"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."
Ayn Rand, La rebelión de Atlas
De
lo que vengo expresando en este blogger, si algo va quedando suficientemente
claro hasta ahora es la justeza de lo que afirmo. Todo parece confirmar que mi
análisis es exacto.
Era
Quevedo el que decía: “Es la verdad tan amarga, que hay que echarla de la boca
y si al alma su hiel toca, esconderla es necedad.”.
Hay
gente acá que cree que está por encima del bien y del mal, están a favor de
todos y contra todos, gobiernan y viven con la impunidad que da hoy ser del
Frente Amplio, creen que son un género de humanidad tan distinta, impoluta y
perfecta que se dan el lujo de mirar a todo el resto de la sociedad como si los
otros fueran ciudadanos de segunda categoría.
Las
barbaridades que han hecho, de la liberación de los presos con José Díaz, el
desprestigio internacional con Gargano, la destrucción de la clase media y el
ahorro interno, el vaciamiento a cara de perro y con total desparpajo de la
Intendencia de Montevideo, que se la dieron en el 90’ con superávit y que luego
de convertirse en la más voraz impositivamente está hoy al borde de una virtual
cesación de pagos, la destrucción de Pluna, eso al parecer es algo que ya pasó,
y como nene chico que rompe un vaso, contestan “ya fue”. Eso sí, se comportan
como los jueces del juicio final a la hora de exigirle al contribuyente que
pague. El que paga impuestos como si su sueldo fuera una renta, no tiene
derecho a nada, tiene que pagar y seguir pagando mientras van destruyendo al
Uruguay. En el resto del mundo existe el derecho que el estado tiene a recaudar
y el condigno derecho del contribuyente a exigir que se rinda cuenta con lo que
se hace de su dinero. En el Uruguay no existe el derecho del contribuyente, ni
la figura jurídica de enriquecimiento ilícito.
No
dejaron títere sin cabeza. Donde existe caja, ya sea por los Casinos
Municipales o ente recaudador metieron no la mano en la lata, sino la pata en
la lata, como lo vienen a confirmar los seis fallos de inconstitucionalidad con
que carga este gobierno, en un manejo que quiere ser discrecional y está a la vista
y paciencia de todo el mundo. La Justicia del Crimen organizado trabaja como
nunca a todo tren, mientras las cosas que se dicen los jerarcas del gobierno
sobre cheques sin fondo y desvíos de fondos no tienen desperdicio.
Estamos
hablando de gente que se pasó la vida interpelando ministros por la más
insignificante cosa, en la época en donde ser ministro era un cargo de honor y
la sola interpelación ya ponía en cuestión la honorabilidad del jerarca. Hoy,
cuando son gobierno o desgobierno, para ser más exactos, ante hechos graves
salen como papagayos a gritar como en el caso de Mónica Xavier: “Dejen
gobernar”, queriendo decir en realidad “Dejen robar, no molesten”.
Forman un todo coherente, porque en ellos
cada cosa es una venganza contra alguien. Así por ejemplo, la ley del
concubinato, le da más derechos a la concubina que a la mujer casada, con el
agravante que la pensión a la mujer casada tiene plazo de vencimiento, la de la
concubina no, y que cualquier mujer que conozca a un hombre con propiedades,
puede falsificar la documentación de que vivieron juntos y entablar un juicio.
Esto, que no cabe en ninguna cabeza cuerda es perfectamente entendible si se
observa el tipo de gente que estuvo legislando el estropicio: son todas
lesbianas y drogadictas con un odio fisiológico al hombre y la mujer media.
Lo mismo en el tema de las ocupaciones de
fábrica o de vivienda, hay que apelar a métodos non sanctos para quitarlos,
porque legalmente las cosas están invertidas y el propietario tiene que
demostrar todo mientras el ocupante hace lo que quiere y cuando la justicia
falla a favor del propietario, recibe la casa destruida en términos absolutos.
Es la forma que toma el socialismo a la uruguaya y que consiste en buen romance
en atomizar al hombre que trabaja o tiene propiedad y responsabilidades con una
normativa impracticable, mientras delante de su nariz ocurren las cosas más
desopilantes.
Le decía a un taximetrista que se sentía
medio cohibido para criticar al Frente Amplio: “Fíjese esto solo. Usted para
ser taximetrista tiene que salvar una serie de pruebas exigentes que demuestren
fehacientemente que además de manejar con reflejos adecuados, conoce la
normativa del tránsito y las calles al dedillo. Si ese carrito colector que
está allí llega a romperle el espejo retrovisor, ¿a usted quien lo ampara? No
se le ocurre pensar que es una bofetada en la cara pensada para amansar y
ablandar la sana indignación del que tiene responsabilidades como usted, que
por otra parte lo están asfixiando a impuestos y no tiene derecho a nada”.
Está claro que aquí no hay error. Es lo de
Castro y Chávez y radica en ir
degradando las condiciones de vida, mientras se castiga al hombre que trabaja,
produce y tiene propiedad, porque son “la servidumbre de la vieja burguesía”.
Llevan en su ADN un rechazo muy grande no solo a las “formalidades burguesas”,
sino al tipo de hombre que caracterizó el Uruguay.
Aquí no hay un “nos equivocamos aquella vez
y ya fue”. Aquí hay una política premeditada de destrucción del Uruguay, en
gente que vive en la impunidad que les da ser del Frente. Cuando cantan “soy
del Frente, del Frente yo soy” están diciendo “Soy impune, impune yo soy”. El
nivel de desparpajo se lo puede observar se lo mire por donde sea. Así por
ejemplo, en la elección interna que realizó el mes pasado Alianza Progresista,
para definir en el 2015 su candidato a la Intendencia de Maldonado, las
irregularidades y el acarreo de votos fueron de tal entidad que tuvieron que
anularlas. De todo eso, a los dirigentes de la filial fernandina de Asamblea
Uruguay lo único que les importa y preocupa es “el malestar interno”, porque la
manera en que los está observando el resto de la sociedad no cuenta, “son
blanquicolorados”. Usted ¿votaría a nivel nacional a gente que se comporta de
esa manera en su interna partidaria? Es evidente que están desesperados por no
perder el gobierno, ni los cargos políticos, porque precisan tiempo para que
los delitos cometidos precluyan.
Es todo así. En el tema de los derechos
humanos es donde se lo ve con mayor nitidez, se ofenden si la Suprema Corte de
Justicia sostiene que todo hombre es inocente hasta que se demuestre lo
contrario y que si alguien hizo todo eso horrible que se lo acusa, la carga de
la prueba reposa en el acusador y no en el acusado. Llegan al dislate de
pretender que los jueces vayan a rendir cuentas al parlamento en donde son
mayoría, olvidando que la justicia es un poder autónomo del Estado y que en
todo caso, puede informarle al Parlamento, pero no ir a rendir cuentas allí.
No brindan razones en nada. Gente que se
pasó la vida en la época de los gobiernos blancos y colorados enviando pedidos
de informes a cada Ministerio por la más insignificante cuestión, tiene
prohibido desde el triunfo del Frente enviar pedidos de informes si estos
previamente no son aprobados por esa bancada. De los pedidos de informes que
envía la oposición, contestan si les conviene. No entendieron que la oposición
en una democracia juega el rol de controlar políticamente la Administración
Central y que el Parlamento tiene, de acuerdo a la Constitución tres funciones
básicas: legislar, controlar políticamente -pedidos de informes,
interpelaciones- y pronunciarse sobre los grandes temas nacionales. Para
cumplir a cabalidad con la función parlamentaria, no alcanza con leer la prensa
adicta o la contraria, hay que estudiar informes técnicos de las diversas
reparticiones del Estado y hacer el control político analizando los temas,
porque el administrativo corre por cuenta del jerarca correspondiente.
En ese control político, la Suprema Corte
de Justicia no entra, ya que es otro poder en igualdad de condiciones. Pedirles
que lean a Montesquieu y que entiendan algo del desvelo que existió desde
siempre en nuestro país para evitar el abuso de poder, es mucho para gente cuya
única cultura son los discursos de Fidel Castro, “Cuestiones de leninismo” de
Stalín y “El Estado y la Revolución” de Lenín. Son una sabia combinación entre
la mano de yeso estaliniana de la disciplina partidaria a como sea y la
socialdemocracia de los malos resultados.
Conversando le decía a la dueña de un
restaurante, “Fijesé lo siguiente para entender delante de qué gente está
usted. Si usted agarra un gobernante del Frente Amplio y comienza a hablar del
Che Guevara es imponente la cultura que ese hombre tiene. Se sabe al dedillo
absolutamente todo del Che Guevara. Son bibliotecas enteras. Del Che usted
puede aprender muchísimo en boca de un gobernante frentista. Ahora, si usted le
pregunta de gestión, de administración, de control, el hombre se agravia. No se
dio cuenta que para ocupar un cargo en un ente autónomo o un servicio
descentralizado al jerarca, que es un cargo político y no técnico, nadie le
está pidiendo que sea un especialista, sino que gestione el organismo y para
eso debe saberse la Constitución y derecho administrativo, porque lo demás se
adquiere allí con los técnicos de la institución.
No se tomaron ni la molestia de entender en
qué consiste un acto administrativo y tampoco cómo se gestiona un organismo
público. Eso sí, del Che Guevara, lo que le pida”.
Le digo a la señora: “¿Quiere que le diga
una cosa más? Es una suerte y una bendición que las cosas sean así; no van más
lejos y no hacen más daño, porque no les da la capacidad. Esa es la causa por
la cual hoy existe una lluvia de juicios contra el Estado y es multimillonario
lo que se pierde”.
La misma ineptitud es patente en la
política internacional del gobierno que a lo único que ha venido conduciendo es
a concederle todo a la Argentina, impedir las inversiones de argentinos aquí y
tolerar el sabotaje al puerto de Montevideo, y todo esto, bajo la complicidad
“paternal” de Brasil. Los capitales huyen de Argentina, porque ésta no les
ofrece seguridad jurídica alguna para trabajar y si no vienen al Uruguay siguen
para arriba. El hombre puede ser valiente para enfrentar las contingencias en
la vida, pero los capitales son cobardes por naturaleza y donde perciben la más
mínima hostilidad, huyen hacia lugares más seguros. El daño que se le hizo a
nuestro país en materia de inversión inmobiliaria es muy grande y el mismo
gobierno argentino que dice que iba a respetar que no existiera doble
tributación, se comporta ahora como si Uruguay fuera una provincia fiscal de
Argentina. Creer que esta situación ha de cambiar por el simple hecho de que
pueda ganar Sergio Massa es como esperar a Papa Noel, cuando nadie sabe lo que
tan esbelta criatura ha de hacer y lo único cierto es que está llamado a darle
la misma cobertura al kirchnerismo, que este le dio al menemismo.
Las declaraciones de Vázquez para quedar
bien con su hinchada amenazando a los capitales, todos sabemos que son una
simple cortina de humo, pero al precio de ser el mejor ejemplo de lo mismo que
no hay que hacer. Mienta o diga la verdad los está corriendo, porque si algo
caracteriza al capital es que actúa no cuando está protegido de los riesgos,
sino donde encuentra sobreprotección.
En este contexto crece la inseguridad y
según las Naciones Unidas el Uruguay es el quinto país con más robos por
habitantes en América Latina. El único que tiene derecho humano en nuestro país
es el delincuente, porque al gobierno lo único que le importa es el derecho
humano de 116 personas y más nada.
No me hago ilusiones de que esto pueda
cambiar. El Uruguay, como dice la cita de Ayn Rand, con que se inicia este
post, ya es una sociedad condenada.