martes, 3 de noviembre de 2009

Mis razones para votar a Lacalle en el balotaje.



Soy consciente del hecho de que como estamos en presencia de una irracionalidad raras veces vista en la historia política desde los tiempos de Nerón a la fecha, argumentar en este contexto contra ella, puede resultar totalmente inocuo.

No obstante voy a dar mi parecer sobre las razones por las que pienso que en el balotaje hay que votar por Luis Alberto Lacalle

Al Frente Amplio si algo lo ha caracterizado a lo largo de su historia es la dificultad enorme que tiene para dirigirse a toda la opinión pública uruguaya.

Desde los tiempos de Seregni, siempre tuvo la misma dificultad. Vive de internismo discutiendo para adentro y se dirige a los demás, en forma indirecta, propio de la mentalidad estaliniana que a nivel mundial, ya desde hace mucho, fue quedando atrás. Cuando se habló en Europa de un socialismo con rostro humano, se apeló a una imagen de esa naturaleza justamente, para sacarse de encima gente como la que hoy tenemos.

El gran problema de Seregni, lo que le impedía crecer y marcaba un techo insuperable para el Frente Amplio, era que se dirigía a todo el mundo como si los demás fueran tendencias internas de dicha fuerza. Para él, todos eran compañeros, no ciudadanos.

Esa mentalidad está expresando el hecho, fácilmente constatable de que al Frente y a la mentalidad frentista, le importan muy poco los temas nacionales. Lo único que les interesa son los espacios políticos, los ámbitos de deliberación, las instancias de debate y el perfil político. Todos temas como para una agencia de publicidad. Un Frente obsesionado por la cosmética política e ignorante de la misma, parece ser la identidad que deja Seregni en dicha fuerza. Con Tabaré Vázquez logra romper el techo, por la sencilla razón de que aprendió expresión corporal y el arte de hablar sin decir nada. Era hacerle un reportaje a Vázquez, para tener que llamar inmediatamente a un politólogo, de modo que explique, lo que quiso decir.

Siempre fue igual, siempre se caracterizó por poner un mascarón de proa sustentado por el aparato, alguien que cumpla con la condición de ser mediático y todo ese aparataje infernal de grupos, grupúsculos y fracciones –gente pequeña, menor, incapaz de conquistar su lugar en política por mérito propio‑ entra en acción a repetir consignas como papagayos.

Todos vimos con este Gobierno la incapacidad enorme de alcanzar acuerdos con la oposición en los entes autónomos, servicios descentralizados y organismos del Artículo 222. El sectarismo y el menosprecio a la oposición, es algo que los ha caracterizado hasta el hartazgo. Parecen no haberse dado cuenta que la democracia no es el Gobierno de la mayoría, sino el Gobierno de la mayoría que gobierna con la minoría.

Siempre hablándole a la opinión pública en su conjunto como si los tres millones de uruguayos, fuésemos una tendencia interna metida allí adentro. Con el agravante de que cuando discuten enfurecidos, lo hacen con su ultra izquierda y con más nadie. La única opinión que les merece digna de ser refutada es la que dan los ultras.

Con Mujica el Frente encuentra un nuevo escenario: el paria social, el desclasado, el plancha, el lumpen, todos especímenes repudiados en el pasado por la izquierda clásica y los mismos tupamaros. Le decían gambusa, a la gente así que hoy los vota.

Para una fuerza que tiene dificultades enormes en dirigirse a la opinión pública, no es poca cosa dar con un conducto que le permita expresarse y ser escuchada.

Pero aún así en este caso, llevando el resentimiento y el odio de clases hasta límites inconcebibles de agresividad verbal, expresa de otra manera contenida, la misma dificultad de fondo: No es capaz de hablarle a toda la opinión pública. Por eso el Uruguay está polarizado.

Creo que lo que se necesita, más allá del tema de las mayorías parlamentarias, es un presidente de y para todos los uruguayos.

Por eso sostengo que hay que votar a Luis Alberto Lacalle.

domingo, 1 de noviembre de 2009

La irresistible ascención de Emiliano, el gran encantador de serpientes, que nos faltaba.



Confieso que estoy tan asombrado como el que más al leer las cifras del escenario político que tenemos por delante.

Aquí no hay vuelta de hoja y cuando las urnas cantan, lo que dicen aunque sea duro, hay que entenderlo e interpretarlo.

Si alguien se toma la molestia de leer los artículos de este foro, podrá encontrar argumentos hasta el cansancio, para enfrentar políticamente a este elemento.

Pertenezco a la época en donde refutar políticamente algo, tenía su sentido. Siempre fui de los que creí en la palabra y el juicio como modo de transformar la realidad y participar en política. Me encuentro hoy con una realidad nueva, en dónde las palabras huelgan y los juicios políticos pagan tributo, cuando vienen de un lado y en cambio cuando son de otro, se puede decir cualquier cosa al voleo.

En ese proceso, en donde fui dando mi opinión a cada paso de la campaña, ocurrieron muchas cosas en mi vida personal, que no vienen al caso aquí. Me llamé, por diversos motivos a silencio, en el tramo final de la campaña. No creo que Lacalle haya cometido errores, sino que la percepción de lo que es acierto y error, hoy está manipulada. Yo hubiera hecho la campaña de otra manera, apelando al sentimiento y la emoción de ser oriental, no meramente blanco; no hubiera argumentado nada importante, ni puesto en discusión una sola idea y me hubiera limitado al hecho de ser el más experimentado, el más capaz para timonel de los uruguayos.

Digo esto porque lo que se está enfrentando es una irracionalidad que puede decir cualquier disparate, de modo que no se ve la razón por la cual, hay que poner ideas al viejo estilo. Es una opinión que me sobrevino a cierta altura de la campaña, pero más allá de eso, nada garantiza que de haber sido las cosas como estoy diciendo ahora, los resultados hubieran sido mejores.

Soy consciente que mi opinión molesta, no solo a quienes enfrento con esta única arma que es mi teclado, sino también a otros, que por lo visto están en misa y en la replicación, en la lucha contra la subversión y la subversión, también.

Escribí un artículo, hace ya tiempo atrás, que tiene más vigencia ahora que entonces y que se llama, El hombre irracional en el Uruguay de hoy en donde digo claramente que la racionalidad en política pudo muy poco contra el nazi fascismo en su momento.

Como decía Mac Namara, “La racionalidad no nos va a salvar” cuando se enfrentan cosas que están más allá de uno mismo. El multiverso sigue siendo incognoscible y las fuerzas que lo mueven escapan, en gran parte, a nuestro entendimiento limitado.

Pienso que aquí es Shumpeter quien tiene algo importante que decir. Traduciéndolo del castellano traducido al lunfardo impresentable, lo que nos dice en buen romance es esto: Cuando los agentes intervinientes en el proceso productivo de una sociedad –la burguesía nacional‑ se ponen a escupir del plato donde comen, porque todo eso que el sistema les brinda no significa nada para ellos, es cuando el capitalismo cae. No importa el Producto Bruto Interno, ni la macroeconomía, la balanza de pagos o la balanza comercial, si los que van a intervenir como agentes económicos, reniegan del sistema. Si nada significa para ellos, los premios que el orden existente de cosas les brinda, el capitalismo, sencillamente, cae.

El Uruguay es un pequeño país en la Cuenca del Plata, aguantado artificialmente desde afuera por razones que están más allá de lo económico y que hacen al lugar privilegiado que ocupa en lo geopolítico, entre dos gigantes.

Si ha sido el país de lo no viable, viabilizado, lo fue por la sencilla razón de que existió, en sus agentes intervinientes ‑la burguesía nacional‑ la voluntad política de que así fuera. Cuando Lord Ponsomby le dice al Conde de Itamaratí que “Inglaterra quer fomar península hanseática para comerciar y negociar”, no habla solo, no predica en el desierto, habla así, porque encontró socio local en la pujante burguesía mercantil portuaria de la época.

Cuando Alberdi dice que “Civilizar es poblar”, lo afirma por la admiración que suscitó en él, ver como un pequeño país despoblado, traía más inmigrantes que Argentina, al Río de la Plata, proporcionalmente, considerado.

Nunca me gustó ser agorero del desastre, porque la esperanza es lo último que se pierde pero evidentemente, el Uruguay ha retrocedido muchísimo más de lo que aparentemente, parece.

Ya sabemos que cada país tiene el Gobierno que se merece y que ese divorcio entre la base y la cúpula que algunos creen ver, es totalmente falso; las bases son peores que sus dirigentes.

Hasta el 25 de octubre de 2009, sentí sobre mis hombros la responsabilidad política de enfrentar este estropicio que existe ahora, hoy siento que la responsabilidad ya no es más mía, ni tengo porqué aportar mi pequeño granito de arena: Hoy la responsabilidad es de aquellos que no querían que “avive giles”, porque haciendo un juego doble, se sienten vida y milagro. Si tienen una salida mejor, quiero verla, porque así como vienen las cosas, van camino al Averno, también.

Ahora, que se hagan cargo los “dublé” de ese monstruo televisivo que minuciosamente, se pusieron a fabricar.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Declaración del CEN colorado

Montevideo, 28 de octubre de 2009.

Agradeceremos la difusión del adjunto comunicado.

DECLARACION DEL CEN COLORADO


El Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado en su sesión de esta mañana aprobó la declaración que a continuación se transcribe:

Visto

El resultado electoral del pasado domingo 25 de octubre y lo dispuesto por el artículo 151 de la Constitución de la República.

Atento

A que el Cuerpo Electoral deberá elegir el último domingo de noviembre entre las formulas presidenciales Lacalle-Larrañaga y Mujica-Astori, con absoluta prescindencia de Lemas y Partidos.

Considerando:

1) Que sin perjuicio del reconocimiento de la libertad de los ciudadanos, el CEN del Partido Colorado entiende que tiene la obligación de dar a conocer su parecer, de manera clara e inequívoca.

2) Que la concentración de poder en partidos y personas no contribuye al mejor equilibrio republicano.

3) La formula Lacalle-Larrañaga ofrece un compromiso claro e inequívoco de respeto a la Constitución, a las Leyes y a la tolerancia que debe caracterizar la convivencia democrática;

El Comité Ejecutivo del Partido Colorado resuelve:

1) Recomendar a la ciudadanía el voto por la formula Lacalle-Larrañaga en la elección presidencial del último domingo de noviembre.

2) Dar a la presente declaración la más amplia difusión.

Mujica al Gobierno, Marenales al Poder.








Todos los que hoy peinamos canas recordamos aquella época en donde los montoneros en la Argentina decían “Perón al Gobierno, Cámpora al Poder”. Supimos luego, siguiendo los acontecimientos desde el Uruguay cómo terminó todo aquello.

Mujica, esa especie de peronista prepotente de Provincia sumergida, parece reeditar lo mismo.

En aquellos años trágicos, todos sabíamos al decir de Flores Mora, que Martín Fierro estaba lejos, pero Perón estaba allí y ese es el inicio de la tragedia de las montoneras semi salvajes. Como decía Flores Mora, no es hablando en guaraní con los partidarios y en español postizo para los demás, como un ladino bilingüe, que se gobierna.

Siento hoy, que al Uruguay lamentablemente, le está pasando algo parecido y que en las gargantas de esa muchedumbre enorme que colmó la sede de la fórmula frentista, estaba latente ese grito destemplado. “Mujica al Gobierno, Marenales al Poder”, solo contenido por el hecho de que no son una mayoría aplastante y devastadora como era aquella.

Veo y creo no equivocarme, un escenario político y social parecido. Por eso Kirchner se frota las manos y tolera cualquier exabrupto de este gauchi político.

· Liberación de los presos más peligrosos y un recrudecimiento de la inseguridad ciudadana. Es una medida, que desde la lógica revolucionaria tiene un sentido: amansar, doblegar y reducir la voluntad de resistir de la “burguesía nacional”.

· Expropiaciones indirectas haciendo valer exclusivamente “el derecho” del ocupante ilegal, frente a las demandas del propietario.

· Marchas y contra marchas: Una vela a Dios y otra vela al Diablo, como modo de no dar un perfil político fácilmente clasificable, que le permita a la oposición unificar su discurso.

Parecer impredecible es esencial, para ganar tiempo y acumular fuerzas hacia el momento central de la futura embestida.

Este escenario, fácilmente constatable en el Uruguay de hoy, necesita el puntillazo de un Gobierno que lo acelere y fundamentalmente, la lenidad moral del sistema de justicia, policial, militar y demás, para pasarle la factura al mal paso que dio la gente al votarlos.

Horas trágicas se avecinan en el Uruguay. Un país que por suerte había venido escapando a esto. Cuando se cierre el telón de esta época incierta, ya lo sabemos, todos mirarán para el costado con cara de yo no fui y la culpa siempre la tendrán los otros, fundamentalmente, el “imperialismo” y la “oligarquía” o cualquier sustantivo adjetivado que la imaginación de esta gente inventa, como puede ser el fasanezco “rosca oligárquica” y cosas así.

Si duro es hoy digerir lo que ha sido esta elección que le dio mayoría parlamentaria a esta gente, mucho más grave es darle la Presidencia de la República a un delincuente sin escrúpulos.

Ahora no hay forma, ni manera de enmendar esa mayoría parlamentaria y lo único que resta es ponerle un contrapeso en el Poder Ejecutivo.

Martín Fierro está lejos. Mujica está allí.

martes, 27 de octubre de 2009

Interpretación de los resultados de octubre de 2009

Una primera interpretación de los resultados electorales del 25 de octubre de 2009, nos conduce a distinguir el siguiente hecho.

· El Frente Amplio dejó de crecer desde su nacimiento y demuestra un estancamiento desde las elecciones de 1999, cuando pierde el balotaje contra Jorge Batlle por 80 mil votos.

· El crecimiento espectacular en Intendencias Municipales en donde al parecer conserva las 8 que tenía y gana 3 nuevas, expresa, si se toman las elecciones internas de 2009, donde demostró un bajísimo nivel de participación ciudadana frente al Partido Nacional, un hecho nuevo en política, esto es: el hombre que no participa en las elecciones, no tiene posiciones claras y definidas y entiende poco de política, es el votante seguro que dispone para existir.

· En Montevideo pierde 50 mil votos y el Partido Colorado gana 40 mil. Clara señal de retorno a casa de un sector político.

· Si se toman, no los partidos, sino las personas, vemos que los más votados por orden fueron

o Lucía Topolansky con 364.696, es decir, un 33, 69 por ciento, dentro del Frente Amplio.

o Luis Alberto Lacalle con 338.359 votos, esto es, un 51, 96 por ciento dentro del Partido Nacional.

o Pedro Bordaberry con 214.214 votos, vale decir, un 56, 21 por ciento dentro del Partido Colorado.

Si observamos los canditados aisladamente, visto desde el punto de vista de la popularidad personal. y los graficamos en una tabla tenemos que:

Topolansky

364.696

Lacalle

338.359

Bordaberry

214.214


Astori

293.504

Larrañaga

267.574

Desde el punto de vista de la fórmula tendríamos:

Lacalle-Larrañaga

820.147

Mujica-Astori

658.200

Si en un balotaje, se tiene en cuenta exclusivamente la significación personal de cada candidato, individualmente considerado por sus votantes, vemos que tras el llamado de Bordaberry a votar a Lacalle, el favorito es este y no Mujica. Bien sabemos que intervienen otros factores a medida que la campaña avanza, pero también sabemos que ahora ya no están más en juego los partidos, todos ocuparon sus bancas parlamentarias, sino las figuras que han de ocupar la Primera Magistratura y la Vicepresidencia de la República.

Esta puja de fórmula contra fórmula, independiza al votante. Así como nadie dejó de ser blanco porque en el balotaje del 99’ votara a Jorge Batlle, nadie deja ahora de ser colorado porque vote a Lacalle.

A este hecho se le suma, también la constatación de que los dos plebiscitos que impulsó el Frente Amplio de motu propio y que ahora cubriéndose dice que no estaban en la agenda, no llegaron ni siquiera a la votación de dicha fuerza política. Todos sabemos que en las listas del Frente venían ensobradas las dos papeletas, tanto la rosada, como la blanca. Quiere decir que existieron 3 mil personas que cuando le daban las listas, sacaban de allí la rosada por la anulación de la Ley de Caducidad o que hubo un sabotaje interno por parte de la misma dirección frentista que, como sabemos, no firmó por la anulación de la ley. No hay que perder de vista que los tupamaros fueron indemnizados por algo, no fue porque sí.

Con respecto al voto epistolar, la papeleta blanca, es donde más se ve la disparidad entre la desesperación electoral de la dirección frentista y la actitud de sus votantes. Quiere decir que 234.138 votantes del Frente cuando llevaron las listas a su casa, quitaron de allí la papeleta blanca, como quien tararea un tango: “Te fuiste, ja, ja, ja, qué te vaya bien, pianta de la vía, que te cache un tren”.

Digo yo, si el tema aborto hubiera estado, como se pretendió en esta elección planteado, qué otras sorpresas no hubiéramos encontrado. Porque es novedoso que el elector abofetee así a sus dirigentes centralizados.

Pienso que probablemente gane Mujica, por varias razones. No es lo mismo llegar a un balotaje con el 48 por ciento de los votos, siendo más que los otros dos juntos, que ir a una contienda de esa naturaleza con apenas un 29 por ciento. En la historia de los balotajes a nivel mundial, nunca ocurre que quien llega casi raspando el 50 por ciento, pierda cuando su contendiente no alcanza la tercera parte y es menos sumando a sus potenciales aliados.

Si es así, como lo confirman los balotajes históricamente considerados a escala mundial, no se ve cuál fue la razón por la cual la muchedumbre enorme que se preparaba para festejar la victoria del Frente Amplio no expresó allí su algarabía. Querían ganar en primera vuelta para llevarse parlamentariamente a todo el mundo por delante y se encontraron que llegaron a un techo histórico. Les falta algo más que un simple diputado para gobernar a piacere, les falta medio país.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Balance de la campaña electoral de 2009


    “LO IMPORTANTE NO ES LO QUE SABEMOS

    SINO LO QUE NO SABEMOS Y DAMOS POR CIERTO”.

    Mark Twain


Asistimos al fin de una campaña que deja como saldo para reflexionar, algunas cosas importantes. En primer lugar, el fin de un discurso y el comienzo de una forma ignorante de opinar verborrágicamente, como la imagen que el Frente Amplio le ofrece a la ciudadanía, luego de 5 años de Gobierno nacional, 20 años de estar en la Intendencia Municipal de Montevideo y de haber obtenido en el 2004, 8 Intendencias en total.

En segundo término, la constatación de que el votante frentista es como la vaca al cencerro, pueden ponerle delante cualquier cosa, que basta que sienta la musiquita del Frente, para que inmediatamente, se ponga en movimiento. Lo sabe cualquier frentista, si no hay movilización, no hay Frente Amplio. Son votantes del aparato y viven de sí mismos, de internismo. Lo que la burocracia interna y sus cuadros políticos deciden, no se discute y cuando se aprueba algo, debe ser dado como válido por aclamación al estilo estaliniano y más que eso, por aclamación callejera, al uso uruguayo cubano chavista.

En tercer instancia, la campaña muestra el nivel de fractura mental, social y cultural que conduce a la defensa de un mundo de anti-valores. Dar por buena la ordinariez verborrágica está indicando un retroceso mental muy grande en determinados sectores de la sociedad uruguaya.

Por otro lado, la campaña muestra un partido colorado que parece haber salido de la profunda crisis política en la que quedó paralizado tras la devaluación de agosto de 2002. Un partido que al recuperar el orgullo y la identidad de ser colorado, demuestra hasta que punto su electorado fue quien le dio la victoria al Frente Amplio. El colorado se enojó con su partido y decidió castigarlo votando al MPP (Movimiento de Participación Popular) directamente. El proceso que luego hace dicha fuerza política bajo el liderazgo de Mujica (PPM) “PePe Mujika” no resulta halagüeño para nadie, luego de sufrir la carga tributaria más grande de todos los tiempos.

También la campaña mostró la magra presencia de los grupos disidentes del Frente por la izquierda. Quedaron descolgados del escenario político, por la sencilla razón de que la propuesta oficial del presidenciable frentista, tiene un claro perfil ultra izquierdista.

La campaña muestra a un partido nacional posicionado en un escenario mucho más favorable que el del año 2004 y con encuestas compradas por el Gobierno, que razonan como si lo que sucedió en ese año, tuviera valor de ley política inmutable, sólo porque en el 99’, también el electorado estaba polarizado. Un partido organizado, con presencia en todo el país, hasta en los más remotos lugares y que aprendió una dura lección histórica; la necesidad de laudar la interna, sin fracturas que después hacen que al perdedor no le resulte cómodo, acompañar al vencedor. La fórmula de la victoria, que empezó a gestarse a pocas horas del triunfo de Lacalle en la interna, es básicamente, la fórmula de la unidad, lo que la gente estaba esperando.

Con respecto al partido independiente pretendiendo capitalizar al indeciso in crescendo que empezó a darse, a medida que los dos candidatos con posibilidad de llegar al Gobierno, comenzaban a cometer “errores”, lo que se constata es que no existen indecisos, ni independientes, sino gente con miedo de decir a quien vota en las encuestas y la mayoría son potenciales votantes del partido nacional.

El indeciso, como figura política, hizo un proceso en el Uruguay. En otro tiempo, el llamado “apolítico” era “apolítico de derecha”. Se decía apolítico y finalmente se decidía por los partidos tradicionales, fundamentalmente, el partido colorado.

El Frente Amplio tuvo siempre, desde su origen, una actitud definida hacia ese sector de votantes tradicionalistas que no dicen a quien votan y se autodefinen como “apolíticos” sin serlo. La estrategia para “concientizar indecisos” era aturdirlos con manifestaciones estridentes, de modo que este tipo de individuo se sintiera presionado, impactado, y por ahí, lo vote. Que el “indeciso” diga: “Si el río corre, agua trae” y le brinde el beneficio de la duda.

Cuando no lo lograban, empezaban con la clásica cantinela: “Dale, comprometéte”, para hacerlo sentir mal consigo mismo.

Con el advenimiento de la democracia, los indecisos cambiaron de actitud y comenzó a surgir en el Uruguay un tipo de persona que teme decir a quien vota y cuando lo hace, se expresa a favor del Frente Amplio, el llamado “indeciso de izquierda”, mejor conocido en el Frente Amplio, con la figura social de “independiente”. Hubo incluso gente que quiso organizarlos sin suerte alguna, especialmente porque los sectores que sostienen el Frente, no quieren sentirse de florero, sobrellevar esa costosa estructura aparatesca y realizar todo eso, por y para la participación del indeciso de izquierda, el independiente, el FA a secas, esto es, una especie rara, el frenteamplista sin sector.

Este tipo de indeciso fue quien le dio movilidad política a los diversos sectores frentistas: le dio en el 84’ mayoría a Batalla, en el 89’ a Democracia Avanzada, votando a José Germán Araújo: en el 94’ al Partido Socialista. Trató en todo este proceso de capitalizarlo la Vertiente Artiguista.

La crisis de estos dos sectores es el indicador más claro, de que no existen más “indecisos de izquierda”. Gente que participa un mes antes de las elecciones, no sabe bien a quien votar, pero está definido por el Frente Amplio en su conjunto.

Lo que está campaña mostró, es que el tan traído y llevado “indeciso” en realidad hoy en día es gente que no quiere problemas políticos, pero tiene definido su voto al partido nacional. Esa es precisamente la limitante enorme que tiene el Partido Independiente.

Creo yo, que después del IRPF (Impuesto a la Renta de las Personas Físicas) hay que ser muy despistado para ser un indeciso de verdad.


martes, 20 de octubre de 2009

SIEMPRE FUERON ASÍ

Una de las características que más distinguen al Frente Amplio es su persistente, sistemática y a esta altura permanente actitud triunfalista, cada vez que se aproximan las elecciones nacionales. Puede venir de un Congreso como el de diciembre de 2008, en donde un sector festeja la derrota del otro, de una interna en donde no le concede nada el vencedor al perdedor, del espectáculo bochornoso de una Ministra del Interior fuera de sí -y todo en pleno año electoral-, de declaraciones como la de la viuda de Seregni, diciendo que no sabe a donde puede ir a parar el Uruguay si gana Mujica, de distancias inconciliables como la de Tabaré Vázquez con el presidenciable de su fuerza política, diciendo que muy a menudo en una actitud pontifical dice tonterías, de denuncias penales de corrupción como la del Hospital Maciel y consiguiente interpelación a la Ministra de Salud Pública y un largo etcétera, en donde el corolario final son las declaraciones de su presidenciable a "La Nación" argentina y al autor de "Pepe Coloquios", razón por la cual le ordenan que se calle la boca y no haga más declaraciones diciendo lo que piensa, que igual su gente, es llegar a las elecciones nacionales, para que con alegría dirigida y entusiasmo digitado se alboroten en un triunfalismo muy difícil de concebir y entender.
Siempre fueron así; a falta de ideas, camiseterismo político. Siempre están ganando, desde aquel lejano 26 de marzo de 1971 en la Explanada Municipal de Montevideo.
Parecería ser una ley en política; cuando se pone camisetero le va mal, cuando está de capa caída como en 1989, gana la Intendencia de Montevideo, y cuando está deprimido como en el 2004, la Presidencia de la República, en cambio cada vez que saca pecho como en 1971, 1994 y 1999 le va mal: incluso allí como en el 99', en donde pierde por poco margen. Uno sospecha que si no hubiera sido camisetero, triunfaba y ganaba el centro político que le faltaba.
Ahora tiene una experiencia de Gobierno desastrosa atrás, que es inaguantable. Hizo absolutamente todo lo que le reprochó a los demás, con una salvedad, lo hizo mal. Si algo quedó claro para todo el mundo es que efectivamente, no son lo mismo, son peor de lo mismo: Son los que más voracidad fiscal tienen, los más pro norteamericanos, los que más desprecian al trabajador, al contribuyente, al ciudadano y sus garantías individuales y los que con un barniz hipócrita de asistencialismo politiquero, más clientelismo político hacen.
Quiero a vuela pluma fijar este detalle porque hace años que lo vengo observando: En el 71', al cierre de la campaña, cuando el triunfalismo y la exaltación llegaban al paroximo de lo delirante, nunca nadie vio río humano más grande sobre Libertador Lavalleja del Palacio Legislativo al Entrevero, para constatar luego lo magro del resultado electoral. Da la impresión de que lo que había en ese acto era lo único que lo votaba y que toda su capacidad de convocatoria política era específicamente militante. Lo mismo en 1984. En cambio, desde que largó la esponja, mal que les pese a Asamblea Popular y otros nostálgicos de la Radio 36, le empezó a ir mejor. Este triunfalismo enloquecido de ahora, a mi muy humilde entender es como el renacer de las flores cuando le ponen agua con aspirina, antes de su muerte definitiva.
No me gusta ser triunfalista y cantar victoria antes de tiempo, porque algo me dice que la exaltación en política es inseguridad contrapesada y el fanatismo duda e incertidumbre transformada en lo contrario, sobrecompensada, pero me resulta que es un claro indicador en política del declive y auto reconocimiento de esa situación. El que está seguro de ganar, no festeja nada, porque presiente que no existen partidos puros e inmaculados.