Vázquez
a poco de asumir el gobierno se encuentra con una realidad que realmente no es chiste. A nivel
económico se están yendo capitales importantes, por el hecho de que ante la rigidez del mercado laboral, la desaceleración
económica y el dólar planchado, el Uruguay es uno del los países donde más pesa
la carga social, los impuestos, los bienes no transables –agua industrial, luz
industrial- los salarios -los bienes transables-, en un entorno en donde el 80%
de los emprendimientos económicos son empresas familiares.
A
nivel político con un Mujica Cordano inflado como gorrión de basurero, hablando
para la barra y su barrakatunda, como lo definió un semanario izquierdista.
Éste hecho le impide que se aprueben sus proyectos de ley lo ata de pies y
manos en el parlamento, desconcertando incluso al partido nacional que anda
como perro en cancha de bochas, sin encontrar su espacio opositor, para el cual
fue votado por la gente.
A
nivel social enfrenta un PIT-CNT que al ver que se le termina la fiesta y el
abuso, empieza a desperezarse luego de una década de dormir el sueño de los
injustos y hacer la plancha mirando para el costado en todos los temas
gravitantes. La gimnasia política y ponerse de víctima en cada asunto, paga muy
bien en el Uruguay, como lo entendió el pulcro, puro y duro, marxista leninista
de Marcelo Abdala.
A
nivel educativo se ve enfrentado a la oposición cerril del gremio de la
enseñanza que no le cree –sabrán porqué- absolutamente nada en ninguna cuestión.
Es evidente que va tener que gobernar con los votos blancos, colorados e
independientes y como ese hecho lo tiene muy nervioso, no encuentra nada mejor
que hablar para la hinchada, que es realmente, la oposición desmelenada que
tiene su gobierno.
Ya
no estamos delante de aquel Vázquez fanfarrón que quería mover las raíces de
los árboles, de los cementerios, refundar un país refundido, revitalizar el
sistema financiero como un cardiólogo y construir un socialismo con mentalidad
de biólogo y terapeuta, razón por la cual ejerció la Presidencia de la
República, con la túnica de médico.
Este
es otro Vázquez, que lo que viene a hacer cuando asume el gobierno y se
encuentra con una fenomenal desorganización institucional oficina por oficina,
un déficit fiscal de un 3,3% en pleno crecimiento de la economía de un 4,5%
anual y la fractura social en el imaginario colectivo de los uruguayos que vino
a profundizar y agravar el gobierno de Mujica, -lo que vino a hacer, repito-, es
a darle la razón a la oposición en todo lo que se le quiso decir durante la
campaña electoral.
Frente
a este panorama tétrico, siendo de hecho un gran antiperonista, se pone a
imitar al “Pocho”, que giraba a la izquierda para doblar a la derecha, que
tomaba el violín por izquierda para tocarlo por derecha, que borraba con el
codo lo que decía con la mano, que estaba más allá del bien y del mal y que
quería darle una ayudita a la Providencia. Todo esto en un marco regional en
donde Argentina marcha a un default más profundo que el de Cavallo y en el
preciso instante que Brasil más lo deja a la buena de Dios al Uruguay y debe
enfrentar una izquierda de energúmenos que le impide algo tan elemental como un
TISA para poder hacer un planteo sumario de los sectores que Uruguay debe
defender.
Uno,
pese al hecho de haber defendido posiciones opuestas a las de Vázquez en la
campaña electoral, deseando el bien del país, ojalá que Vázquez logre un buen
gobierno, pero ocurre que en política no hay nada más nefasto que vivir mirando
hacia adentro de la propia fuerza y unificar el elenco gubernamental,
criticando con tonterías a una oposición que va a necesitar para darle
gobernabilidad al país.
El
nivel de anarquía en que hoy está sumido nuestro país, la fragmentación social,
el desempleo que ahora comienza a campear, la pérdida del principio de
autoridad, tanto en el sector privado, como en los 50 mil empleados públicos
que pusieron en el Estado, pone al país, como muchas veces en su historia, en la
amarga situación de ser tierra de nadie.
Esta
realidad no la va a revertir con más impuestos como quieren los ultras, ni
usando el salario real como la variable de ajuste como quiere Astori, ni con
cánticos castristas a la robolución
socio lista. Tampoco con cataplasmas que agravan la situación de los más
pobres al dar asistencialismo sin contraprestación, la misma que después le
pide a los que sí son trabajadores y se ganan la vida limpiamente.
Tendrá
el Doctor que plantarse ante el PIT-CNT y decirle las cosas como realmente son
en la Administración que recibió.
Tendrá
que respetar a la oposición que la gente votó y no, la falsa de Mujica y su
hinchada.
Tendrá
que coordinar los proyectos de ley y concederle a la oposición votada por el
cuerpo electoral para jugar ese rol, ciertas modificaciones a los artículos,
tanto de forma como de fondo y no hacer valer una mayoría con brazo de yeso,
que vota cualquier cosa a tapas cerradas y funciona a chiflido de sus
dirigentes máximos.
Tendrá
que hablar para todos los uruguayos y las uruguayas y no para aparentes “compañeros”,
que lo miran de ojo revirado.
Tendrá
que darse cuenta que el Uruguay somos todos y no exclusivamente sus votantes.
Tendrá
que dejarse de macanear con un Fidel Castro y su “revolución” fallida, en la
que ni los mismos izquierdistas uruguayos creen.
Una
revolución de traje y corbata, en donde el concepto de socialismo está pensado
con una estufita en los pies, no pega ni con moco, ni es creíble para nadie.
Crucemos
los dedos y esperemos, por el bien del país, que Vázquez recapacite pronta y
urgentemente, antes de que la peste termine lamiendo las paredes.