lunes, 18 de noviembre de 2013

Chile: Entre la “amarga victoria” y la “dulce derrota”

        “Sí, se puede”, dice Evelyn Matthei, contenta por haber podido pasar a la segunda vuelta, pero hay un hecho en la historia universal de los ballottages, y es que cuando la diferencia entre los contendientes sobrepasa el 5 por ciento, el que va primero es quien tiene todas las chances de ganar.
        Acá la diferencia es de un 22 por ciento. Lo que indica que las cartas ya están echadas. Si Bachelet no ganó por amplia mayoría absoluta es porque de los ocho postulantes a La Moneda, seis tienen un discurso político coincidente con el suyo. Lo cual, sea cual sea el resultado, no deja de ser preocupante, porque cumpla o no con sus promesas Bachelet nunca dejará contentos ni a tirios ni troyanos y menos a tirios de izquierda con tirios más a la izquierda. Amén del hecho de que cuatro años no es tiempo suficiente para tantos ambiciosos proyectos de cambio, en donde la reforma constitucional parece ser el más suave de todos, Nueva Mayoría alcanzaría el umbral para aprobar leyes simples y de quórum limitado, pero no podría modificar leyes orgánicas constitucionales, ni reformar la Carta Magna.



        Si bien los comicios fueron pacíficos, hubo un hecho que puede ser indicador del futuro de Chile y fue en la tarde, cuando una veintena de estudiantes ocuparon por unas dos horas el comando de Bachelet, que se encontraba semivacío. Los estudiantes reafirmaron sus demandas por una educación pública, gratuita y de calidad y advirtieron que seguirán protestando el próximo año, tal como en 2011, cuando irrumpieron en las calles con multitudinarias protestas. Todo un aviso de los desafíos que le esperan a Bachelet, que parece ser rehén de ellos. Hay que ver como entre promesas incumplidas y memorias frágiles, logra domesticar ahora la furia callejera y eso en el marco de un escenario más amplio signado por una baja en la proyección de crecimiento (sólo alcanzaría el 4% en 2014), una segura estrechez fiscal y la desconfianza del empresariado ante los alcances de la reforma tributaria. Así como Evelyn Mattthei tuvo que jugar en “la cancha de la izquierda” es ahora Michelle Bachelet quien debe jugar “en la cancha de la ultra izquierda” y los estudiantes se lo están reclamando.
        No puede, por tanto extrañar que los grandes triunfadores de esta elección sean Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, los estudiantes que lograron un lugar en el Parlamento. Lo que está expresando que detrás de la agitación estudiantil, lo que verdaderamente existió desde el comienzo es la pura ambición electoral.











        En la Florida, la ex presidenta de la FECH, Camila Vallejo, obtuvo un 43,68%, lo que le asegura un cupo en la Cámara de Diputados, junto a Karol Cariola con un 39,7%, ambos representando al Partido Comunista, que al parecer le dio muy buen resultado la coalición. Es evidente que el aislamiento lo vino dañando durante todo este período y expresarse como partido indirecto lo favorece. Esta vez logró duplicar el tamaño de su bancada. Junto a ellos por el movimiento político Revolución Democrática el ex presidente de la FEUC Giorgio Jackson, en Santiago, obtiene un 48.14%. Nace la bancada estudiantil.
        Para llegar a eso movieron cielo y tierra hasta el último rincón del país. No falta quien diga que la lucha paga, paga cargos parlamentarios, por los cuales ahora el Partido Comunista Chileno en vez de tres diputados, tiene seis y el haber duplicado la bancada es todo un logro de estudiantes enfurecidos y usados como carne de cañón, que ahora exigen que se cumplan con las promesas.




        Lo que alcanzó Chile en estos últimos 25 años ahora parece que lo va a perder. Las caras del descontento, de la indignación, de aquellos que pusieron en jaque el gobierno de Piñera son los verdaderos ganadores hoy día. Hay que tener en cuenta que este triunfo de Bachelet se enmarca en la más baja participación electoral desde el retorno a la democracia (6,7 millones de votantes para un padrón de 13,5 millones), lo que significa que hay un sector de opinión inflado por un enorme voluntarismo bajo la más absoluta indiferencia del resto de la población. El abstencionismo alcanzó al 44% de la gente. El escepticismo y la desesperanza fueron los dos jugadores ocultos de la jornada.
        En materia económica, Chile con Piñera creció a un promedio del 5,5% anual; la inflación se contuvo y está por debajo del 3%, y el desempleo bajó del 9,6 a sólo 6%. Pero el gran problema de Piñera es que falló en hacerles ver a los chilenos que esos logros fueron el resultado, en parte, de su capacidad de gestionar los recursos públicos, de sus acciones políticas, de su determinación al negociar ley por ley buscando el equilibrio de sectores que no coincidían en nada. No supo demostrar que si hay abundantes reservas en el Banco Central no es solo, pura y exclusivamente, por obra y gracia de la Providencia.
        Más allá de su falta de carisma y empatía con la gente, de sus metidas de pata, los analistas coinciden en que Piñera hizo un buen gobierno, pero fue un mal líder
        Aquí se puede mirar lo del vaso medio lleno y medio vacío. Por un lado solo una fe religiosa puede creer que Evelyn Matthei puede triunfar y por el otro, no ver que el casi triunfo de Bachelet le pone un freno al voluntarismo arrasador con que se ha venido presentando, es infantil. A Bachelet el ballotage le complica la vida porque se ve obligada a fundamentar sus planteos, que fue precisamente lo que no quiso hacer, al negarse a discutir durante la campaña. La emotividad de los que oyen lo que quieren oír es típica del sector que la vota.
        Para Nené Cascallar el amor tenía cara de mujer. En Chile el fin de un ciclo, entre la “amarga victoria” y la “dulce derrota” tienen cara de mujer. Es todo un logro del feminismo, son ahora 7 mujeres en vez de 5, las que ocupan cargos Parlamentarios.