la oferta y la demanda y condenaba a los comerciantes al ostracismo social, no bien se aproxima las elecciones internas, dando por hecho que después llegará la hora de girar al centro y dirigirse a doña María, doña Juana y don José, al estilo socialista clásico para purgar tendencias molestas, y obran así, porque no saben hacer otra cosa, es gente que si le sacan la retórica castristachavista no tiene otra vestimenta intelectual y como por ahora no hay condiciones mínimas para una cosa así en el Uruguay, profundiza su modelo feudal haciendo del ciudadano un súbdito y exigiéndole más óbolos para el monarca ¿Hay que agradecerle a Vázquez que “en esta instancia” no se chavice y los está tranquilizando? ¿Van a liquidar la producción al estilo de Maduro en Venezuela, hasta terminar comiendo con tarjeta de racionamiento como indican los dogmas del gobierno cubano? ¿Van a seguir usando a los pobres como pantalla para vaciar al estilo de lo que hicieron en P.L.U.N.A los diversos entes recaudadores del Estado? Ya convirtieron el Uruguay en una Provincia fiscal argentina y vamos camino, como en el siglo XIX a tener un puerto propio, porque Brasil puede usarlo sin pagar nada.
 Valenti protesta con justa razón, pero no por las razones que esgrime, sino porque el Congreso desnuda las intensiones del próximo gobierno, le pincha el globo a la retórica astorista y pone de manifiesto hasta la evidencia lo que aquí vengo diciendo: en lo único que están pensando es en ponerle la mano en el bolsillo a los trabajadores para mantener una clientela política a la que no se le exige contraprestación alguna, y que es la barra brava que cuando le dicen algo adverso al Frente Amplio, se arremanga para pelear al mejor estilo de la masa peronista prostituida por los Planes Trabajar.
  Estaban desesperados por dar señales que indicaran que no hay dos bloques dentro del Frente, sino tres y como las butacas a la ultra izquierda estaban vacías, con Olesker querían empezar a llenarlas. El Congreso lo que vino a hacer es a dejar vacías las butacas astoristas. Más que eso, les quitó la careta, les pinchó el globo y les obliga a decir y reconocer justamente, lo que querían omitir durante la campaña.
   Mónica Xavier se da cuenta que el gobierno ahora queda encorsetado, porque no le van a pedir a Vázquez algo extemporáneo, le van a exigir simplemente que se ajuste al programa de la coalición. Vázquez va a hacer lo que quiere y busca presentarse como impredecible, cuando en realidad lo que el Congreso hizo fue desnudar la política que se viene con la factibilidad de un triunfo frentista. Vázquez está en eso, solo que se da cuenta que no es inteligente, ni estratégico demostrarlo abiertamente después de haber sido él, el padre de la criatura impositiva que hoy sufrimos.
   El que habla claro es Lescano: a eso va, dice “con la audacia de seguir avanzando”, pero no quiere “dar el paso en falso” de marcar bobera, durante la campaña electoral, deschavando la medicina de caballo en economía que tienen pensado aplicar, no bien Brasil vaya a un ajuste monetario. Es lo de siempre, gobernar con la paloma y la serpiente.



martes, 19 de noviembre de 2013

El fiel de la República.

       En las próximas elecciones se juegan dos modelos de país. Por un lado el país continuista, el país que no quiere cambios, que lo único que aspira es a castigar a quien más trabaja, el país del acomodo internista en donde si la inmoralidad más inconcebible viene de “un compañero” vale todo, pero si la recriminación crítica viene del otro sector, que no es el de ellos, lo único que se saben hacer es descalificar políticamente al adversario, y si viene de la Suprema Corte de Justicia, se dan el lujo de despotricar contra la separación de poderes, el país de un vejestorio que lo único que sabe decir es “lo viví, lo viví, lo viví”, aunque lo único que en verdad haya vivido, fue la patada enorme que en su momento le dieron.
       El país que no sabe qué hacer ante el robo y el delito y sólo le interesa el derecho humano de 116 personas de hace cuarenta años atrás, porque tú derecho humano, para estudiar, trabajar y salir a flote en la vida, les importa muy poco.
       El país de aquellos que mientras Argentina más lo ataca al Uruguay, más contentos se ponen, y más le conceden cosas hasta el punto de dejar a muchísima gente sin trabajo.
       Un país signado por gente resignada, apocada, que les acepta todo. Un país de cuarta, una nebulosa; la Provincia Argentina que Brasil precisa para negociar con el peronismo.
       El país de los mediocres y los borrachos, gente que cuando le hacen ver algo dice “tengo que hablarlo con el partido”, “necesito un informe de Central”, porque de su cabeza, no sale una sola idea propia y personal.
       El país del bichicome mental, que cuando engorda hasta niveles inconcebibles, te sale diciendo que como te dice esto, te dice lo otro, como si la palabra no valiera nada en la vida. Engordan, pero no crecen.
       El país de un sindicalismo enriquecido y corrupto que lo único que sabe decir es “A la huelga”, aunque después no le vaya nadie.
       Ese país te va a obligar a trabajar en dos lados y te va a cobrar en impuestos hasta el aire que respiras y todo eso, para darle derechos al mismo que al salir de tu trabajo te roba, te asalta y te veja.
       Ese modelo de país, continuista, oficialista, a lo único que te puede conducir es a tu esclavitud, tu degradación y tu descomposición como persona humana.
       Por el otro lado está el modelo que plantea el Partido Nacional.
Un país basado en la educación al mejor estilo de la gente que lo quiso al Uruguay, como Finlandia, que vino al Uruguay y apostó a nuestra gente. Finlandia se jugó por nosotros ante la prepotencia argentina y como mínimo tenemos el deber moral de aprender un poquito de ellos, básicamente en educación, que es donde han alcanzado los niveles mejores de Europa.
       Un país abierto al mundo, fundamentalmente a la Alianza del Pacífico, porque allí están los que realmente han combatido la pobreza.
       Un país ético, basado en la familia como la unidad básica de la sociedad.
       Un país que le devuelva al Uruguay el respeto y la autoridad a quienes realmente la tienen. En donde “quemarse las pestañas” estudiando, signifique algo en la vida.
       Una sociedad de oportunidades, en donde el Uruguay, pueda mirar al futuro con optimismo, aunque las condicionantes sean duras, porque tiene en su gente el capital humano, técnicamente preparado para más en la vida.
       Un país en donde todos podamos participar, opinar y decidir en los asuntos públicos. Un país a la medida de lo que los uruguayos queremos.

       Probablemente te resulte difícil entender esto, pero hoy por hoy, aquí y ahora, solo el Partido Nacional es el fiel de la República.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Chile: Entre la “amarga victoria” y la “dulce derrota”

        “Sí, se puede”, dice Evelyn Matthei, contenta por haber podido pasar a la segunda vuelta, pero hay un hecho en la historia universal de los ballottages, y es que cuando la diferencia entre los contendientes sobrepasa el 5 por ciento, el que va primero es quien tiene todas las chances de ganar.
        Acá la diferencia es de un 22 por ciento. Lo que indica que las cartas ya están echadas. Si Bachelet no ganó por amplia mayoría absoluta es porque de los ocho postulantes a La Moneda, seis tienen un discurso político coincidente con el suyo. Lo cual, sea cual sea el resultado, no deja de ser preocupante, porque cumpla o no con sus promesas Bachelet nunca dejará contentos ni a tirios ni troyanos y menos a tirios de izquierda con tirios más a la izquierda. Amén del hecho de que cuatro años no es tiempo suficiente para tantos ambiciosos proyectos de cambio, en donde la reforma constitucional parece ser el más suave de todos, Nueva Mayoría alcanzaría el umbral para aprobar leyes simples y de quórum limitado, pero no podría modificar leyes orgánicas constitucionales, ni reformar la Carta Magna.



        Si bien los comicios fueron pacíficos, hubo un hecho que puede ser indicador del futuro de Chile y fue en la tarde, cuando una veintena de estudiantes ocuparon por unas dos horas el comando de Bachelet, que se encontraba semivacío. Los estudiantes reafirmaron sus demandas por una educación pública, gratuita y de calidad y advirtieron que seguirán protestando el próximo año, tal como en 2011, cuando irrumpieron en las calles con multitudinarias protestas. Todo un aviso de los desafíos que le esperan a Bachelet, que parece ser rehén de ellos. Hay que ver como entre promesas incumplidas y memorias frágiles, logra domesticar ahora la furia callejera y eso en el marco de un escenario más amplio signado por una baja en la proyección de crecimiento (sólo alcanzaría el 4% en 2014), una segura estrechez fiscal y la desconfianza del empresariado ante los alcances de la reforma tributaria. Así como Evelyn Mattthei tuvo que jugar en “la cancha de la izquierda” es ahora Michelle Bachelet quien debe jugar “en la cancha de la ultra izquierda” y los estudiantes se lo están reclamando.
        No puede, por tanto extrañar que los grandes triunfadores de esta elección sean Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, los estudiantes que lograron un lugar en el Parlamento. Lo que está expresando que detrás de la agitación estudiantil, lo que verdaderamente existió desde el comienzo es la pura ambición electoral.











        En la Florida, la ex presidenta de la FECH, Camila Vallejo, obtuvo un 43,68%, lo que le asegura un cupo en la Cámara de Diputados, junto a Karol Cariola con un 39,7%, ambos representando al Partido Comunista, que al parecer le dio muy buen resultado la coalición. Es evidente que el aislamiento lo vino dañando durante todo este período y expresarse como partido indirecto lo favorece. Esta vez logró duplicar el tamaño de su bancada. Junto a ellos por el movimiento político Revolución Democrática el ex presidente de la FEUC Giorgio Jackson, en Santiago, obtiene un 48.14%. Nace la bancada estudiantil.
        Para llegar a eso movieron cielo y tierra hasta el último rincón del país. No falta quien diga que la lucha paga, paga cargos parlamentarios, por los cuales ahora el Partido Comunista Chileno en vez de tres diputados, tiene seis y el haber duplicado la bancada es todo un logro de estudiantes enfurecidos y usados como carne de cañón, que ahora exigen que se cumplan con las promesas.




        Lo que alcanzó Chile en estos últimos 25 años ahora parece que lo va a perder. Las caras del descontento, de la indignación, de aquellos que pusieron en jaque el gobierno de Piñera son los verdaderos ganadores hoy día. Hay que tener en cuenta que este triunfo de Bachelet se enmarca en la más baja participación electoral desde el retorno a la democracia (6,7 millones de votantes para un padrón de 13,5 millones), lo que significa que hay un sector de opinión inflado por un enorme voluntarismo bajo la más absoluta indiferencia del resto de la población. El abstencionismo alcanzó al 44% de la gente. El escepticismo y la desesperanza fueron los dos jugadores ocultos de la jornada.
        En materia económica, Chile con Piñera creció a un promedio del 5,5% anual; la inflación se contuvo y está por debajo del 3%, y el desempleo bajó del 9,6 a sólo 6%. Pero el gran problema de Piñera es que falló en hacerles ver a los chilenos que esos logros fueron el resultado, en parte, de su capacidad de gestionar los recursos públicos, de sus acciones políticas, de su determinación al negociar ley por ley buscando el equilibrio de sectores que no coincidían en nada. No supo demostrar que si hay abundantes reservas en el Banco Central no es solo, pura y exclusivamente, por obra y gracia de la Providencia.
        Más allá de su falta de carisma y empatía con la gente, de sus metidas de pata, los analistas coinciden en que Piñera hizo un buen gobierno, pero fue un mal líder
        Aquí se puede mirar lo del vaso medio lleno y medio vacío. Por un lado solo una fe religiosa puede creer que Evelyn Matthei puede triunfar y por el otro, no ver que el casi triunfo de Bachelet le pone un freno al voluntarismo arrasador con que se ha venido presentando, es infantil. A Bachelet el ballotage le complica la vida porque se ve obligada a fundamentar sus planteos, que fue precisamente lo que no quiso hacer, al negarse a discutir durante la campaña. La emotividad de los que oyen lo que quieren oír es típica del sector que la vota.
        Para Nené Cascallar el amor tenía cara de mujer. En Chile el fin de un ciclo, entre la “amarga victoria” y la “dulce derrota” tienen cara de mujer. Es todo un logro del feminismo, son ahora 7 mujeres en vez de 5, las que ocupan cargos Parlamentarios.





viernes, 15 de noviembre de 2013

La contra ofensiva del partido socialista uruguayo.

       Una cosa que a mi desde hace mucho tiempo me ha venido llamando la atención y que ya he comentado en este blogger, es la manera de auto identificarse ideológicamente que se ha venido dando en el Uruguay desde comienzos del siglo XX.
       Desde el batllismo del 900’ cantando la Marsellesa en los clubes políticos partidarios y diciendo, muy sueltos de cuerpos, que “para cada hombre libre existen dos patrias, la suya y Francia”, hasta llegar incluso al hecho de vivir el asesinato del “Gran Jaúres” en Francia, como si hubiera ocurrido en nuestro país, -el Uruguay para el batllismo primigenio era un afluente más del Sena-  pasando por la mecánica neo batllista según la cual el único progresista es el industrial, no importa si esas industrias son viables o no, hasta llegar a esta izquierda que hizo de la Revolución Rusa una continuación de la Revolución Francesa y de la cubana una síntesis, al parecer perfecta, en el Uruguay se da un hecho. El hombre de izquierda, todos los viernes, matemáticamente da clases, como un maestrito rural, explicando minuciosamente qué es ser izquierdista y qué no es serlo. “Izquierdista es, dos puntos” y empieza una verborrea mejor pensada, que aquella de antes: “revolucionario es, dos puntos” al estilo leninista, según el cual el único marxista auténtico era él y todos los demás “reformistas”.
       No dicen como antes “la burguesía, la oligarquía, la rosca”, ahora engloban en “la derecha” la misma tipificación y caracterización de otrora.
       Era Ortega y Gasset quien sostenía que “izquierda y derecha son dos maneras de ponerle un rótulo a la estupidez humana”, pero no sería ese el tema que me ocupa.
       Cuando a mi me preguntan que entiendo por “izquierda” digo: “Entiendo por izquierda eso que el taxi metrista, el mozo de bar, el canillita, doña Juana, don José y doña María,  consideran que es  izquierda.”. No importa si es izquierda o falsa izquierda, lo que interesa es lo que ellos así, visualizan como tal.
       El partido socialista es un partido subversivo y liberticida y hasta que no se sacaron a Emilio Frugoni de encima, no estuvieron tranquilos. Son la “escuelita” del crimen, por donde pasó todo: partido comunista, tupamaros y tendencias sin importancia que existen en esa sopa de siglas que es el Frente Amplio.
       A nivel internacional es una caja de sorpresas, puede salir de allí un Miterrand o un Allende, un Mussolini o un Felipe González.
       Siempre están más allá del bien y del mal. Nunca son responsables de nada. La crisis del socialismo real, al parecer no les dijo nada, porque como las cosas no se hicieron como quería Rosa Luxemburgo, entonces todo aquello fracasó. Si esta buenísima mujer hubiera tenido éxito, todo hubiera salido a las mil maravillas.
       Ahora vivimos una contra ofensiva de dicho partido que trata de posicionarse después del ninguneo que el MPP y los tupamaros le hicieron por haberlos excluido, cuando Vázquez era gobierno.
       Le están diciendo a todo el mundo que hay una conspiración aviesa por parte de una mítica “derecha” que por todos los rincones quiere morder con furia a gente tan buena y santa.
       El uruguayo no se auto identifica como de “derecha”, incluso la derecha verdadera por lo general no se siente cómoda con dicha definición. En cambio el hombre de izquierda hace gala de serlo. Ese es el tema de campaña del partido socialista uruguayo.
       Para posicionarse nuevamente y hegemonizar primero el Frente, luego la sociedad, tiene que inventar enemigos de paja y ponerse de víctima. Venimos a enterarnos, por parte de Yerú Pariñas, que la Suprema Corte de Justicia es un instrumento de “la derecha”, una cosa tan absurda que no cabe en una cabeza sana, cuando todos sabemos que los jueces, si algo los ha caracterizado es la blandura que han tenido ante el robo, el delito y la delincuencia. Si la Suprema Corte de Justicia les falla en contra es porque la desprolijidad para legislar llega a niveles inconcebibles y eso solamente aflora en los casos más gruesos.
       Ellos son criaturas perfectas hagan lo que se les ocurra. Toda objeción, si no es interna, internista o intestina, no sirve, es la derecha, “el enemigo de clase”. No llegan al despropósito de un Fidel Castro diciendo a cada rato: “¡Cuánto te paga el imperialismo!”, hasta que alguien tuvo el coraje de decirle en la cara a Castro, “¡¡¡A mí nadie me paga nada!!!” ante todo el G2 cubano en pleno que no podía meterlo preso, porque estaban en otro país. Pero buscan un discurso conspirativo y mentiroso como el de Gargano en donde resulta que “la derecha” así en abstracto, sin especificar quién concretamente, le hacía la vida imposible, mientras destruía la Cancillería y votaba lo que se le daba la real gana en las Naciones Unidas, sin rendir cuentas a nadie y ante las preguntas al respecto contestaba: “No es este el ámbito para discutir esas cosas”. El Uruguay fue puesto en el lugar de un estado terrorista, por culpa del partido socialista uruguayo.
       Ahora quieren re posicionarse en el escenario interno del Frente Amplio con el argumento de que “la derecha” abstracta les hace la vida imposible, entendiendo por tal a la mismísima Suprema Corte de Justicia.
       No sé, a esta altura qué puede pasar en estas elecciones, pero para compartir ese discurso, si algo está claro es que hay que ser un lisiado moral.

"Soy impune, impune yo soy"

    "Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."
        Ayn Rand, La rebelión de Atlas


       De lo que vengo expresando en este blogger, si algo va quedando suficientemente claro hasta ahora es la justeza de lo que afirmo. Todo parece confirmar que mi análisis es exacto.
       Era Quevedo el que decía: “Es la verdad tan amarga, que hay que echarla de la boca y si al alma su hiel toca, esconderla es necedad.”.
       Hay gente acá que cree que está por encima del bien y del mal, están a favor de todos y contra todos, gobiernan y viven con la impunidad que da hoy ser del Frente Amplio, creen que son un género de humanidad tan distinta, impoluta y perfecta que se dan el lujo de mirar a todo el resto de la sociedad como si los otros fueran ciudadanos de segunda categoría.
       Las barbaridades que han hecho, de la liberación de los presos con José Díaz, el desprestigio internacional con Gargano, la destrucción de la clase media y el ahorro interno, el vaciamiento a cara de perro y con total desparpajo de la Intendencia de Montevideo, que se la dieron en el 90’ con superávit y que luego de convertirse en la más voraz impositivamente está hoy al borde de una virtual cesación de pagos, la destrucción de Pluna, eso al parecer es algo que ya pasó, y como nene chico que rompe un vaso, contestan “ya fue”. Eso sí, se comportan como los jueces del juicio final a la hora de exigirle al contribuyente que pague. El que paga impuestos como si su sueldo fuera una renta, no tiene derecho a nada, tiene que pagar y seguir pagando mientras van destruyendo al Uruguay. En el resto del mundo existe el derecho que el estado tiene a recaudar y el condigno derecho del contribuyente a exigir que se rinda cuenta con lo que se hace de su dinero. En el Uruguay no existe el derecho del contribuyente, ni la figura jurídica de enriquecimiento ilícito.
       No dejaron títere sin cabeza. Donde existe caja, ya sea por los Casinos Municipales o ente recaudador metieron no la mano en la lata, sino la pata en la lata, como lo vienen a confirmar los seis fallos de inconstitucionalidad con que carga este gobierno, en un manejo que quiere ser discrecional y está a la vista y paciencia de todo el mundo. La Justicia del Crimen organizado trabaja como nunca a todo tren, mientras las cosas que se dicen los jerarcas del gobierno sobre cheques sin fondo y desvíos de fondos no tienen desperdicio.
       Estamos hablando de gente que se pasó la vida interpelando ministros por la más insignificante cosa, en la época en donde ser ministro era un cargo de honor y la sola interpelación ya ponía en cuestión la honorabilidad del jerarca. Hoy, cuando son gobierno o desgobierno, para ser más exactos, ante hechos graves salen como papagayos a gritar como en el caso de Mónica Xavier: “Dejen gobernar”, queriendo decir en realidad “Dejen robar, no molesten”.
           Forman un todo coherente, porque en ellos cada cosa es una venganza contra alguien. Así por ejemplo, la ley del concubinato, le da más derechos a la concubina que a la mujer casada, con el agravante que la pensión a la mujer casada tiene plazo de vencimiento, la de la concubina no, y que cualquier mujer que conozca a un hombre con propiedades, puede falsificar la documentación de que vivieron juntos y entablar un juicio. Esto, que no cabe en ninguna cabeza cuerda es perfectamente entendible si se observa el tipo de gente que estuvo legislando el estropicio: son todas lesbianas y drogadictas con un odio fisiológico al hombre y la mujer media.
           Lo mismo en el tema de las ocupaciones de fábrica o de vivienda, hay que apelar a métodos non sanctos para quitarlos, porque legalmente las cosas están invertidas y el propietario tiene que demostrar todo mientras el ocupante hace lo que quiere y cuando la justicia falla a favor del propietario, recibe la casa destruida en términos absolutos. Es la forma que toma el socialismo a la uruguaya y que consiste en buen romance en atomizar al hombre que trabaja o tiene propiedad y responsabilidades con una normativa impracticable, mientras delante de su nariz ocurren las cosas más desopilantes.
           Le decía a un taximetrista que se sentía medio cohibido para criticar al Frente Amplio: “Fíjese esto solo. Usted para ser taximetrista tiene que salvar una serie de pruebas exigentes que demuestren fehacientemente que además de manejar con reflejos adecuados, conoce la normativa del tránsito y las calles al dedillo. Si ese carrito colector que está allí llega a romperle el espejo retrovisor, ¿a usted quien lo ampara? No se le ocurre pensar que es una bofetada en la cara pensada para amansar y ablandar la sana indignación del que tiene responsabilidades como usted, que por otra parte lo están asfixiando a impuestos y no tiene derecho a nada”.
           Está claro que aquí no hay error. Es lo de Castro y Chávez y  radica en ir degradando las condiciones de vida, mientras se castiga al hombre que trabaja, produce y tiene propiedad, porque son “la servidumbre de la vieja burguesía”. Llevan en su ADN un rechazo muy grande no solo a las “formalidades burguesas”, sino al tipo de hombre que caracterizó el Uruguay.
           Aquí no hay un “nos equivocamos aquella vez y ya fue”. Aquí hay una política premeditada de destrucción del Uruguay, en gente que vive en la impunidad que les da ser del Frente. Cuando cantan “soy del Frente, del Frente yo soy” están diciendo “Soy impune, impune yo soy”. El nivel de desparpajo se lo puede observar se lo mire por donde sea. Así por ejemplo, en la elección interna que realizó el mes pasado Alianza Progresista, para definir en el 2015 su candidato a la Intendencia de Maldonado, las irregularidades y el acarreo de votos fueron de tal entidad que tuvieron que anularlas. De todo eso, a los dirigentes de la filial fernandina de Asamblea Uruguay lo único que les importa y preocupa es “el malestar interno”, porque la manera en que los está observando el resto de la sociedad no cuenta, “son blanquicolorados”. Usted ¿votaría a nivel nacional a gente que se comporta de esa manera en su interna partidaria? Es evidente que están desesperados por no perder el gobierno, ni los cargos políticos, porque precisan tiempo para que los delitos cometidos precluyan.
           Es todo así. En el tema de los derechos humanos es donde se lo ve con mayor nitidez, se ofenden si la Suprema Corte de Justicia sostiene que todo hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario y que si alguien hizo todo eso horrible que se lo acusa, la carga de la prueba reposa en el acusador y no en el acusado. Llegan al dislate de pretender que los jueces vayan a rendir cuentas al parlamento en donde son mayoría, olvidando que la justicia es un poder autónomo del Estado y que en todo caso, puede informarle al Parlamento, pero no ir a rendir cuentas allí.
           No brindan razones en nada. Gente que se pasó la vida en la época de los gobiernos blancos y colorados enviando pedidos de informes a cada Ministerio por la más insignificante cuestión, tiene prohibido desde el triunfo del Frente enviar pedidos de informes si estos previamente no son aprobados por esa bancada. De los pedidos de informes que envía la oposición, contestan si les conviene. No entendieron que la oposición en una democracia juega el rol de controlar políticamente la Administración Central y que el Parlamento tiene, de acuerdo a la Constitución tres funciones básicas: legislar, controlar políticamente -pedidos de informes, interpelaciones- y pronunciarse sobre los grandes temas nacionales. Para cumplir a cabalidad con la función parlamentaria, no alcanza con leer la prensa adicta o la contraria, hay que estudiar informes técnicos de las diversas reparticiones del Estado y hacer el control político analizando los temas, porque el administrativo corre por cuenta del jerarca correspondiente.
           En ese control político, la Suprema Corte de Justicia no entra, ya que es otro poder en igualdad de condiciones. Pedirles que lean a Montesquieu y que entiendan algo del desvelo que existió desde siempre en nuestro país para evitar el abuso de poder, es mucho para gente cuya única cultura son los discursos de Fidel Castro, “Cuestiones de leninismo” de Stalín y “El Estado y la Revolución” de Lenín. Son una sabia combinación entre la mano de yeso estaliniana de la disciplina partidaria a como sea y la socialdemocracia de los malos resultados.
           Conversando le decía a la dueña de un restaurante, “Fijesé lo siguiente para entender delante de qué gente está usted. Si usted agarra un gobernante del Frente Amplio y comienza a hablar del Che Guevara es imponente la cultura que ese hombre tiene. Se sabe al dedillo absolutamente todo del Che Guevara. Son bibliotecas enteras. Del Che usted puede aprender muchísimo en boca de un gobernante frentista. Ahora, si usted le pregunta de gestión, de administración, de control, el hombre se agravia. No se dio cuenta que para ocupar un cargo en un ente autónomo o un servicio descentralizado al jerarca, que es un cargo político y no técnico, nadie le está pidiendo que sea un especialista, sino que gestione el organismo y para eso debe saberse la Constitución y derecho administrativo, porque lo demás se adquiere allí con los técnicos de la institución.
           No se tomaron ni la molestia de entender en qué consiste un acto administrativo y tampoco cómo se gestiona un organismo público. Eso sí, del Che Guevara, lo que le pida”.
           Le digo a la señora: “¿Quiere que le diga una cosa más? Es una suerte y una bendición que las cosas sean así; no van más lejos y no hacen más daño, porque no les da la capacidad. Esa es la causa por la cual hoy existe una lluvia de juicios contra el Estado y es multimillonario lo que se pierde”.
           La misma ineptitud es patente en la política internacional del gobierno que a lo único que ha venido conduciendo es a concederle todo a la Argentina, impedir las inversiones de argentinos aquí y tolerar el sabotaje al puerto de Montevideo, y todo esto, bajo la complicidad “paternal” de Brasil. Los capitales huyen de Argentina, porque ésta no les ofrece seguridad jurídica alguna para trabajar y si no vienen al Uruguay siguen para arriba. El hombre puede ser valiente para enfrentar las contingencias en la vida, pero los capitales son cobardes por naturaleza y donde perciben la más mínima hostilidad, huyen hacia lugares más seguros. El daño que se le hizo a nuestro país en materia de inversión inmobiliaria es muy grande y el mismo gobierno argentino que dice que iba a respetar que no existiera doble tributación, se comporta ahora como si Uruguay fuera una provincia fiscal de Argentina. Creer que esta situación ha de cambiar por el simple hecho de que pueda ganar Sergio Massa es como esperar a Papa Noel, cuando nadie sabe lo que tan esbelta criatura ha de hacer y lo único cierto es que está llamado a darle la misma cobertura al kirchnerismo, que este le dio al menemismo.
           Las declaraciones de Vázquez para quedar bien con su hinchada amenazando a los capitales, todos sabemos que son una simple cortina de humo, pero al precio de ser el mejor ejemplo de lo mismo que no hay que hacer. Mienta o diga la verdad los está corriendo, porque si algo caracteriza al capital es que actúa no cuando está protegido de los riesgos, sino donde encuentra sobreprotección.
           En este contexto crece la inseguridad y según las Naciones Unidas el Uruguay es el quinto país con más robos por habitantes en América Latina. El único que tiene derecho humano en nuestro país es el delincuente, porque al gobierno lo único que le importa es el derecho humano de 116 personas y más nada.
          No me hago ilusiones de que esto pueda cambiar. El Uruguay, como dice la cita de Ayn Rand, con que se inicia este post, ya es una sociedad condenada.

       

martes, 12 de noviembre de 2013

Mucha camiseta y poca vergüenza.

        “Sacar camiseta” en política significa aquella tesitura mediante la cual al individuo cuando se le hacen ver falencias en la orientación que lleva su partido, sin argumentar, sin poner ideas, sin saber explicar, ni fundar su pensamiento, se enfurece, encocora y gritando dice cosas tales como: “¡El partido nunca perdió una huelga!”, los de aquel bando “no tienen autoridad moral para decir nada de nosotros” y cosas así.
        No pone un solo juicio que sea de recibo al tema que se le quiere hacer ver. A esa actitud se le llama “sacar camiseta”.
        En el contexto político internacional actual lo hemos visto con Chávez y Kirchner, aunque si se lo analiza bien, son más camiseteros Maduro y Cristina. Kirchner y Chávez insultaban con criterios políticos en cambio sus continuadores, por pajarito o matrimonio, carecen totalmente de criterios y hacen del camiseterismo, su única forma protocolar de comunicación con el resto de la sociedad.
        Sacar camiseta para discutir en política, no deja de ser un acto de arrogancia. Alguien imagina a un profesor de matemática, pongamos por caso, gritándoles a sus alumnos: “¡Miren que dos más dos son cuatro! ¡Oyeron bien: “dos más dos son cuatro”!
        Si alguien sabe a ciencia cierta que dos más dos son cuatro no se pone así, es más, ni discute, parte de ese aserto y hace los cálculos que debe realizar, basado en tal premisa. Si en cambio, el profesor de matemática del ejemplo da esa respuesta es porque muy seguro no se encuentra en el hecho de que dos más dos sea cuatro.
        El fanatismo es duda contrapesada, el hombre que tiene certezas construye a partir de ellas, el que muy seguro no se encuentra es quien suele arremeter enfurecido como forma de auto engaño.
        Hacía tiempo que no se veía en el Uruguay un retorno al camiseterismo político como forma de comunicación con las masas. Un camiseterismo que a diferencia de los mentores del así llamado Socialismo del Siglo XXI y que en realidad es el Socialismo de los Señores Feudales, no se caracteriza por augurar el nacimiento de un mundo nuevo, sino que se auto complace en la frustración electoral de sus oponentes. El antecedente más próximo que existe es el de Nikita Kruschev en los tiempos de la guerra fría cuando la humanidad estaba al borde de una Tercera Guerra Mundial. Cuando le decían algo que no le gustaba contestaba furioso a los gritos: “¡Esto es una ciencia y vamos a vencer!”, bajo la mirada atónita de los que allí estaban. A nadie en política se le ocurría pensar que lo que él hace es científico y lo de los otros no, porque las categorías del pensamiento científico no están planteadas en el accionar político, o contestaba cosas tales como “irán a parar al basurero de la historia entre los trastos viejos de todos los tiempos”. Esa era la capacidad argumental que tenía Nikita Kruschev.
        En el caso de Vázquez el camiseterismo es un poco más sofisticado pero no menos relevante. No llega al nivel cerril de un Nikita Kruschev, pero mantiene intacto todos los reflejos pavlovianos. Cuando él no está de campaña, hablar de candidaturas “es cosa de blanquicolorado”, cuando se lanza a la campaña grita: “Se terminó el recreo, y ahora no paramos hasta octubre”. Solo le falta decir: “Aquí no hay más perro que el Chocolate y el Chocolate soy yo”.
        Openheimer les llama narcisistas-leninistas a la gente así, pero en el caso de Vázquez es imponderable, porque es como el Dios Jano de la Mitología Griega, una cabeza mira para un lado y la otra para el lugar exactamente opuesto. Puede hacer un giro político de Bush a Castro y volver. Son virajes de 360 grados.
        Grita como un infantil “se equivocó la paloma, vamos a ganar”, como si cantar victoria antes de tiempo fuera la mejor tarjeta de presentación ante la gente. Debe serlo para cierto tipo de gente que solamente se moviliza cuando ve ruido de urnas y lo hace diciendo que no quiere cargos en política.
        Si está tan convencido que va a ser el seguro presidente de los uruguayos, podría tener un discurso basado en temas de agenda presidencial y poner ideas propias de un estadista, de alguien que está más allá de las minucias políticas. Sería lo que la ciudadanía está esperando de alguien que visualiza con la banda presidencial a donde va.
        No falta quien diga: “Calláte, dejálo así. No avives a Vázquez”. Pero no se trata de eso. El que está convencido realmente que dos más dos son cuatro no saca camiseta, ni vive de un auto bombo narcisista y egocéntrico.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Chile va camino a la uruguayización.

       El término “uruguayizarse” puede parecer novedoso en política, pero si se lo piensa bien, no lo es. Se refiere a un proceso en donde cuando la economía comienza a mejorar y crecer gana en forma aplastante, sin dejar margen a nadie, un sector adverso y enemigo del desenvolvimiento económico que lo único que sabe hacer es ponerle un palo en la rueda al proceso que se inicia, luego de años de estancamiento y decadencia.
       Son nostálgicos de todo aquello contra lo cual en su momento se levantaron enfurecidos, incluso poniéndose al margen del estado de derecho. Algo raro, pero real, que bien podríamos llamar de uruguayización de la política y la economía.
       Gobiernan sin representar a ningún sector específico de la industria, el agro o el comercio y tienen de saeta un sector sindical corporativista al mejor estilo mussoliniano.
       No miran con malos ojos el robo y la delincuencia porque es la forma de atacar la propiedad privada por métodos indirectos de expropiación en donde vale todo, desde las ocupaciones de fábrica hasta la intromisión de la Dirección General Impositiva sin orden judicial alguna.
        Solo, pura y exclusivamente saben aumentar la carga impositiva –no tienen otra herramienta para obtener recursos- olvidando que es una ley del derecho tributario el hecho cierto de que cuando más grande es la presión, mayor es la evasión. No se dieron cuenta que si existe Panamá, las Islas Caimán y las Bahamas es porque la presión fiscal en Estados Unidos es de tal entidad que las empresas buscan poner la casa matriz en Islandia y disparan a China o Méjico. El que realmente no quiere la evasión es aquel país que baja la presión y deja trabajar confiando que el sector privado es más eficaz para distribuir recursos genuinos que el Estado.
       Uruguayizarse es entrar en la pendiente de la decadencia en pleno apogeo económico, al punto que se puede vivir en un miasma social pese al crecimiento.
       Peor que eso es el hecho de que en términos políticos ninguna opinión votada por la gente y con representación parlamentaria importe, sino pura y exclusivamente la de aquellos que quieren más asistencialismo, como si el dinero fuera un maná que llueve del cielo y estuviera en manos de gente muy mala y egoísta.
       Uruguayizarse es lo peor que le puede ocurrir a un país que se encuentra entre dos gigantes que no lo respetan, pero saliendo del enclave regional en donde opera la uruguayización, se puede coextender el concepto a cualquier otro país que inició con mayor sabiduría la senda del crecimiento y que hizo bien las cosas durante este período, pero que no logra políticamente enamorar al electorado.
       Quién habla claro en Chile es Evelyn Mathei. Dice en un reportaje al Mercurio: “Esta no es una elección más. El programa de gobierno de mi contenedora encierra un enorme peligro para el futuro de nuestro país. No descarta la asamblea constituyente; propone un cambio total a la Constitución; insiste en una reforma tributaria brutal para la salud de las pymes y con ello para el empleo y las remuneraciones. Esta no es la misma Michelle Bachelet de hace cuatro años. Nuestro electorado debe saber lo que nos estamos jugando: un giro total y absoluto de lo que Chile ha venido haciendo en los últimos 25 años. La gente lo pensará en la medida que se acerque el día de la elección y es mucho más racional de lo que uno cree”. Esperemos que predomine lo racional en el electorado chileno, aunque las encuestan dicen otra cosa distinta.
       Dice allí apelando a la racionalidad del electorado: “Pero no creo que la gente quiera tirar por la borda todo lo que ha conseguido con tanto esfuerzo. Si nos enfrascamos en discutir una nueva Constitución durante cuatro años ¿Quién estará preocupado en solucionar los problemas de la salud, educación, capacitación de los trabajadores?
       El Uruguay en esto ha sido un ejemplo de lo que no hay que hacer. Se pasó la vida cambiando de Constitución, volviendo difícil de aplicar leyes creadas al amparo de otra Carta Magna en un sistema jurídico hipertrofiado que es como un campo minado, cualquier cosa puede ser inconstucional porque violenta la última reforma.
       Derrochó en eso energías dignas de mejores entusiasmos y se despreocupó completamente de los grandes temas nacionales. Siempre girando en torno a lo politiquero del presidencialismo al colegiado y de este al presidencialismo, siempre diciéndole a la gente que lo hacen para achicar los cargos políticos cuando uno ve que lo único que saben hacer es agrandarlos de reforma en reforma.
       Si Chile se embarca en una cosa así le va a ser muy difícil salir después, porque no falta quien cuando quiera rever las cosas se vea obligado a plantear otra reforma constitucional, que venga incluso a complicar todo lo legislado en el proceso de la Constitución que se quiere dejar atrás.
       En el caso chileno la reforma constitucional es para crear más cargos políticos y aumentar la carga tributaria, degradar el nivel de enseñanza y castigar al que trabaja y logra salir a flote en la vida. Es claro que todo esto conduce a la uruguayización de la política y la economía chilena. Es más, parece que estuvieran asesorados por gente de aquí.
       Una nueva Constitución bajo Asamblea Constituyente implica montar un tinglado político para la tribuna que no le va a hacer ningún bien a un país que es hoy la octava economía del mundo y el que más inversiones per cápita recibe en América Latina. Es una lástima lo que está ocurriendo en Chile.
       La gente tendrá que aprender a distinguir el verdadero rostro de la ambición mediocre allí en donde se le promete lo que cualquiera sabe que no le van a dar.
       Tendrán que entender que en economía no existen milagros y que Chile hizo un gran esfuerzo para conquistar la posición que hoy tiene y que es la que le permite campear con mayor eficacia la desaceleración de la economía que ya empieza a sentirse en todos lados.
       Tendrán que preocuparse por la política, entendiendo que cuando el hombre se desentiende de la misma, es ésta la que termina haciéndose cargo de lo que solo a él le compete.
       Si para entender esto hay que tirar por la borda 25 años de esfuerzo constante y sostenido ¡qué triste son los caminos que conducen al crecimiento intelectual de los pueblos!

Dos proyectos de país.

       En estas elecciones se juegan claramente diferenciados, dos proyectos de país.
       Por un lado el proyecto de país que hemos venido padeciendo desde el 2005 a la fecha a nivel nacional y desde los años 90’ a nivel municipal.
       Un proyecto basado en el asistencialismo sin contraprestación, verdadero clientelismo político a expensas del contribuyente. Inspirado en la lógica sindical y corporativa del peronismo argentino, pero ideologizado y viviendo de una situación de bonanza económica en las exportaciones, al mejor estilo venezolano.
       Un proyecto que para tener andamiento social supone hablarle a la gente en lunfardo degradando el lenguaje como manera de manipular la psicología de una masa que cuando le critican los planes generosos a expensas del bolsillo ajeno, se arremangan para pelear e insultar, que es lo único que saben hacer.
       Un proyecto de integración regional basado en la pura retórica americanista que consiste en consentirle absolutamente todo a Argentina, mendigarle ayuda a Brasil y despreciar la dignidad del pueblo paraguayo. En vez de visualizar el Mercosur como lo que fue creado para ser, una Unión Aduanera y punto, se lo pretende elevar a una mítica categoría que solo funciona en el plano de una retórica a lo Pedro Henríquez Ureña. No se dieron cuenta que ese americanismo, así planteado, a lo único que conduce es a delegar soberanía y que es contraproducente ahí en donde se tienen dos imperios comerciales, uno en bancarrota como Argentina y otro poderosísimo como Brasil. No se dieron cuenta que ningún país del mundo puede desarrollarse económicamente a impulsos de los antojos de los gobernantes vecinos.
       Un proyecto de país que consiste en negar la iniciativa privada como el motor de la economía y que mira con desconfianza a todo aquel que supo hacer las cosas bien, con eficiencia y eficacia en un país en donde ser empresario está mal visto por la gente y el Estado se comporta como un socio en la ganancia, pero que en las pérdidas no existe. El operador privado debe pagar agua industrial, luz industrial, cargas sociales, impuestos y ser un socio para estatal en las ganancias, eso sí, si hay pérdidas corren a cuenta de su entera responsabilidad.
       Un proyecto de país que considera que generar trabajo es aumentar los empleados públicos creando sinecuras por todos lados y abultando cada vez más el déficit fiscal y eso en plena voracidad impositiva.
       Un proyecto que no quiere clase media, ni gente que “se quema las pestañas” estudiando para llegar a una posición en la vida, sino barriadas populares y alumnos que salvan sin saber nada.
       Un proyecto que cuando escucha juicios contrarios al propio, el único que le importa y preocupa es el de la ultra izquierda, inhabilitándose para convivir con la oposición votada por la gente.
       Un proyecto de país que exige mayorías parlamentarias aplastantes porque donde tenga que negociar la más mínima ley no puede imponer su voluntad ni siquiera cuando lo que está en discusión es un simple inciso de una ley.
       Un proyecto de país que cuando redacta una ley entiende tan poco de doctrina jurídica y técnica legislativa que terminan siendo leyes inocuas para ser aplicadas por los jueces. No se dieron cuenta que lo peor que le puede suceder a una ley, no es que sea mala, una mala ley que se aplica es una excelente ley. Lo peor que puede ocurrirle a una ley es que no aplique.
       Un proyecto de país que estriba en degradar las condiciones de vida y combatir a las mafias del narco tráfico entrando en su mismo juego y mientras le dicen que sí a todo tipo de inversión sin considerar de qué cosa se trata, le hablan a la gente contra el consumismo de la sociedad actual, olvidando que porque hay consumo existe trabajo.
       Un proyecto de país que no supo aprovechar la bonanza económica que comenzó a darse después de agosto de 2003, no quiso crear la infraestructura que el Uruguay precisa vitalmente, generó un crecimiento desordenado sin obra pública que racionalice las cosas y que en buen romance en vez de crecer económicamente, engordó financieramente. Dicho en términos económicos no supo combinar desarrollo con crecimiento y al crecer desordenadamente llevó a la economía a una burbuja atada al castillo de naipes del crecimiento que Brasil tuvo hacia afuera.
       Por el otro lado, tenemos el proyecto de país que expresa el Partido Nacional.
       Un modelo basado en la seguridad y el respeto.
       En la solidaridad con el pueblo paraguayo.
       En la mano firme, justa y dura contra la delincuencia.
       Un modelo basado en la educación como la principal herramienta de superación individual y colectiva, inspirado en el ejemplo que da Finlandia en donde solo el 8 por ciento de los alumnos no terminan su educación, mientras que en el Uruguay es el 65 por ciento quien deserta.
       Un modelo de apertura comercial a los países de la Alianza del Pacífico que son los que han combatido realmente la pobreza.
       Un modelo que asume la responsabilidad de construir entre todos una alternativa y por ende propugna nuevas reglas de juego en la gestión estatal en donde las banderas históricas del partido nacional vuelven a ondear en política.
       A saber, estas son, libertad en política, soberanía nacional, independencia económica, porque las tres cosas forman un triangulo perfecto sin el cual lo otro carece de sentido. No puede haber libertad en política sin soberanía nacional. Ni puede existir soberanía sin independencia económica.
       Lavandeira dio la vida en política asesinado en el atrio de la Iglesia Matriz envuelto en la bandera nacional luchando contra el fraude electoral y la balota.
       Los caudillos como Luis Alberto de Herrera y Wilson tuvieron una gran obsesión constante en su trayectoria: la soberanía nacional en un país que si bien tiene problemas a nivel regional configura un problema para los vecinos que no lo aceptan como lo que es.
       Un partido que puso la independencia económica del Uruguay en el centro del debate parlamentario, porque es el relacionamiento de Uruguay con el mundo, fundamentalmente con Inglaterra, la clave de la independencia económica uruguaya.
       Un partido que tuvo como banderas históricas desarrolladas bajo la divisa “Defensores de las Leyes”, tres cosas básicas: Descentralización política de la campaña, honradez administrativa y austeridad republicana: Frente alta y manos limpias para gobernar.
       Un partido que si pagó el precio de ser rebelde y arisco en política fue porque hizo de la participación no una consigna vacía, sino una realidad que conduce a respetar la opinión de las diversas tendencias.
       Un partido basado en valores morales en donde la familia es la unidad básica de la sociedad y es un deber ético para país tan chico como el nuestro que sea una sociedad de oportunidades en donde el hombre cuyo único merecimiento es la superación personal, pueda abrirse camino en la vida.
       Creo que en estas elecciones se juegan dos proyectos de país clara, neta y absolutamente diferenciados. Porque no nos engañemos la democracia es el único sistema que puede también suicidarse.