Todos los que hoy peinamos canas recordamos aquella época en donde los montoneros en la Argentina decían “Perón al Gobierno, Cámpora al Poder”. Supimos luego, siguiendo los acontecimientos desde el Uruguay cómo terminó todo aquello.
Mujica, esa especie de peronista prepotente de Provincia sumergida, parece reeditar lo mismo.
En aquellos años trágicos, todos sabíamos al decir de Flores Mora, que Martín Fierro estaba lejos, pero Perón estaba allí y ese es el inicio de la tragedia de las montoneras semi salvajes. Como decía Flores Mora, no es hablando en guaraní con los partidarios y en español postizo para los demás, como un ladino bilingüe, que se gobierna.
Siento hoy, que al Uruguay lamentablemente, le está pasando algo parecido y que en las gargantas de esa muchedumbre enorme que colmó la sede de la fórmula frentista, estaba latente ese grito destemplado. “Mujica al Gobierno, Marenales al Poder”, solo contenido por el hecho de que no son una mayoría aplastante y devastadora como era aquella.
Veo y creo no equivocarme, un escenario político y social parecido. Por eso Kirchner se frota las manos y tolera cualquier exabrupto de este gauchi político.
· Liberación de los presos más peligrosos y un recrudecimiento de la inseguridad ciudadana. Es una medida, que desde la lógica revolucionaria tiene un sentido: amansar, doblegar y reducir la voluntad de resistir de la “burguesía nacional”.
· Expropiaciones indirectas haciendo valer exclusivamente “el derecho” del ocupante ilegal, frente a las demandas del propietario.
· Marchas y contra marchas: Una vela a Dios y otra vela al Diablo, como modo de no dar un perfil político fácilmente clasificable, que le permita a la oposición unificar su discurso.
Parecer impredecible es esencial, para ganar tiempo y acumular fuerzas hacia el momento central de la futura embestida.
Este escenario, fácilmente constatable en el Uruguay de hoy, necesita el puntillazo de un Gobierno que lo acelere y fundamentalmente, la lenidad moral del sistema de justicia, policial, militar y demás, para pasarle la factura al mal paso que dio la gente al votarlos.
Horas trágicas se avecinan en el Uruguay. Un país que por suerte había venido escapando a esto. Cuando se cierre el telón de esta época incierta, ya lo sabemos, todos mirarán para el costado con cara de yo no fui y la culpa siempre la tendrán los otros, fundamentalmente, el “imperialismo” y la “oligarquía” o cualquier sustantivo adjetivado que la imaginación de esta gente inventa, como puede ser el fasanezco “rosca oligárquica” y cosas así.
Si duro es hoy digerir lo que ha sido esta elección que le dio mayoría parlamentaria a esta gente, mucho más grave es darle la Presidencia de la República a un delincuente sin escrúpulos.
Ahora no hay forma, ni manera de enmendar esa mayoría parlamentaria y lo único que resta es ponerle un contrapeso en el Poder Ejecutivo.
Martín Fierro está lejos. Mujica está allí.