Una
cosa que a mi desde hace mucho tiempo me ha venido llamando la atención y que
ya he comentado en este blogger, es la manera de auto identificarse
ideológicamente que se ha venido dando en el Uruguay desde comienzos del siglo
XX.
Desde
el batllismo del 900’ cantando la Marsellesa en los clubes políticos
partidarios y diciendo, muy sueltos de cuerpos, que “para cada hombre libre
existen dos patrias, la suya y Francia”, hasta llegar incluso al hecho de vivir
el asesinato del “Gran Jaúres” en Francia, como si hubiera ocurrido en nuestro
país, -el Uruguay para el batllismo primigenio era un afluente más del Sena- pasando por la mecánica neo batllista según la
cual el único progresista es el industrial, no importa si esas industrias son
viables o no, hasta llegar a esta izquierda que hizo de la Revolución Rusa una
continuación de la Revolución Francesa y de la cubana una síntesis, al parecer
perfecta, en el Uruguay se da un hecho. El hombre de izquierda, todos los
viernes, matemáticamente da clases, como un maestrito rural, explicando
minuciosamente qué es ser izquierdista y qué no es serlo. “Izquierdista es, dos
puntos” y empieza una verborrea mejor pensada, que aquella de antes: “revolucionario
es, dos puntos” al estilo leninista, según el cual el único marxista auténtico
era él y todos los demás “reformistas”.
No
dicen como antes “la burguesía, la oligarquía, la rosca”, ahora engloban en “la
derecha” la misma tipificación y caracterización de otrora.
Era
Ortega y Gasset quien sostenía que “izquierda y derecha son dos maneras de
ponerle un rótulo a la estupidez humana”, pero no sería ese el tema que me
ocupa.
Cuando
a mi me preguntan que entiendo por “izquierda” digo: “Entiendo por izquierda
eso que el taxi metrista, el mozo de bar, el canillita, doña Juana, don José y doña
María, consideran que es izquierda.”. No importa si es izquierda o
falsa izquierda, lo que interesa es lo que ellos así, visualizan como tal.
El
partido socialista es un partido subversivo y liberticida y hasta que no se
sacaron a Emilio Frugoni de encima, no estuvieron tranquilos. Son la “escuelita”
del crimen, por donde pasó todo: partido comunista, tupamaros y tendencias sin
importancia que existen en esa sopa de siglas que es el Frente Amplio.
A
nivel internacional es una caja de sorpresas, puede salir de allí un Miterrand
o un Allende, un Mussolini o un Felipe González.
Siempre
están más allá del bien y del mal. Nunca son responsables de nada. La crisis
del socialismo real, al parecer no les dijo nada, porque como las cosas no se
hicieron como quería Rosa Luxemburgo, entonces todo aquello fracasó. Si esta
buenísima mujer hubiera tenido éxito, todo hubiera salido a las mil maravillas.
Ahora
vivimos una contra ofensiva de dicho partido que trata de posicionarse después
del ninguneo que el MPP y los tupamaros le hicieron por haberlos excluido,
cuando Vázquez era gobierno.
Le
están diciendo a todo el mundo que hay una conspiración aviesa por parte de una
mítica “derecha” que por todos los rincones quiere morder con furia a gente tan
buena y santa.
El
uruguayo no se auto identifica como de “derecha”, incluso la derecha verdadera
por lo general no se siente cómoda con dicha definición. En cambio el hombre de
izquierda hace gala de serlo. Ese es el tema de campaña del partido socialista
uruguayo.
Para
posicionarse nuevamente y hegemonizar primero el Frente, luego la sociedad,
tiene que inventar enemigos de paja y ponerse de víctima. Venimos a enterarnos,
por parte de Yerú Pariñas, que la Suprema Corte de Justicia es un instrumento
de “la derecha”, una cosa tan absurda que no cabe en una cabeza sana, cuando
todos sabemos que los jueces, si algo los ha caracterizado es la blandura que
han tenido ante el robo, el delito y la delincuencia. Si la Suprema Corte de
Justicia les falla en contra es porque la desprolijidad para legislar llega a
niveles inconcebibles y eso solamente aflora en los casos más gruesos.
Ellos
son criaturas perfectas hagan lo que se les ocurra. Toda objeción, si no es
interna, internista o intestina, no sirve, es la derecha, “el enemigo de clase”.
No llegan al despropósito de un Fidel Castro diciendo a cada rato: “¡Cuánto te
paga el imperialismo!”, hasta que alguien tuvo el coraje de decirle en la cara
a Castro, “¡¡¡A mí nadie me paga nada!!!” ante todo el G2 cubano en pleno que
no podía meterlo preso, porque estaban en otro país. Pero buscan un discurso
conspirativo y mentiroso como el de Gargano en donde resulta que “la derecha”
así en abstracto, sin especificar quién concretamente, le hacía la vida imposible,
mientras destruía la Cancillería y votaba lo que se le daba la real gana en las
Naciones Unidas, sin rendir cuentas a nadie y ante las preguntas al respecto
contestaba: “No es este el ámbito para discutir esas cosas”. El Uruguay fue
puesto en el lugar de un estado terrorista, por culpa del partido socialista
uruguayo.
Ahora
quieren re posicionarse en el escenario interno del Frente Amplio con el argumento
de que “la derecha” abstracta les hace la vida imposible, entendiendo por tal a
la mismísima Suprema Corte de Justicia.
No
sé, a esta altura qué puede pasar en estas elecciones, pero para compartir ese
discurso, si algo está claro es que hay que ser un lisiado moral.