Va a ganar Vázquez. No cabe duda. No
discute, no polemiza, pero imita burdamente a Larrañaga. Es realmente un
espectáculo imperdible para su hinchada. Le queda tan lindo; es admirable,
porque inaugura una campaña electoral diferente a las demás, graciosa,
divertida y que confirma que efectivamente la educación en Uruguay está mal,
como lo sostiene el mismo Ministerio de Educación de este gobierno. Sería bueno
que si tiene condiciones de animal mimético –virtudes camaleonescas ya demostró
tener de la dictadura a nuestros días- también imite como un lorito la voz de Ricardo
Erlich.
Solo sabe amenazar con más impuestos.
Tiene pensado lo que en economía se llama un mazazo fiscal y no lo disimula, ya
que la hinchada diga lo que sea, igual aplaude.
No
se dio cuenta, está mal informado, de que el sector rural paga el Impuesto a
Primaria con el Imeba, porque esa fue la forma de unificar la base de datos.
No le interesa informarse tampoco, algo
tiene que decirle a los ultras que hicieron del derecho impositivo una forma de
expropiación indirecta.
No le importa la separación de poderes. Si
la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional el Impuesto a la
Concentración de Inmuebles Rurales (ICIR), la culpa es de los productores
rurales.
Habla para un electorado a lo peronista
kirchnerista, para el cual el hombre de campo es un oligarca, un rastacuero y
no un trabajador rural. Como nunca se tomó la molestia de mirar la Balanza de
Pagos ni la Balanza Comercial, no se dio cuenta del rol que juega la
agropecuaria en la economía uruguaya, fundamentalmente, a partir de agosto de
2003 que es cuando la producción se valorizó y el país comenzó a crecer gracias
al agro.
Ese exabrupto lo lanza en el preciso
instante en que más perjudicado está el sector rural por las inundaciones y se
queda sin margen de ganancia para operar; las declaraciones vienen, aunque
parezca increíble, en el preciso momento en que hay que bajarle la carga
impositiva a este sector para que pueda seguir trabajando.
Es evidente que un tercer gobierno del
Frente, en pleno proceso de desaceleración de la economía como el que desde ya
se avizora en el horizonte, le va a dar el puntillazo final a la destrucción
del Uruguay que conocimos.
Dice orgulloso que la educación pasó de
un 2,4% del Producto Bruto Interno, a un 4,7%, sin reparar que a pesar de eso o
precisamente por eso, hoy está peor que nunca y poner allí dinero es como
arrojar agua al mar.
Lo he dicho en reiteradas oportunidades
en este blogger, hablar de porcentajes no es técnico. ¡Cómo sabe Vázquez que lo
que hay que darle a la educación es un 6 %, si no hizo un estudio de sus
necesidades reales! Primero se analiza la realidad y luego se ve qué es lo que
se precisa dar, de pronto no es un 6% es un 7%, o un 5%, pero una sola cosa es
segura, lo que hay que darle a la educación no es precisamente más salario al
pésimo rendimiento docente.
Lo que hay que mejorar no es nivel de
retribución de los docentes, sino para empezar la infraestructura locativa que
se cae a pedazos y para seguir, el nivel intelectual de los mismos y los planes
de estudio obsoletos que tienen.
Si ahora con boletos gratis se registra
un nivel de deserción jamás visto en nuestra historia algo muy profundo está
fallando en la educación.
La enseñanza en el Uruguay tiene un
problema muy grave que no es solamente la de los sectores económicamente
vulnerables, sino la baja capacidad de comprensión lectora de aquellos que
entran a la Universidad y también de los profesionales que de allí salen.
Pedirle a un universitario que redacte
un informe ya es exigirle mucho. Lo que está indicando que la falla de la
educación es en todos los niveles y que eso con más salario para los docentes
lo que va a generar es agravar las cosas.
No se le ocurre pensar que se precisan
otros planes de estudio y otro nivel de capacitación del profesorado.
Todos sabemos que si gana les dirá a los
docentes: “Olvidaté de lo que te dije y acordaté de lo que digo” y se va a
descolgar con cualquier cosa.
No se le ocurre
pensar a tan esbelta criatura que si esto ocurre el segundo día de clase, es
porque el principio de autoridad está en crisis en el Uruguay actual y que esos
discursos incendiarios lo único que hacen es apagar el incendio con gasolina.