martes, 12 de diciembre de 2017

Brasil: privatizaciones, reforma laboral e inestabilidad política.

         
        Brasil, la novena economía mundial, con una ola de privatizaciones que ahora tiene en mira los tesoros naturales del país, cadenas de hoteles, las cataratas del Iguazú, en donde entran cientos de islas, riberas marinas y parques naturales vírgenes para el turismo, se encuentra ante el enorme desafío de reducir la presencia estatal en la economía, empezando por el hecho simple de que en algunos distritos federales ya no tienen, ni siquiera para pagar los sueldos.
        Piensan privatizar virtualmente todo, rutas ‑fundamentalmente en el área de Mato Grosso y de la Amazonia‑, terminales de cargas en los puertos de Paranaguá y Belém, la principal empresa de electricidad –Electrobras‑, una lotería y hasta la Casa de la Moneda, además de una inmensa reserva del Amazonas que ahora será abierta a la explotación mineral de la Reserva Nacional del Cobre y sus Asociados (Renca), entre los estados amazónicos de Pará y Amapá. Se trata de un área de casi 47.000 kms2 (más grande que Suiza), rica en cobre, oro y otros minerales, que había sido creada durante la última dictadura militar por su valor estratégico. Además serán puestos en venta 13 aeropuertos, incluidos el metropolitano de San Pablo, Congonhas, uno de los de mayor tráfico del país, así como las terminales de Recife, Maceió, João Pessoa y Cuiabá. También están incorporados al programa de ventas y de concesiones 57 activos estatales.
        "Brasil tiene centenares de áreas que son patrimonio del Estado, que no tienen nada instalado y con un gran potencial turístico", sostuvo el ministro de Turismo, Marx Beltrãao.
        En un gran país de contrastes como es Brasil, mientras el país aspira a potenciar el turismo, Río de Janeiro –la otrora capital nacional y luego la capital del turismo‑, se sumerge cada día que pasa en una espiral de violencia narco que le exigió al gobierno a sacar el ejército a la calle.
        La deuda pública del gigante del Norte abarca el equivalente al 80% de su Producto Bruto Interno, lo que significa que si quisieran pagarla toda la sociedad tendría que estar casi un año sin comprar, ni comer nada.
        Ante este panorama de crisis la reforma laboral aprobada en Brasil en julio pasado, entre otros puntos aporta flexibilidad para contratar y desvincular trabajadores. Es una reforma que deja atrás los convenios colectivos por sector de actividad y hace primar los acuerdos privados, amplía la posibilidad de tercerizar, faculta a las compañías a contratar trabajadores en forma zafral, pagando por día o por hora y flexibiliza las normas de despido.
        A su vez se autoriza a jornadas de 12 horas diarias, con descansos de hasta 36 horas.
        De resultas a esta circunstancia el salario medio del sector privado en 2016 fue de 1.365 dólares en Argentina, 570 dólares en Uruguay y 620 dólares en Brasil.
        Según el economista Dante Sica, director de Abeceb, Brasil orientó la reforma laboral con una mirada y un plan más alto dirigido a mejorar la productividad. En este sentido, no hay que perder de vista, como decía Celso Furtado, que “Brasil representa al parque industrial más grande del Tercer Mundo”.
        Para Dante Sica: “Se encaró una amplia reformulación de las reglas de juego, enfocada en flexibilizar el mercado laboral, atender la debilidad de la infraestructura, simplificar el sistema tributario y reducir la burocracia estatal y los obstáculos a la inversión extranjera en sectores tradicionalmente protegidos".
        Esta circunstancia le permite abaratar los costos de producción y genera una competencia desleal con los socios del Mercosur.
        Estas medidas de ajuste le permitieron salir de la peor recesión de su historia con un segundo crecimiento trimestral consecutivo en abril‑junio del 0,2%, gracias al repunte del sector servicios y al crecimiento en el consumo de las familias y esto después de 12 ejercicios negativos.
        En este contexto la industria se contrajo un 0,5% y el sector agropecuario no tuvo crecimiento, mientras las inversiones se redujeron un 0,7%,  la única mejoría vino por el lado del crecimiento de la demanda de un 1,4%, y que los gastos del gobierno cayeron un 0,9%.
        Existieron “algunos resultados macroeconómicos positivos a lo largo del trimestre, como la desaceleración de la inflación, la reducción de la tasa básica de interés y el crecimiento, en términos reales, de la masa salarial", según el Instituto de Estadísticas, IBGE.
        La inestabilidad política brasilera, generada por la revelación de casos de corrupción que involucran a los principales actores de la política, pone un sesgo de conflictividad adicional a este fenomenal ajuste muy difícil de digerir para ciertos sectores sociales.
        Ahora la prioridad del gobierno es la reforma previsional y la tributaria, en uno de los países más desiguales del mundo.
        Pese a este proceso de dura estabilización económica, Michel Temer no logra mejorar su imagen, con una popularidad de apenas el 5%.
        Con una grabación del empresario Joseley Batista admitiendo un pago de sobornos, cinco meses más tarde 251 diputados se impusieron sobre otros 233 para que no avanzara la investigación y lo desplazaran del cargo. Lo hicieron como manera de defenderse, porque también los legisladores están manchados de corrupción.
        En el afán tanto del parlamento como de la justicia por sostener a Temer también juega el hecho de que está sostenido, en gran parte para realizar el trabajo sucio que nadie quiere hacer, por no pagar costos políticos. No bien haga su tarea, no es nada improbable que corra la misma suerte de Dilma.

        Hoy la Unidad Europea mira con preocupación la inestabilidad que existe en Brasil, porque es inhibidora de un acuerdo comercial con el Mercosur.