martes, 12 de diciembre de 2017

El gran error de la oposición venezolana.

               La oposición venezolana acaba de caer en el mismo error que el que cometió el nacionalismo independiente y el batllismo en los tiempos de la dictadura de Terra.
        En las elecciones nacionales del 27 de marzo de 1938 decidieron abstenerse y Alfredo Baldomir adquiere sin mayores inconvenientes la mayoría de los votos emitidos y se convierte en Presidente de la República el 19 de julio de 1938.
        Si vemos el resultado de las elecciones constatamos que la fórmula Alfredo Baldomir‑Cesar Charlone, junto a la fórmula Eduardo Blanco Acevedo‑Eugenio Martínez, por el partido colorado obtuvo el 61.40% de los votos y la fórmula Juan José Arteaga‑Carmelo Cabrera, por el partido nacional, obtuvo el 32,10% de los votos.  Los abstencionistas apenas llegaron a los 1.200 votos.
        Si algo enseña la historia uruguaya es que aún en condiciones adversas, en donde el gobierno de facto corre “con el caballo del comisario” y utiliza “el látigo de 7 colas”, abstenerse, por más activista que sea ese abstencionismo, no deja de ser un error, porque en política nada es gratuito y no se regalan los espacios que se conquistan.
        Lo único que logran en Venezuela los opositores al no concurrir es que el oficialismo obtenga 305 de las 335 alcaldías.
        Si hubieron razones para competir en las elecciones regionales del pasado 15 de octubre, en donde se sabía que iban a existir irregularidades, porque son una constante de los diversos comicios que se han vivido en Venezuela, porqué ahora los grandes partidos opositores Primero Justicia (liderado por Henrique Capriles), Voluntad Popular (fundado por Leopoldo López) y Acción Democrática (presidido por Henry Ramos Allup), decidieron no participar en la contienda por las alcaldías.
        “Llamaron a la abstención, intentaron sabotear el proceso. Pudiéramos decir hoy: con el éxito de las municipales no pudieron. Más pudo el pueblo de Venezuela y tenemos que decir que las elecciones del 10 de diciembre fueron un éxito total para el país. Es la tercera elección en 140 días”, sostuvo Maduro, recordando la misma soberbia, con que el terrismo trataba a los abstencionistas.
        Si bien es cierto como dice Capriles que la gran apatía del electorado venezolano responde a la crisis institucional, en términos de concurrencia, la participación ahora disminuyó en un 11,6%, que se puede decir que ese es el abstencionista que siguió a los partidos de oposición y un 11,6% recuerda el triste resultado de los que siguieron el batllismo y el nacionalismo independiente en aquellas elecciones de 1938.
        A esto se agrega ahora la enorme inconstitucionalidad de Maduro al impedirle a los partidos opositores que se presenten de ahora en más, sólo por haberse abstenido en una elección, cuando la Constitución de Venezuela dice que quedan inhabilitados a la tercera abstención.
        La oposición venezolana a otra escala comete el mismo error que el anticastrismo, que aún cree en la lucha armada y que por esa vía al fracasar en su intento, fue barrida del escenario cubano facilitándole el camino a Fidel Castro.
        A esto hay que agregarle la profunda división y pérdida de liderazgo del bloque opositor. Al darle al oficialismo una elección sin competidores, lo único que lograron es reforzar su poder sobre las instituciones políticas, justamente cuando más cuestionado estaba ese poder.
        El gobierno ahora anuló el poder de la Asamblea Nacional, e instaló una Asamblea Constituyente que la sobrepasa en atribuciones. Estamos en las puertas de un gobierno de partido único, al mejor estilo cubano, en donde hay votaciones pero no elecciones.
        Ahora en la mesa de diálogo, en República Dominicana, a la cual están invitados los opositores ¿Cuáles van a ir, si los partidos que quedan proscriptos de la oposición forman parte de esa mesa de diálogo?
        No se entiende si la oposición se iba a abstener para qué formaron una mesa de diálogo, que ahora es inviable, porque están inhabilitados para participar en las elecciones de 2018.

        Es una verdadera lástima que la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que tuvo grandes éxitos en movilizar a la ciudadanía haya desaprovechado las oportunidades de consolidarse como una alternativa al chavismo. Primaron las pugnas personales entre los principales líderes políticos, antes que el objetivo de unificar esfuerzos para enfrentar el gobierno de Maduro.