Todavía es prematuro prever lo que puede ocurrir en una
segunda vuelta en Chile, pero evidentemente los resultados electorales han sido
una sorpresa, que confirma una vez más, la poca seriedad de las encuestas.
Se sobreestimó el voto a Piñera y se subestimó el voto a
Sánchez y a Kast. La distancia entre las encuestas y la realidad fueron muy
grandes, de modo que se puede sospechar que existe una manipulación política
por parte de los encuestadores, consistente en agigantar a un candidato, que se
trague la pastilla y desde una atmósfera de triunfalismo conducir a que logre
lo contrario de lo deseado.
Todos vimos como el voto por el Brexit en el Reino Unido
demostró el fracaso de las encuestas o a Hilary Clinton contentísima al final
de la campaña, porque estaba convencida que ganaba.
La segunda vuelta en Chile va a ser más reñida de lo que
parece ser.
Se dice en estadística electoral que cuando la distancia
entre un candidato y otro sobrepasa el 10%, siempre indefectiblemente gana el
predilecto, pero aquí nos encontramos con que los votos de los candidatos de
izquierda (Guillier, Sánchez, ME-O, Artés y Navarro) suman más que los de
Piñera y Kast. Se da un escenario parecido al de 2009 en donde el propio Piñera
alcanzó el 44 por ciento frente al 56 que sumaban Eduardo Frei, Marco
Enríquez-Ominami y Jorge Arrate, todos ellos ubicados a la izquierda del
candidato de la centroderecha.
Si bien es cierto que Piñera no la tiene fácil, los desafíos
que tiene Guiller son complejos. Está 14 puntos por debajo del favorito y le
faltan 27 puntos para llegar al 50%. Tiene además que armar un discurso que satisfaga
a Sánchez y a Carolina Goic de la Democracia Cristiana. Es difícil que Piñera
logre captar ese 6% de la DC que siempre ha estado separada de la derecha.
“Ahora hay una posibilidad para Guillier, pero creo que es
muy difícil, porque él no es un buen candidato, ha tenido el peor resultado de
la historia de la Concertación. Además una parte del Frente Amplio, piensa que
hay que destruir a la Nueva Mayoría. Piñera también lo tiene difícil para
arañar votos, va a ser muy reñido, pero creo que lo tiene más difícil
Guillier", sentencia el analista Ascanio Cavallo, tan sorprendido como
todos por el resultado y en especial por el éxito de Kast, que perjudicó a
Piñera. "Representa con mucha nitidez una posición de ultraderecha. No hay
nada parecido en Latinoamérica. Es el remanente del pinochetismo", sostiene.
El discurso de Bachellet apelando a la “unidad progresista”
es la expresión de que Guiller va a recibir apoyo del gobierno en este último
tramo de la campaña. Esa grosera intervención estatal apuntará a una épica
anti-Piñera, anti derecha, para unir en segunda vuelta a una izquierda que fue
separada en la primera.
Si bien los desafíos que tiene Guiller son bastantes, a
Piñera le va a resultar también difícil reunir los 13 puntos que le faltan. La
ventaja que lleva el favorito es que no está tironeado en dos direcciones
diferentes. Puede tranquilamente acercarse al centro, que es el punto político
en donde se ubica el chileno medio, en cambio Guiller tiene que seducir a los
votantes de extrema izquierda de Sánchez. Piñera tampoco tiene que seducir a
los votantes de extrema derecha de Kost, porque es improbable que ellos quieran
correr el riesgo de un gobierno de Guiller.
La segunda vuelta, en realidad son otros comicios. Es una
elección polar de carácter binario entre dos candidatos y los votos no
necesariamente, son transferidos de un modo mecánico.
Se da el raro caso de que las dos fuerzas en pugna siempre
sumaron el 70% de los votos, en cambio ahora, solamente congregaron el 59%, lo
que le da un final incierto al resultado electoral.
Los errores no queridos suelen ser fatales y Sebastián Piñera
tendrá que mantener una calma sublime, porque le van a tirar con todo lo que
puedan.
Hoy en Chile están en juego dos modelos de país. Por un lado el progreso de estos últimos 30
años que reivindica Piñera y por el otro un frente de izquierda radicalizado y
decidido a no equivocar su camino al gobierno.
Es evidente que los cambios que se vivieron en la sociedad
chilena ‑que ya fueron abordados en otro post‑, no se expresan en esta
eventualidad hacia el sistema de partidos, sino en la fragmentación de los
mismos partidos, en un entorno en donde sigue bajando la participación
electoral. Es un hecho que los hijos de las transformaciones económicas,
tecnológicas e institucionales que se han venido dando en Chile, no se sienten
identificados con las figuras emergentes en el plano político.
Ya los resultados electorales no plantean abrasarse con la
eternidad. Se gane o se pierda nadie sale o entra en la historia. Vivimos en un
mundo signado por la alta conectividad, con nuevos pobres, nuevos ricos y
nuevos grupos medios que exigen reconocimiento y visualización y que no se
sienten expresados.
La sociedad está requiriendo una reformulación en sus
idearios políticos y la construcción de nuevas estructuras para los cambios que
han venido ocurriendo en la historia reciente. En un país tradicionalmente
dividido en izquierda y derecha, surgen ahora formaciones que están más a la
izquierda de la izquierda y más a la derecha de la derecha. Esa tendencia a
agigantar los males que podrían ocurrir si gana el contrincante, no responden a
lo que siente la sociedad en su conjunto y el cada vez más creciente nivel de
abstención así lo demuestra. Responde sí a las exigencias burocráticas de
aferrarse a los cargos y no perder las posiciones adquiridas, en un sistema basado
en el clientelismo estatal.
Esta segunda vuelta es una incógnita por varios motivos.
La suma de los votos de Piñera y Kast es idéntica a los votos
de Sebastián Piñera el año 2009. Por su parte, la suma de los votos de los
candidatos de izquierda en esta elección totaliza exactamente los mismos votos
que sumaron el elenco Frei, Enríquez-Ominami y Arrate en el 2009. Si bien numéricamente
es un escenario parecido al que el centro derecho ganó la elección presidencial,
los cambios sociales que se fueron dando en estos 8 años no están expresados en
los números, que parecerían indicar que el tiempo político está congelado,
cuando es evidente que no es así y la fragmentación es un indicador de las
transformaciones que han existido. Por ello, los resultados de este 2017,
aunque diferentes en distribución, generan un escenario de incertidumbre acerca
de lo que puede ocurrir este 17 de diciembre.
Por ahora está en duda el regreso del ex Presidente Piñera al
gobierno y queda librado al cálculo matemático
y a un complejo armado de alianzas la decisión sobre quién ganará el 17
de diciembre. Piñera fue el ganador en lo personal, pero el anti piñerismo es
el dato centralizador de la jornada. Durante sus cuatro años de mandato el país
creció un 5% anual y dejo el gobierno con un 40% de popularidad, en cambio
durante el gobierno de Bachellet la economía sufrió un freno, fue salpicada por
casos de corrupción, el gobierno perdió credibilidad, y con un sistema político
fragmentado los resultados son inciertos.
Según el sociólogo Manuel Antonio Garretón, si bien la sociedad
chilena se derechizo en lo que va de estos años, eso no necesariamente se
expresa en los resultados electorales, en donde el verdadero y creciente
vencedor hasta ahora es el abstencionismo electoral, que ronda en el 47% del padrón
electoral. En la elección de 2013 voto el 51%. En las municipales del año
pasado apenas participó el 36% de los habilitados. Fueron cuatro años de
turbulencias, escándalos políticos y desconfianza creciente de la ciudadanía en
las instituciones.
"Creo que efectivamente hay una derechización en el
sentido de que la mayoría de la gente ya no piensa tanto en proyectos
colectivos como en las pequeñas aspiraciones individuales y de consumo. Pero
desde 1990 no variaron los números en la división de derecha e izquierda en
cuanto a la adhesión a los partidos, y por eso también se dio esta alternancia
entre Michelle Bachelet y Piñera. Aquí hubo dos factores: la atomización de la
centroizquierda y, en todo caso, una menor participación electoral de los
sectores más vulnerables. Pero no hubo un crecimiento de los partidos de
derecha", agregó Garretón.
Según el analista político Marco Moreno, el crecimiento
espectacular del Frente Amplio, que le daban un 10% y sacó un 20% responde a
que "Ellos salieron a conquistar esa tradicional base de apoyo de la
izquierda, porque más que un acuerdo institucional con los comunistas o el
socialismo, lo que le interesa al Frente Amplio es su electorado para conseguir
más escaños en el Congreso". Es lo que cambia el mapa político porque le
obliga a Guiller a ponerse más a la izquierda, ante gente que comparte la idea
de las reformas, pero no la manera en que fueron gestionadas.
En la compleja psicología política del chileno, llama por
ejemplo la atención que los estudios del voto en las elecciones municipales del
año pasado muestren que el número de sufragantes sea especialmente bajo en los
sectores más vulnerables, en donde la izquierda tendría supuestamente su base
electoral y que en cambio sea particularmente alto, cercano al 80% en los
barrios de clase media y alta que son los que apoyan a la derecha.
"Fue un plebiscito respecto de la gestión de Bachelet.
Pero hubo equivocada: cuando las encuestas mostraban un rechazo a las reformas
de Bachelet -de un 70%- iban por los dos lados", asegura el analista
Francisco Covarrubias, más cercano a Piñera. "Hubo gente que consideraba
que las reformas eran muy osadas y profundas, que fue la que votó por Piñera y
su coalición, que tuvo una buena votación. Pero también hubo otra gente que se
oponía a las reformas de Bachelet, porque las consideraba tímidas y que hay que
ir más rápido, que fue la que votó por el Frente Amplio. Si en esta elección no
hubiéramos tenido presidencial, tendríamos que a la derecha le fue muy bien.
Los resultados del Congreso fueron muy buenos para este sector. Pero en el caso
de la presidencial se juntaron las altas expectativas alimentadas por las
encuestas. Entonces, el baño de realidad hace que las caras estén largas y que
hoy haya preocupación", resume.
Todo parece abierto para una segunda vuelta imprevisible
donde la participación, una de las más bajas del mundo, será de nuevo clave.