martes, 3 de noviembre de 2009

Mis razones para votar a Lacalle en el balotaje.



Soy consciente del hecho de que como estamos en presencia de una irracionalidad raras veces vista en la historia política desde los tiempos de Nerón a la fecha, argumentar en este contexto contra ella, puede resultar totalmente inocuo.

No obstante voy a dar mi parecer sobre las razones por las que pienso que en el balotaje hay que votar por Luis Alberto Lacalle

Al Frente Amplio si algo lo ha caracterizado a lo largo de su historia es la dificultad enorme que tiene para dirigirse a toda la opinión pública uruguaya.

Desde los tiempos de Seregni, siempre tuvo la misma dificultad. Vive de internismo discutiendo para adentro y se dirige a los demás, en forma indirecta, propio de la mentalidad estaliniana que a nivel mundial, ya desde hace mucho, fue quedando atrás. Cuando se habló en Europa de un socialismo con rostro humano, se apeló a una imagen de esa naturaleza justamente, para sacarse de encima gente como la que hoy tenemos.

El gran problema de Seregni, lo que le impedía crecer y marcaba un techo insuperable para el Frente Amplio, era que se dirigía a todo el mundo como si los demás fueran tendencias internas de dicha fuerza. Para él, todos eran compañeros, no ciudadanos.

Esa mentalidad está expresando el hecho, fácilmente constatable de que al Frente y a la mentalidad frentista, le importan muy poco los temas nacionales. Lo único que les interesa son los espacios políticos, los ámbitos de deliberación, las instancias de debate y el perfil político. Todos temas como para una agencia de publicidad. Un Frente obsesionado por la cosmética política e ignorante de la misma, parece ser la identidad que deja Seregni en dicha fuerza. Con Tabaré Vázquez logra romper el techo, por la sencilla razón de que aprendió expresión corporal y el arte de hablar sin decir nada. Era hacerle un reportaje a Vázquez, para tener que llamar inmediatamente a un politólogo, de modo que explique, lo que quiso decir.

Siempre fue igual, siempre se caracterizó por poner un mascarón de proa sustentado por el aparato, alguien que cumpla con la condición de ser mediático y todo ese aparataje infernal de grupos, grupúsculos y fracciones –gente pequeña, menor, incapaz de conquistar su lugar en política por mérito propio‑ entra en acción a repetir consignas como papagayos.

Todos vimos con este Gobierno la incapacidad enorme de alcanzar acuerdos con la oposición en los entes autónomos, servicios descentralizados y organismos del Artículo 222. El sectarismo y el menosprecio a la oposición, es algo que los ha caracterizado hasta el hartazgo. Parecen no haberse dado cuenta que la democracia no es el Gobierno de la mayoría, sino el Gobierno de la mayoría que gobierna con la minoría.

Siempre hablándole a la opinión pública en su conjunto como si los tres millones de uruguayos, fuésemos una tendencia interna metida allí adentro. Con el agravante de que cuando discuten enfurecidos, lo hacen con su ultra izquierda y con más nadie. La única opinión que les merece digna de ser refutada es la que dan los ultras.

Con Mujica el Frente encuentra un nuevo escenario: el paria social, el desclasado, el plancha, el lumpen, todos especímenes repudiados en el pasado por la izquierda clásica y los mismos tupamaros. Le decían gambusa, a la gente así que hoy los vota.

Para una fuerza que tiene dificultades enormes en dirigirse a la opinión pública, no es poca cosa dar con un conducto que le permita expresarse y ser escuchada.

Pero aún así en este caso, llevando el resentimiento y el odio de clases hasta límites inconcebibles de agresividad verbal, expresa de otra manera contenida, la misma dificultad de fondo: No es capaz de hablarle a toda la opinión pública. Por eso el Uruguay está polarizado.

Creo que lo que se necesita, más allá del tema de las mayorías parlamentarias, es un presidente de y para todos los uruguayos.

Por eso sostengo que hay que votar a Luis Alberto Lacalle.