miércoles, 27 de diciembre de 2017

Uruguay: crecimiento con poco empleo


        En economías dependientes como la nuestra, en donde las empresas formadoras de precio son las importadoras, somos tomadores de precios y por la pequeñez del mercado interno, no hay inflación de demanda, sino de costos, el dilema es de hierro: o se baja la inflación usando el salario real como la variable de ajuste o se defiende el salario por un ratito, hasta que la inflación lo vuelve a bajar.
        El populista dice defender el salario, genera desempleo y al final la inflación hace que los precios suban por el ascensor, pero los sueldos por la escalera.
        El economicista sacrifica el salario para seguir generando empleo y bajar la inflación.
        Otra forma de bajar la inflación es reducir los gastos del Estado, pero eso es lo que justamente ni populistas, ni economicistas quieren hacer. Es el Estado uruguayo el que tiene que ajustarse para que baje el déficit fiscal en el rango meta que va del 3,6% al 2,9% deseado y no el sector privado, que es quien genera empleo genuino.
        Hoy en día vivimos un proceso novedoso, aunque es perfectamente entendible. La economía uruguaya puede crecer un 2,5% y sin embargo no se genera empleo. Una de las tantas causas que explican este fenómeno es el hecho de que ahora ya no se busca el trabajo capital extensivo, sino el capital intensivo. Esto explica que existan áreas de desempleo cero, como las nuevas tecnologías, la informática, las tecnologías de la información y en cambio otros sectores concentren el máximo de desempleo. Así mientras que el comercio, la logística y el turismo se expanden, el agro, la industria y la construcción se retraen.
        De esta forma, si se toma el Producto Bruto Interno del primer semestre de 2017, se puede apreciar que el crecimiento fue de un 57% superior al de 2016, mientras que los puestos de trabajo crecieron apenas un 15%.
        Si se observa en el tiempo este desfasaje entre la generación de empleo y el crecimiento de la economía uruguaya, lo preocupante es que no es un factor coyuntural, sino una tendencia llamada a profundizarse en el futuro.
        Desde el 2014 a la fecha se viene desacelerando el crecimiento económico, que cayó de un 4.5 a un 2%, pero en su deferencia el desempleo subió de un 6% a un casi 8%.
        De acuerdo a un informe de Deloitte los trabajadores “desalentados” de buscar empleo y no encontrarlo y aquellos que están subempleados, se concluye que más de un 17 % de la Población Económicamente Activa tiene problemas de insuficiencia de empleo. Para entender esta cifra hay que considerar que luego de la devaluación de 2002, el nivel de desempleo llegó a ser de un 20%.
        Según una encuesta de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Uruguay, los empresarios de comercio y servicios consideran que la recuperación económica no se ha visto reflejada en una mejoría de los niveles de venta de su empresa en particular. Son los que hablan claro: les preocupa la inflación de costos, la rigidez del mercado laboral y los salarios que están por encima de la productividad.
        En este sentido se observa que el sector manufacturero sustituye mano de obra por maquinaria, en un entorno mundial en donde la mano de obra barata, se volvió cara. Influye en este hecho que el salario, por el retraso cambiario, es caro en dólares y le quita competitividad a las exportaciones creciendo por encima del crecimiento económico general. Además, la situación laboral en nuestro país es de una permanente conflictividad. Hubo 105 conflictos en 2017 y ocupaciones en 27 de ellos. Emplear gente, lamentablemente, es comprar varios problemas –dólar retrasado, pérdida de competitividad, conflictividad laboral permanente‑, y en este sentido, el acceder a nueva maquinaria, si bien el mercado interno uruguayo por su pequeñez no lo justifica, en términos de rentabilidad, no es una opción a descartar.
        Tradicionalmente, la reconversión se dio cuando el país se abrió al exterior y el dólar siendo barato permitió acceder a los bienes de capital y los insumos importados. El error clásico del empresario ha sido endeudarse en dólares a largo plazo, para acceder a una tecnología que exige algún mercado exterior para ser rentable en el alto nivel de productividad que tiene. Lo típico ha sido tecnificarse para obtener mayor rentabilidad y trabajar a media máquina, por la pequeñez del mercado interno uruguayo.
        Además de esto el gran error que todos cometen –empresarios, comerciantes, industriales, estancieros, productores rurales, sindicalistas‑, es priorizar los problemas a corto plazo, perdiendo de vista el cambio tecnológico  y los niveles de reconversión industrial que exige.
        Si al gasto del Estado, se le suma el aumento de los bienes no transables como las tarifas públicas y la carga impositiva, es por tanto, perfectamente entendible un crecimiento del 3%, sin generación de empleo.
        Uruguay no se encuentra en las puertas del desarrollo, no logra insertarse del todo a nivel internacional, no prioriza las obras imprescindibles a nivel de la infraestructura, no apuesta a la innovación y en la educación es donde se registra el mayor nivel de desigualdad, porque no prepara a la gente para el nuevo período tecnológico que se avecina.
        Según el economista Ernesto Talvi: “Hace 10 años el 80% de lo que Uruguay exportaba eran materias primas, sin valor agregado. Hoy es lo mismo”. De acuerdo a este economista, el crecimiento sin empleo consiste en el hecho de que: “Los jóvenes que están entrando al mercado de trabajo en la actualidad siguen teniendo aproximadamente nueve años de educación formal, a una distancia sideral de los 14 años que tienen los países desarrollados. Más de 60% de la población joven de entre 18 y 25 años no tiene secundaria completa y casi 50% de los estudiantes de 15 años no logra niveles de suficiencia para insertarse productivamente en la vida laboral”.
        Hoy en día se sabe, por estudios que se han hecho al respecto, que la generación de empleos está en manos de los emprendedores y de los innovadores, pero en nuestro país hay una muy baja cantidad de patentes por habitante, un casi nulo ingreso por royalties y licencias y muy pocos investigadores.

        Por ahora lo único auspicioso es la muy buena temporada turística en 2018.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Cataluña: Otra vez a fojas cero


        Cataluña lleva ya dos meses intervenida por el artículo 155. Los dirigentes independentistas están en la cárcel o en el exterior. La campaña electoral que buscaba que los catalanes dejaran atrás al separatismo, lo único que logró fue una participación record del 80%, en unas elecciones que fueron en un día laborable.
        Todo volvió a fojas cero.
        Si se observa el hecho de que si bien Ciudadanos gana con 37 diputados como el tercio mayor, no logra evitar que entre los independentistas sumen 70 diputados. Esta situación hace que Cataluña sin un acuerdo será ingobernable.
        El nuevo Legislativo regional quedará con 37 diputados de C's, seguido por Junts per Catalunya (JxCat) con 34 bancas, la lista electoral del ahora destituido president Carles Puigdemont, y la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con 32. El mal rendimiento del Partido Popular (3 escaños) y el desempeño regular del Partido Socialista Catalán (17) -las otras fuerzas que favorecen la unidad de España- no alcanza para lograr una alianza sólida que pueda encabezar un gobierno, a diferencia de los separatistas (eso, si superan sus diferencias). Fuera de todos los cálculos quedó el partido antisistema, Candidatura d'Unitat Popular (CUP), que perdió más de la mitad de su representación y quedó con 4 bancas. Y CatComú-Podem, la alianza entre el populista Podemos y el partido de la alcaldesa de Barcelona, que queda con 8 diputados y que no ha declarado si será independentista o unionista.
        Lo llamativo aquí es que tanto constitucionalistas como independentistas festejan los resultados como si fuera su propia victoria.
        "Por primera vez en Cataluña ha ganado las elecciones un partido constitucionalista y ha sido Ciudadanos", dijo Inés Arrimadas, líder del partido en la región, mostrándose como la gran triunfadora de los comicios.
        En tanto desde Bruselas, Puigdemont dijo: "Mariano Rajoy y sus aliados han perdido. Han perdido el plebiscito que buscaban para legitimar el 155" y sostuvo "La república catalana ha ganado a la monarquía del 155. El Estado español ha sido derrotado”.
        El que no hizo declaraciones fue Rajoy, con un Partido Popular catalán que pasó de 11 diputados a 3.
        Por el otro lado el PSOE apenas creció un diputado y pasó de 16 a 17.
        "No hemos conseguido una mayoría alternativa al bloque independentista", lamentó Miquel Iceta, candidato de la rama regional del PSOE, el PSC.
        La primer interpretación de estos resultados es el hecho de que tanto  el anarquismo anti sistema de la CUT, que perdió más de la mitad de su representación y quedó con 4 diputados, como el Partido Popular, fueron los grandes perdedores de la jornada.
        Por el otro lado, si se suman las fuerzas independentistas resultan ser mayoría, pero separadas posibilitan el triunfo de Cambiemos, como el tercio mayor.
        "Sigue la incertidumbre que las elecciones no han logrado resolver. Una incógnita es qué pacto lograrán en una situación tan tensa entre los diferentes partidos independentistas. Otra es si Puigdemont vendría a ocupar su escaño. Si no, lo perdería y ahí acabaría su aventura política", sostuvo Leticia Ruiz Rodríguez, académica de la Universidad Complutense de Madrid..
        Si se lo mira desde el “triunfo” separatista, se puede apreciar que Junqueras y Puigdemont se han enfrentado a través de los medios. El primero le reprocha al otro haberse ido del país en lugar de enfrentar la justicia como lo hizo él. Un eventual gobierno autonomista carece de unidad necesaria entre las dos formaciones que lo componen y podría resultar poco fácil de llevar.
        La opinión pública catalana está cansada de girar en el vacío, en una competencia en donde cada bando dice verdades a medias y como es sabido, dos verdades a medias, forman una gran mentira.
        Así, para los independentistas la culpa de que los capitales se hayan retirado es por la aplicación del Artículo 155 y el eventual “golpe de estado”, como definen a un instituto constitucional. En cambio para los constitucionalistas fue la declaración unilateral de independencia (DUI), la que corrió a los capitales de Cataluña.
        Porque hubo DUI, hubo Artículo 155 y los capitales ya se estaban yendo antes de la instauración del instituto constitucional. Con su aplicación, se aceleró la huida.
        En Canadá, hubo un referéndum por la autonomía, que Quebec perdió y sin embargo, los capitales que se fueron, no volvieron más.
        Lo llamativo de estos resultados es que el partido que no controla ninguna alcaldía y es la cuarta fuerza política en España, como es Ciudadanos, se haya convertido en la fuerza más votada en Cataluña. Pero con 37 diputados, contra 34 de Puigdemont, 32 de Junqueras y cuatro de la izquierda anti sistema, también independentista, quedo virtualmente sin posibilidades de gobernar.
        Los secesionistas consiguieron sumar 70 de los 135 escaños, dos más de los requeridos para mayoría absoluta.
        Si bien la dirigente de Cambiemos Inés Arrimadas, consideró que quedó claro "que la mayoría social de los catalanes está a favor de la unión", la calculadora en términos aritméticos indica que no es así.
        Las cuentas no cierran porque no suman la mayoría necesaria para llegar al Ejecutivo.
        Si se mira el panorama político a la luz de estos resultados, hay que reconocer que la estrategia de Puigdemont de huir a Bruselas, no tiene nada de cobarde, porque Bélgica es la caja de resonancia para ser escuchado en Europa. Logró incluso figurar en la noticia internacional y ser tapa en los diarios de todo el mundo.  Yendo para Bruselas sabía para donde tenía que ir.
        Por el otro lado, esa división de roles, en donde uno está preso y el otro “exilado”, le dio enormes réditos políticos, porque estar de víctima da resultados inmediatos.
        Por las peculiaridades del sistema electoral catalán con menos del 50% de los votos, los independentistas suman, sin embargo, más de la mitad de los escaños; lo que indica que si Rajoy hubiera permitido el referéndum, el separatismo hubiera perdido, por estrecho margen, pero perdido al fin.
        Un dato interesante es el hecho de que los separatistas suman 70 diputados, cuando para tener mayoría absoluta se requiere 68. Pese a eso hubo una caída en la intención de voto, porque en la legislatura anterior sumaban 72 escaños.
        Otro dato significativo por lo novedoso es que las 18 personas que están investigadas por el proceso independentista -los cinco huidos en Bruselas, los tres encarcelados y el resto que están en libertad- consiguieron un escaño en el Parlamento.
        Si bien como consideró Arrimadas los independentistas "nunca más podrán hablar en nombre de Cataluña", el constitucionalismo no la tiene nada fácil y con este bloqueo político que deviene de los resultados electorales del 21 de diciembre, no es nada improbable que en la próxima tengan su revancha.
        El hecho cierto en todo esto, es que por más fuerzas que acumulen habilidosamente siguiendo una estrategia en donde presos, auto exilados y salidos de la cárcel juegan un rol muy bien pensado hay una serie de dificultades por las cuales Cataluña no puede ser independiente.
         En primer lugar, porque no tiene reconocimiento internacional. Es, si se quiere, una aparente paradoja. Para ser nacionalista hay que tener apoyos en el exterior y Cataluña está sola.
        “Sin apoyos internacionales, ninguna independencia es viable”, sostiene el politólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Pepe Fernández Albertos.
        Estados Unidos reiteró que Cataluña es una parte integral de España, Francia mostró su apoyo al presidente Mariano Rajoy, Reino Unido manifestó su voluntad de que se respete la Constitución y la unidad de España, y Alemania dijo no reconocer la declaración de independencia y respaldó las medidas del gobierno central.
        Según Pepe Fernández Albertos, lo que complica a Cataluña es el status internacional de España y su pertenencia a la Unión Europea.
        Si España fuese "un país hostil, con enemigos, que creara problemas internacionalmente, que hubiera grandes poderes internacionales deseosos de enfrentarse al Estado español, eso crearía una ventana de oportunidad, pero en el contexto internacional, España es visto como un país que no da problemas (...) Esto hace que sea inviable que alguien se alíe con la causa catalana", sostiene.
        Tampoco ayuda al independentismo la metodología que es opuesta al constitucionalismo de la Unión Europea.
        En segundo lugar, el tránsito hacia un país independiente es oneroso y Cataluña depende del financiamiento del poder central.
        El 90% del sistema tributario catalán corresponde al Estado español. Cataluña dispone de una agencia tributaria pero los impuestos que recauda son muy pocos, sostiene  la economista Elisenda Paluzie, de la Universidad de Barcelona (UB).
        Todos consideran que tendría que crear un sistema tributario propio y carece de tecnología y gente capacitada porque el que existe en un 90% pertenece a España. De independizarse ¿A quién pagaran sus impuestos los catalanes?
        Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, pone este ejemplo básico y elemental. "A partir de noviembre, los autónomos tienen que pagar el impuesto de valor añadido (...), ¿sabe el gobierno catalán de quién tiene que cobrar si quiere actuar como un nuevo Estado?, ¿sabe a quién tiene que pagar si quiere actuar como un Estado que lo distribuye?".
        "Las bases de datos hasta ahora las tiene el gobierno de Madrid -explica-. El gobierno de Madrid, la agencia tributaria, sabe de quién tiene que cobrar y cuánto. El gobierno de Madrid a través de la seguridad social sabe a quién tiene que pagar las pensiones, a quién los subsidios de paro. No digo que eso es algo que haya que esperar que sea efectivo en los próximos meses, pero es una dificultad".
        En tercer lugar, la otra dificultad que tiene Cataluña para ser independiente es que la sociedad está divida y la situación generada rompe el contrato social.  Por más mayoría parlamentaria el separatismo no alcanza al 50%.

        Una sociedad partida en dos es difícil de gestionar.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Argentina: otra vez la plata dulce

     
        Mientras en el Uruguay el atraso cambiario es de un 15%, según los especialistas y el dólar debiera estar aproximadamente a 33 pesos, en Argentina el atraso es de un 38% y el dólar debiera estar a 24 pesos argentinos.
        Este mayor retraso genera que para los argentinos el Uruguay les resulte barato y esa es la causa por la cual ésta será muy probablemente, la mejor temporada turística en años que tendremos.
        La diferencia económica entre Argentina y Uruguay radica en que si bien tienen una estructura productiva que compite, dependen de factores diferentes. En Argentina las empresas formadoras de precio son las exportadoras que se ven obligadas a trabajar con el mercado interno, en cambio en el Uruguay las empresas que forman los precios son las importadoras.
        Este hecho genera que el más mínimo corrimiento del dólar en una economía que depende de lo importado, genere inmediatamente un aumento. En el Uruguay, por su pequeñez, no hay inflación de demanda, sino inflación de costos.
        En cambio en Argentina hay inflación de costos –depende del insumo importado para trabajar‑ y además inflación de demanda.
        Si a esto se agrega la presión corporativa que ejercen las empresas formadoras de precio, reducir la inflación es virtualmente imposible, porque lo que nadie dice es que el gobierno –ningún gobierno en Argentina‑, controla la inflación.
        Si tenemos en cuenta que el déficit fiscal en Argentina, según la Asociación Argentina de Presupuesto  ya suma  $ 347.826 millones, 85% más que un año atrás, vemos que se ha entrado en una espiral acelerada al endeudamiento imparable.
        Además, los gastos corrientes crecieron un 30,7%, los gastos de capital un 35,3% y los intereses de la deuda un 60,5% y en cambio, los ingresos aumentaron solo un 22,3%, por lo tanto, se puede entender fácilmente que la situación es una bomba de tiempo a futuro.
        Plata dulce, como en la película de Fernando Ayala.
        Mientras el déficit fiscal en Argentina está por encima del 7%, en el Uruguay ronda en el 3,6%. Esto hace que el Uruguay para los uruguayos sea caro y a nivel regional tenga en cambio cierta competitividad en la paridad de los poderes de compra.
        Este fuerte desequilibrio en la paridad monetaria del país vecino explica que Argentina tenga en este momento una fuerte suba de las importaciones con las exportaciones creciendo por debajo.
        El crecimiento importador, sin un correlato en las exportaciones ahonda aún más el déficit fiscal, que según los entendidos podría alcanzar los 8 mil millones de dólares. Si a este déficit en la balanza comercial, se le agrega el de la balanza de pagos, este año podría ascender a los 24 mil millones de dólares. Lo que en buen romance significa que Argentina está sobregirada, gastando por encima de sus ingresos.
        Aquí se abren varias posibilidades. Una es pensar que no hay peligro a corto plazo, porque todavía existe la posibilidad de colocar bonos en el exterior. Otra la de quienes sostienen que si Estados Unidos comienza a subir las tasas de interés la deuda se volverá impagable y estará nuevamente en un escenario como el del quiebre del Plan Austral o el del fin de la convertibilidad.
        Más allá de este hecho cortoplacista y circunstancial que se estima que durará de aquí a dos años, financiar los gastos con endeudamiento le quita toda viabilidad al modelo económico que defiende el gobierno. Porque esa ventana abierta al financiamiento externo se encontrará en determinado momento que Argentina es un barril sin fondo.
        En este contexto, decir como sostiene Dujovne que va a bajar la inflación y que los jubilados a la larga van a ganar más aunque ahora ganen menos, es mentir cruelmente, porque a la larga el modelo de endeudamiento para financiar el gasto público a lo único que conduce es a que el operador económico dispare de la moneda argentina y se refugie en los dólares, como lo ha venido haciendo hasta ahora.
        Frente a esta situación, para bajar la inflación el gobierno sube la tasa de las Lebac al 28,75% y genera un efecto colateral que agrava la situación. Al existir menos pesos hay más oferta de dólares, acentuando un efecto que los argentinos conocen como el generado por Martínez de Hoz, en este caso sin tablita, bajo flotación sucia, es decir, con intervención del Banco Central.
        Esta realidad, que lo favorece al Uruguay circunstancialmente, abarca a todo el sector turístico y hace que las ventas de pasajes al exterior en Argentina lleguen a niveles récord y la compra de dólares para viajes y atesoramiento alcance a unos US$ 30.000 millones en el año.
        Cuando se desmadre el escenario y llegue la hora de la verdad, por más que el gobierno uruguayo diga que hoy la economía no está más anclada a la Argentina, no es nada improbable que siete meses después de una devaluación en el vecino país, como ocurrió en 1982, u ocho meses luego, como sucedió en el 2002, Uruguay se vea obligado a tomar medidas drásticas para frenar la fuga de divisas.
        El tema es muy simple, son los grandes capitales de las multinacionales quienes repatrian la divisa y la envían a la casa matriz, y seis, siete u ocho meses más tarde, también la retiran del Uruguay.
        Es evidente y lo dio claramente a entender el ex ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay, que si las importaciones crecen en volumen un 20% anual y las exportaciones no crecen, la situación económica es un verdadero barril de polvora llamado a estallar a la larga y a la no tan larga.
        Quantum sobre la rentabilidad de las Lebac sostiene que "Con los últimos días, el rendimiento esperado en dólares y en pesos ajustados por inflación trepa a más del 10% anualizado". El sentido común en economía financiera indica que no existe en ningún lugar del mundo tasas de interés positivas, siempre son negativas en comparación con las tasas de interés norteamericanas. Si poner el dinero en las Lebac tiene esa rentabilidad, el día que los ahorristas quieran pasarse a dólar, Argentina les estaría pagando mucho más de los intereses que paga por deuda externa y ante la inminente fuga de divisas, estaría nuevamente en un feriado bancario y en el corralito y/o el corralón.
        Más allá de todo esto, no es serio en economía decir que se quiere bajar la inflación y aumentar las tarifas públicas, cuando hay sobrados estudios técnicos que demuestran que las tarifas, al ser un bien no transable, son transferidas al cliente y representan la no deseada inflación de costos, que termina afectando a todo el consumo en su conjunto.
        Con una inflación estimada del 16% para el año que viene, con un dólar que continúa atrasándose, con el hecho de que de cada 7 dólares que entran en Argentina, uno va para inversión real y el resto para la especulación financiera, con la dura realidad de que un dólar de cada cuatro va para la adquisición de maquinarias y bienes de capitales y los restantes, para comprar combustibles, autos, motos y bienes de consumo,  por más que los banqueros mundiales sostengan que el nivel de deuda pública argentina es bajo, comparativamente considerado y por eso es merecedora de recibir créditos desde el exterior, esta realidad va a estallar y de la peor forma, a la Griega, en donde la banca mundial los endeudó a sabiendas que le estaban prestando, más allá de sus posibilidades de cobro.
        El endeudamiento puede ser una inversión, cuando se lo dirige a la maquinaria, los bienes de capitales o en la tecnificación agropecuaria y aumenta, por ende, el nivel de productividad para exportar y traer divisas, pero este tipo de endeudamiento para la volatilidad financiera y el consumo suntuario es, como se dice vulgarmente, pan para hoy y hambre para mañana.
        Argentina vive un proceso que los economistas llaman de "stop and go” ‑detente y sigue‑, mejor conocido entre nosotros como de plata dulce y no hace falta ser muy entendido para saber a donde conduce.

       
       
       

        

martes, 19 de diciembre de 2017

El malestar en la civilización actual


        Lo que la globalización ha venido generando en lo que va de los últimos 20 años, ha sido un progreso único en la historia universal. Se ha dicho, no sin razón, que la humanidad avanzó más en estos 20 años, que en 2000 años de historia.
        Es un avance esencialmente científico y técnico, que se enmarca, lamentablemente, en un enorme retroceso cultural y social. En este sentido, si partimos de la base que la evolución humana no es lineal, en el sentido comptiano del término, sino en espiral, de acuerdo al concepto hegeliano de la dialéctica de los procesos, se puede considerar, entonces, que las épocas de retroceso, son momentos de avance latente y encubierto. Lo que se expresa como degradación de las matrices sociales, son instancias que encubren un salto cualitativo en la próxima etapa.
        El único hecho lineal hasta ahora ha sido el avance tecnológico que ha venido a cambiar nuestra manera de estar posicionados en la vida.
        Hoy vivimos en una sociedad, como ya entreveía David Riesman en “La Muchedumbre Solitaria”, en donde el individualismo de cada miembro es parte de la gran masificación en que vivimos. Aunque parezca contradictorio, hablar de masificación individualista, no es para nada descabellado.
        El hombre masificado de nuestro tiempo, sostiene Riesman, cuando lo observamos individualmente, se nos aparece como aquel que toda su vida se mueve en torno a un giroscopio, girando a gran velocidad sobre su propio eje.
        La muchedumbre solitaria sería, entonces, para este autor, la expresión del desarrollo económico y de la ruptura y des cuajamiento de las matrices sociales tradicionales.
        El concepto de modernidad en todos sus aspectos, desde la formación de pareja, a la manera autística de divertirse “enchufándose” a algún dispositivo, pasando por la forma tecno estructurada de trabajar, es lo que conduce a la formación de una sociedad, en la que cuanto más junto se está, más distanciado se vive.
        Todo esto tiene un correlato político, visualizaba ya Riesman en 1950 y divide a la sociedad en dos tipos de personas: Las dirigidas por sí misma y las dirigidas por otros, en donde ese individualismo egocéntrico hace que los que están manejados por los demás, crean que están dirigidos por sí mismo, cuando en realidad, todo lo que hacen es mimetizarse para no sentirse diferentes a los otros.
        En los tiempos de Riesman se vivía todavía  bajo los conceptos de la era industrial, la enseñanza taylorista y el trabajo fordista, hoy la tecnología vino a generar un nuevo clima o atmósfera, sociósfera le dice Alvín Toffler.
        Sin embargo, como bien decía Arthur Schopenhauer, en “El Mundo como Voluntad y Representación”, el hombre siempre va a estar incómodo en el mundo. Si vive bien sufre de amores y de incomprensiones y si vive mal padece en todos los aspectos de la vida. Nunca la humanidad se va a sentir feliz, sea cual sea la situación en que se encuentre y solamente al mirar hacia atrás suele creer, que allí sí era dichosa, cuando cualquiera sabe que las cosas no eran como luego el recuerdo al desdibujarlas viene a traerlas a la memoria.
        Si en los comienzos de la Revolución Industrial ‑1850‑, el control era de carácter sexual y la era victoriana lo que hizo fue darle forma y contenido a los mecanismos represivos e incluso intromisivos en la intimidad de las personas, durante la segunda etapa expansiva que se abre a nivel financiero en 1870, las formas de control pasan a ser de carácter político y la prensa y los partidos políticos se convierten en los articuladores de la opinión pública.
        Hoy en día el control ya no es más ni sexual, ni político, sino esencialmente técnico, desde las cámaras filmadoras en todas partes, hasta el ciber espionaje. La libertad hoy en día, como ya lo preanunciara Hebert Marcuse en 1968, es una libertad vigilada. Se puede decir, pero no se puede hacer.
        Más allá del hecho de que las formas propias de la era industrial, -grandes manifestaciones, discursos públicos, conferencias, publicaciones, propaganda en los diarios, acción política de carácter activista‑, se han vuelto obsoletas por el cambio de mentalidad que la tecnología vino a generar,  aparecen nuevas formas de malestar, que van desde el fundamentalismo religioso, el independentismo o las actitudes anti sistema.
        Si partimos de la base que el hombre es un ser bio‑psico‑socio‑cultural y lo miramos desde el punto de vista biológico, por ejemplo, vemos que las modalidades de goce sobredimensionan al propio cuerpo como objeto de valor o el placer hedonista se da bajo la necesidad de una satisfacción inmediata en relación con un mundo de objetos a consumir, que termina mediatizando la relación con los demás. Esa necesidad de satisfacción sin mediatización, ni plazos, conduce en el plano orgánico a que la obesidad sea la enfermedad prevalente de nuestro tiempo. El mundo se le aparece, al hombre y la mujer que solo quieren gozar, como una gran bocanada que hay que llevarse a la boca para ser feliz.
        En el plano psicológico esto conduce a que el goce solamente busque la descarga, y esto vuelve innecesario la necesidad de simbolizar las cosas con la mediación de la palabra. Es un mundo que psicológicamente se ha quedado sin palabras.
        Al vivir cada cual por encima de sus posibilidades la depresión se ha vuelto la enfermedad psicológica por naturaleza de nuestro tiempo y tiene también, este vivir más allá del principio de realidad en un perpetuo goce, su correlato en economía. Todo el mundo está sobregirado y endeudado.
        Si se lo mira desde el punto de vista social este autonomismo de los que giran como en un giroscopio, siempre sobre sí mismos, se nos presenta como seres que no tienen historia, ni tienen legado simbólico, ni pueden ya remitirse a ninguna biografía, ni tampoco tienen atrás a alguna tradición que los sostengan. No hay nada que lo garantice hacia atrás, y está su vida entera entregada al acto de gozar.
        Desde el punto de vista cultural, la política se ha vuelto un bien de consumo como cualquier otro, en donde cada cual compra el relato que quiere. La pos verdad –oír lo que uno quiere escuchar‑, es la consecuencia de la actividad política vivida como si fuera una película, una canción, un libro o una obra de teatro. Esa es la causa por la cual en Argentina Durán Barba recomienda no discutir en televisión durante las campañas electorales, porque al ciudadano, esto es, al consumidor de relatos, no le resulta placentero ver gente que se pelea entre sí.
        Hemos pasado de las grandes ensoñaciones políticas, utopías, a la búsqueda de respuestas en el plano de lo personal. De los discursos pensados para la gente en su conjunto, el pueblo, a la comunicación en redes.
        El gran acierto de Durán Barba que posibilitó el triunfo de Macri en Argentina, fue haberle dado contenido a aquello que decía Antonio Machado: “Si te diriges al pueblo, te diriges a todo el mundo y entonces nadie se dará por aludido, pero si te diriges al hombre, entonces sí, todo el mundo se dará por aludido”.
        Esta nueva fenomenología de la subjetividad, hace que por ejemplo, en los locales políticos, cuando llega la campaña electoral hay que aplicar un principio que hoy se recomienda para todos los comunicadores que hacen política. 1) No digas nada. 2) No insultes a nadie. 3) Si te insultan, no contestes.
        Esta situación es novedosa en la historia, porque hasta ahora la política exigía un planteo, una propuesta y una hoja de ruta que se daba a conocer en las campañas electorales. Hoy conviene no decir nada importante, porque cualquier cosa puede ser mal interpretada, como se ve con claridad en las redes sociales en donde el odio circula a mayor velocidad que la solidaridad.
        Se perdió el hilo de Ariadna conductor entre la identidad social de las personas y la identidad política. Lo que Real de Azúa llamaba clivaje.
        En ausencia de un anclaje caracterológico, ya las opciones no coinciden con lo que tradicionalmente se llamaba intereses de clase. Aquellos seres, como decía Hebert Marcuse eran el hombre organización, en donde lo que importaba era la posición corporativa, que se disfrazaba de ideología o de principios.
        Ya no hay partidos de clase, ni nadie está buscando cambiar las estructuras, transformar la sociedad, hacer la revolución o dar vuelta la tortilla. La gente está descreída de la política y cuando observa el escenario que se le ofrece, se maneja por factores emocionales.
        No estoy diciendo que el Uruguay haya entrado en esta fase de las cosas, pero evidentemente Argentina y Chile son indicadores clarísimos de los cambios que devienen del malestar en la civilización, que no significa un malestar contra la civilización.
        Hoy ya no existe más el hombre medio, que como decía Miguel de Unamuno, tenía tanto sentido común, que se olvidaba de pensar. Y cuando se veía obligado a cambiar la manera de pensar, como no podía, se emperraba en no cambiar de tema. Hoy las identidades colectivas que convertían a la vida social en algo simple, sencillo de entusiasmar y fácil de predecir, se han transformado en identidades múltiples y lo difícil justamente es acostumbrarse a vivir en la diversidad: un mundo en donde el comportamiento de los demás dejó de ser predecible.
        Hoy lo que unifica a la gente, no es el ámbito de trabajo. Antes, la pregunta dónde trabajás, decía todo de la persona, hoy la interrogante, qué cosas te gusta, es decisiva para entender a los demás.
        El individuo ya no tiene una identidad en función de lo que realiza en el ámbito laboral, sino en lo que hace al salir del trabajo.
        La política en este sentido ya no es un camino de redención hacia el paraíso terrenal de una sociedad más justa, sino la capacidad de gestión que se tiene para satisfacer las necesidades que cada ciudadano se ha forjado para sí.
        Hoy lo que se precisa en política es identificar el tipo de trayectoria vital que predomina en el electorado y tratar de captar los temores que la gente tiene.
        Como el cambio tecnológico –lo que los chilenos llaman, la revolución callada de la ciencia‑, genera vértigo en las actualizaciones permanentes que exige y también angustia ante lo indeterminado de un futuro robotizado, a nadie le interesa las ideas radicales del revolucionarismo, que entusiasmaba tanto en otro tiempo.
        Así de fácil son las cosas ahora, así de difíciles también.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Bachelet-Piñera-Bachelet-Piñera. 16 años de alternancia política en Chile.

         
        El próximo 11 de marzo los chilenos verán una escena que ya conocen. Bachelet le entregará la banda presidencial y el bastón de mando a Piñera, así como éste se la entregó a ella, hace cuatro años atrás.
        El balotaje en realidad confirma lo que ya se sabe en politología, que cuando la ventaja que el favorito le lleva al otro candidato sobrepasa el 10%, nunca se ha dado el fenómeno de que gane el no favorito. Aquí la relación era de un 36% para Piñera y de un 22% para Guillier, ahora la distancia que inicialmente era de un 14% a favor de Piñera, se mantiene en un 9%.
        Sebastián Piñera se impone con el 54,57% ante un Guillier que alcanza tan solo el 45,43%. Se podría hacer una lectura diferente y sostener que si bien ganó Piñera, Guillier logró acortar la distancia de un 14% a un 9%. Pero también habría que decir que el 45,43% de Guillier es la suma de su 22%, más el 20% del Frente Amplio y en cambio el 54,57% de Piñera, es su 36%, más el 8% de José Antonio Kast, más un 10% de electorado que logró ganar. De todos modos sería una observación menor, que confirma el aserto de que cuando la relación es de más de un 5%, gana siempre el favorito.
        El desencanto del centro derecha era no haber llegado al 45% estimativo, pero se perdía de vista que si se sumaba el 36% de Piñera, más el  8% de José Antonio Kast, se estaba en el ansiado 44%. Además Kast se puso al otro día a disposición de Piñera para ganarle a Guillier.
        Las encuestas no se animaban a dar por ganador a Sebastián Piñera y razonaban como si estuvieran en 3% de diferencia, que ahí sí, se podría hablar de empate técnico.
        El resultado también desmiente la presunción de que una mayor participación favorecía a Guillier, porque representa a sectores más politizados y activos. Esta vez sobrepasó la primera vuelta (que fue de un 46%) y superó el 50%. Hubo 350 mil más votantes en esta segunda vuelta y el triunfo fue el opuesto al que se había predicho. Lo que está indicando que los cambios en la modernidad que se fueron generando en estos últimos años, han generado un electorado en el siglo XXI muy diferente al tradicional del siglo XX.
        Creer que existe un eje ideológico que va de la izquierda a la derecha y eso explica el comportamiento de los votantes, es no tener en cuenta que son las reacciones morales ante planteamientos específicos lo que conecta al candidato con el votante. Es creer que existe un voto cautivo como en el siglo XX en donde los pobres votaban la izquierda y de la clase media para arriba la derecha. Hoy el votante no quiere planteos prospectivos a futuro, sino soluciones actuales a la realidad en que vive. Prioriza la política de gestión y no ya la ideología.
        Significativo es el hecho de que ya en la primera vuelta la participación fue alta en la zona oriente de Santiago, donde reside la población de más altos ingresos, pero disminuyó en los municipios más pobres. Lo que el balotaje confirma es que ese 4% de mayor participación favoreció a Sebastián Piñera, porque entre Sánchez y Guillier ya estaban en el casi 45% actual.
        Esta vez logró revertir la tendencia decreciente en la participación del electorado y se convirtió en el Presidente electo con la mayor votación -casi 3 millones 800 mil sufragios-, en más de dos décadas, superando ambas elecciones de Michelle Bachelet,
        El triunfo de Sebastián Piñera se da en el marco de una de las elecciones más reñidas en la historia de Chile.
        En esta polarización hubo un fracaso en el discurso de la izquierda, que representa Beatriz Sánchez. Llegó a decir que votaría por Guillier, no por sus propuestas, sino como un voto “anti Piñera”.
        Eso es de una torpeza muy grande en política, porque el voto no es una pedrada que se lanza contra otro, sino una propuesta que el ciudadano compra esperanzado en un futuro mejor.
        Las campañas por la negativa –ellos no se dan cuenta‑, terminan favoreciendo al que se quiere perjudicar, porque implica la claudicación de la propia capacidad de propuesta y significa darle un mayor protagonismo al rival.
        La gente vota soluciones a sus problemas y no un discurso anti otro, que en vez de ser parte de la solución, es parte del problema.
        Otro error de Guillier fue exhibirse junto al ex presidente uruguayo José Mujica, creyendo que así ganaba a los sectores del Frente Amplio, cuando la cercanía de Mujica con el chavismo es algo que espanta a todo el mundo. El mismo error que cometió Scioli al final de su campaña. En este nuevo escenario que está surgiendo en la región,  sea o no el fin de la ola “progresista”, con Mujica no suman, restan.
        “Chile necesita acuerdos más que enfrentamientos”, declaró con fino olfato político Sebastián Piñera minutos antes de las 21, en el hotel Crowne Plaza del centro de Santiago, donde se había armado su comando.
        Más allá de éste histórico triunfo del centro derecha, que solo una vez con Piñera había logrado llegar al gobierno en democracia, comienza una nueva etapa en Chile, signada por el hecho de que el nuevo gobierno no tendrá mayoría parlamentaria para gobernar.
        Educación universitaria gratuita, reforma de los sistemas de salud y de jubilaciones, matrimonio igualitario, migración y un litigio marítimo con Bolivia en La Haya son algunos de los desafíos que aguardan al próximo presidente de Chile.
        El pobre crecimiento económico chileno de estos años (1,8%), frente al 5,3% anual en promedio del gobierno de Piñera 1, tiene su base en la caída del precio del cobre, que ahora comienza a mejorar y al recuperarse, muestra las primeras señales positivas. El hecho de que el precio del metal se ubique por encima de los 3 dólares la libra física durante 2018 es la gran noticia del nuevo gobierno.
        "Un nuevo ciclo de precios de alza del cobre y otros 'commodities' podría extenderse fácilmente hasta mediados de la próxima década", gracias al crecimiento de China, responsable del 50% de la demanda global, y del boom de fabricación de autos eléctricos, sostiene el director de la consultora Plusmining, Juan Carlos Guajardo.
        Chile produce un tercio de la producción mundial de cobre y en 2018 va a alcanzar 5,4 millones de toneladas de cobre fino. “El gran desafío es saber si se va a mantener ese nivel e incluso subirlo para satisfacer la demanda", dice el vicepresidente de la Comisión Chilena del Cobre, Sergio Hernández.
        Más allá de este nuevo viento de cola que favorece a Sebastián Piñera, se va a encontrar ante un Congreso dividido en tres bloques con dos grandes agrupaciones que no le harán la vida fácil.
        “El primer desafío para el presidente será asegurar la gobernabilidad. Tenemos una gran pérdida de legitimidad de la clase política, un divorcio muy grande con la ciudadanía”, señala el economista y analista político Marco Kremerman.
        En Chile para aprobar leyes fundamentales sobre el destino de los recursos económicos se precisan mayorías especiales o “super mayorías” en el Congreso.
        En este sentido según el analista Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, es posible que el plan de políticas públicas de Piñera “se apoye más en los ministerios que en el Parlamento y que sea un gobierno más ‘Ejecutivo’ y menos ‘Legislativo’”.
        El triunfo de Sebastián Piñera, como el de Mauricio Macri parecería que están dando una señal sobre la capacidad que deben tener los dirigentes políticos para ganar. Porque de todo esto se traduce una buena lección política para el período que comienza a abrirse a nivel regional. Si bien es necesario tener un modelo de sociedad en mente, hay que saber traducirlo a un lenguaje capaz de conectarse emocionalmente con la población.

        

martes, 12 de diciembre de 2017

Brasil: privatizaciones, reforma laboral e inestabilidad política.

         
        Brasil, la novena economía mundial, con una ola de privatizaciones que ahora tiene en mira los tesoros naturales del país, cadenas de hoteles, las cataratas del Iguazú, en donde entran cientos de islas, riberas marinas y parques naturales vírgenes para el turismo, se encuentra ante el enorme desafío de reducir la presencia estatal en la economía, empezando por el hecho simple de que en algunos distritos federales ya no tienen, ni siquiera para pagar los sueldos.
        Piensan privatizar virtualmente todo, rutas ‑fundamentalmente en el área de Mato Grosso y de la Amazonia‑, terminales de cargas en los puertos de Paranaguá y Belém, la principal empresa de electricidad –Electrobras‑, una lotería y hasta la Casa de la Moneda, además de una inmensa reserva del Amazonas que ahora será abierta a la explotación mineral de la Reserva Nacional del Cobre y sus Asociados (Renca), entre los estados amazónicos de Pará y Amapá. Se trata de un área de casi 47.000 kms2 (más grande que Suiza), rica en cobre, oro y otros minerales, que había sido creada durante la última dictadura militar por su valor estratégico. Además serán puestos en venta 13 aeropuertos, incluidos el metropolitano de San Pablo, Congonhas, uno de los de mayor tráfico del país, así como las terminales de Recife, Maceió, João Pessoa y Cuiabá. También están incorporados al programa de ventas y de concesiones 57 activos estatales.
        "Brasil tiene centenares de áreas que son patrimonio del Estado, que no tienen nada instalado y con un gran potencial turístico", sostuvo el ministro de Turismo, Marx Beltrãao.
        En un gran país de contrastes como es Brasil, mientras el país aspira a potenciar el turismo, Río de Janeiro –la otrora capital nacional y luego la capital del turismo‑, se sumerge cada día que pasa en una espiral de violencia narco que le exigió al gobierno a sacar el ejército a la calle.
        La deuda pública del gigante del Norte abarca el equivalente al 80% de su Producto Bruto Interno, lo que significa que si quisieran pagarla toda la sociedad tendría que estar casi un año sin comprar, ni comer nada.
        Ante este panorama de crisis la reforma laboral aprobada en Brasil en julio pasado, entre otros puntos aporta flexibilidad para contratar y desvincular trabajadores. Es una reforma que deja atrás los convenios colectivos por sector de actividad y hace primar los acuerdos privados, amplía la posibilidad de tercerizar, faculta a las compañías a contratar trabajadores en forma zafral, pagando por día o por hora y flexibiliza las normas de despido.
        A su vez se autoriza a jornadas de 12 horas diarias, con descansos de hasta 36 horas.
        De resultas a esta circunstancia el salario medio del sector privado en 2016 fue de 1.365 dólares en Argentina, 570 dólares en Uruguay y 620 dólares en Brasil.
        Según el economista Dante Sica, director de Abeceb, Brasil orientó la reforma laboral con una mirada y un plan más alto dirigido a mejorar la productividad. En este sentido, no hay que perder de vista, como decía Celso Furtado, que “Brasil representa al parque industrial más grande del Tercer Mundo”.
        Para Dante Sica: “Se encaró una amplia reformulación de las reglas de juego, enfocada en flexibilizar el mercado laboral, atender la debilidad de la infraestructura, simplificar el sistema tributario y reducir la burocracia estatal y los obstáculos a la inversión extranjera en sectores tradicionalmente protegidos".
        Esta circunstancia le permite abaratar los costos de producción y genera una competencia desleal con los socios del Mercosur.
        Estas medidas de ajuste le permitieron salir de la peor recesión de su historia con un segundo crecimiento trimestral consecutivo en abril‑junio del 0,2%, gracias al repunte del sector servicios y al crecimiento en el consumo de las familias y esto después de 12 ejercicios negativos.
        En este contexto la industria se contrajo un 0,5% y el sector agropecuario no tuvo crecimiento, mientras las inversiones se redujeron un 0,7%,  la única mejoría vino por el lado del crecimiento de la demanda de un 1,4%, y que los gastos del gobierno cayeron un 0,9%.
        Existieron “algunos resultados macroeconómicos positivos a lo largo del trimestre, como la desaceleración de la inflación, la reducción de la tasa básica de interés y el crecimiento, en términos reales, de la masa salarial", según el Instituto de Estadísticas, IBGE.
        La inestabilidad política brasilera, generada por la revelación de casos de corrupción que involucran a los principales actores de la política, pone un sesgo de conflictividad adicional a este fenomenal ajuste muy difícil de digerir para ciertos sectores sociales.
        Ahora la prioridad del gobierno es la reforma previsional y la tributaria, en uno de los países más desiguales del mundo.
        Pese a este proceso de dura estabilización económica, Michel Temer no logra mejorar su imagen, con una popularidad de apenas el 5%.
        Con una grabación del empresario Joseley Batista admitiendo un pago de sobornos, cinco meses más tarde 251 diputados se impusieron sobre otros 233 para que no avanzara la investigación y lo desplazaran del cargo. Lo hicieron como manera de defenderse, porque también los legisladores están manchados de corrupción.
        En el afán tanto del parlamento como de la justicia por sostener a Temer también juega el hecho de que está sostenido, en gran parte para realizar el trabajo sucio que nadie quiere hacer, por no pagar costos políticos. No bien haga su tarea, no es nada improbable que corra la misma suerte de Dilma.

        Hoy la Unidad Europea mira con preocupación la inestabilidad que existe en Brasil, porque es inhibidora de un acuerdo comercial con el Mercosur.

El gran error de la oposición venezolana.

               La oposición venezolana acaba de caer en el mismo error que el que cometió el nacionalismo independiente y el batllismo en los tiempos de la dictadura de Terra.
        En las elecciones nacionales del 27 de marzo de 1938 decidieron abstenerse y Alfredo Baldomir adquiere sin mayores inconvenientes la mayoría de los votos emitidos y se convierte en Presidente de la República el 19 de julio de 1938.
        Si vemos el resultado de las elecciones constatamos que la fórmula Alfredo Baldomir‑Cesar Charlone, junto a la fórmula Eduardo Blanco Acevedo‑Eugenio Martínez, por el partido colorado obtuvo el 61.40% de los votos y la fórmula Juan José Arteaga‑Carmelo Cabrera, por el partido nacional, obtuvo el 32,10% de los votos.  Los abstencionistas apenas llegaron a los 1.200 votos.
        Si algo enseña la historia uruguaya es que aún en condiciones adversas, en donde el gobierno de facto corre “con el caballo del comisario” y utiliza “el látigo de 7 colas”, abstenerse, por más activista que sea ese abstencionismo, no deja de ser un error, porque en política nada es gratuito y no se regalan los espacios que se conquistan.
        Lo único que logran en Venezuela los opositores al no concurrir es que el oficialismo obtenga 305 de las 335 alcaldías.
        Si hubieron razones para competir en las elecciones regionales del pasado 15 de octubre, en donde se sabía que iban a existir irregularidades, porque son una constante de los diversos comicios que se han vivido en Venezuela, porqué ahora los grandes partidos opositores Primero Justicia (liderado por Henrique Capriles), Voluntad Popular (fundado por Leopoldo López) y Acción Democrática (presidido por Henry Ramos Allup), decidieron no participar en la contienda por las alcaldías.
        “Llamaron a la abstención, intentaron sabotear el proceso. Pudiéramos decir hoy: con el éxito de las municipales no pudieron. Más pudo el pueblo de Venezuela y tenemos que decir que las elecciones del 10 de diciembre fueron un éxito total para el país. Es la tercera elección en 140 días”, sostuvo Maduro, recordando la misma soberbia, con que el terrismo trataba a los abstencionistas.
        Si bien es cierto como dice Capriles que la gran apatía del electorado venezolano responde a la crisis institucional, en términos de concurrencia, la participación ahora disminuyó en un 11,6%, que se puede decir que ese es el abstencionista que siguió a los partidos de oposición y un 11,6% recuerda el triste resultado de los que siguieron el batllismo y el nacionalismo independiente en aquellas elecciones de 1938.
        A esto se agrega ahora la enorme inconstitucionalidad de Maduro al impedirle a los partidos opositores que se presenten de ahora en más, sólo por haberse abstenido en una elección, cuando la Constitución de Venezuela dice que quedan inhabilitados a la tercera abstención.
        La oposición venezolana a otra escala comete el mismo error que el anticastrismo, que aún cree en la lucha armada y que por esa vía al fracasar en su intento, fue barrida del escenario cubano facilitándole el camino a Fidel Castro.
        A esto hay que agregarle la profunda división y pérdida de liderazgo del bloque opositor. Al darle al oficialismo una elección sin competidores, lo único que lograron es reforzar su poder sobre las instituciones políticas, justamente cuando más cuestionado estaba ese poder.
        El gobierno ahora anuló el poder de la Asamblea Nacional, e instaló una Asamblea Constituyente que la sobrepasa en atribuciones. Estamos en las puertas de un gobierno de partido único, al mejor estilo cubano, en donde hay votaciones pero no elecciones.
        Ahora en la mesa de diálogo, en República Dominicana, a la cual están invitados los opositores ¿Cuáles van a ir, si los partidos que quedan proscriptos de la oposición forman parte de esa mesa de diálogo?
        No se entiende si la oposición se iba a abstener para qué formaron una mesa de diálogo, que ahora es inviable, porque están inhabilitados para participar en las elecciones de 2018.

        Es una verdadera lástima que la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que tuvo grandes éxitos en movilizar a la ciudadanía haya desaprovechado las oportunidades de consolidarse como una alternativa al chavismo. Primaron las pugnas personales entre los principales líderes políticos, antes que el objetivo de unificar esfuerzos para enfrentar el gobierno de Maduro.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Camino a un Brexit más sensato.


        En las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea para fijar los términos de la salida y poder pasar a la segunda etapa, existían tres temas claves.
        En primer lugar, los derechos de los nacionales de los 27 Estados miembros en el Reino Unido y de los británicos residentes en los 27 países de la UE.
        En segundo lugar, la factura que debe abonar el Reino Unido antes de irse y en tercer término la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte.
        En lo esencial Theresa May logra el acuerdo para salir de la Unión Europea y eso le garantiza, por ahora, su propia sobrevivencia política.
        Pero todo esto implica bajar a la dura realidad que el Brexit vino a generar sobre la economía del Reino Unido y que nada tiene que ver con lo que le hicieron creer al electorado que votó la salida de Europa.
        El Reino Unido aceptó, además, pagar 45 millones de euros para irse de la Unión Europea. No es nada improbable que se vean obligados a devaluar la libra esterlina, pero el pago deberá hacerse en euros.
        La piedra en el zapato del acuerdo eran las barreras regulatorias entre Irlanda del Norte, que si bien en un 56% votó por la permanencia en la Unión Europea, el partido mayoritario, el DUP, unionista y profundamente conservador votó por el Brexit.
        La otra opción era diseñar un traje a medida para Irlanda, pero eso no lo toleraría el DUP, que tiene los 10 escaños que Theresa May necesita para gobernar y a su vez le crearía problemas con Escocia, Gales y Londres abriendo un escenario conflictivo. La única forma de evitar una frontera en la isla es que el Reino Unido en su conjunto permanezca en el mercado único y la unión aduanera.
        Zanjado este asunto, ahora el equipo negociador europeo sostiene que contiene un progreso suficiente, como para que los líderes de los 27 países de la UE acuerden el pasaje a la segunda etapa de las negociaciones sobre los términos de la ruptura.
        Se trató de acordar un Brexit suave, en donde “En ausencia de soluciones pactadas, Reino Unido mantendrá un alineamiento completo con las reglas del mercado interno y la unión aduanera”, lo que significa que si no se aprueba otra cosa, el Reino Unido no será miembro del mercado único, de modo que si bien no puede participar en la confección de sus reglas, debe sí someterse a ellas.
        De esta forma estamos ante un Brexit blando, para evitar un salto al vacío.
        David Davis, el ministro británico del Brexit ha celebrado este acuerdo: "Hoy es un gran paso adelante para cumplir con el Brexit. Hubo mucho trabajo, pero estoy contento de que la Comisión haya recomendado ahora que se han hecho suficientes progresos", sostuvo.
        Boris Johnson el ministro británico de Asuntos Exteriores dijo al respecto: "Ahora tenemos el objetivo de forjar una relación profunda y especial con nuestros amigos europeos y aliados mientras permanezcamos fieles a los resultados del referéndum recuperando el control de nuestras leyes, moneda y fronteras para todo Reino Unido".
        En este sentido, el primer ministro irlandés Leo Varadkar sostuvo en rueda de prensa en Dublín: "Estoy satisfecho de que se hayan hecho progresos suficientes en las cuestiones irlandesas, los parámetros han quedado fijados ahora y son buenos”.
        Camino a un Brexit más sensato,  el Reino Unido tiene que irse de la UE como una sola nación y con una frontera suave con Irlanda.
        Según Donald Tusk, la Unión Europea estaría dispuesta a concederle al Reino Unido un período de transición una vez cumplido el plazo legal para abandonar el club. La condición sería que acate la totalidad de la legislación comunitaria y la competencia del Tribunal Europeo pese a estar fuera de la UE.
        Este completo alineamiento con las normas del mercado único es una opción más moderada del Brexit, pero igualmente compleja porque incluye los inconvenientes, pero ninguna ventaja a cambio. 
        Las negociaciones hasta ahora eran como un castillo de naipes al que se llegaba trabajosamente, pero el más mínimo viento lo derrumbaba.
        De aquí en más las negociaciones serán más difíciles y complicadas en el abordaje de las cuestiones comerciales, porque como bien se sabe, el diablo está en los detalles.