Robert Gabriel Mugabe, ‑el camarada Bob‑, es un político y
militar zimbabuense de 93 años, que gobierna bajo fraude electoral permanente,
desde 1980, cuando encabeza la independencia de Zimbabue, la ex Rhodesia, en los tiempos en que era colonia del Reino Unido.
Ésta guerra mantenida entre nacionalistas negros y el régimen
blanco de Ian Smith quien era apoyado por el Reino Unido, causó la muerte de 30
mil personas.
Mugabe pasó de ser un héroe independentista de la
descolonización africana, a un dictador que convirtió al país más próspero de
África, en uno de los más pobres. Es el claro ejemplo de ese putchismo africano
en donde para darle legitimidad de origen al gobierno hay que dar un golpe
contra el colonialismo y para dotarlo de legitimidad de ejercicio, solamente
basta con declararse socialista.
“Todavía soy el Hitler de los tiempos. Este Hitler tiene solo
un objetivo: justicia para su gente, soberanía para su gente, reconocimiento de
la independencia de su pueblo". "Si eso es ser Hitler, dejadme ser
Hitler multiplicado por diez", dijo Mugabe en el 2003.
Conceptos como "Solo Dios, que fue quien me designó, me
apartará. Ni el MCD [partido de la oposición], ni los británicos". Dicho en
el 2008, lo caracterizan como una persona profundamente antidemocrática,
dictatorial y autoritaria.
El miércoles 15 fue detenido en un golpe de Estado encabezado
por Constantino Chiwenga, quien tomó el control de las principales
instituciones zimbabuenses, la sede de la televisión, así como el partido
gubernamental Unión Africana Nacional de Zimbabue-Frente Patriótico.
Todo comenzó porque la primera dama de Zimbabue, Grace
Mugabe, dijo que el vicepresidente Emmerson Mnangagwa era “una serpiente
venenosa” que debe “ser golpeada en la cabeza”.
Al otro día Mugabe lo destituye acusándolo de deslealtad y
Mnangagwa abandona el país.
Luego de esto Mugabe y su esposa salieron a buscar los apoyos
del partido gobernante, Unión Nacional Africano Zimbabuense-Frente Patriótico,
para lograr que Grace Mugabe ocupara la vicepresidencia del país.
El ejército de Zimbabue no se confía en la esposa de Mugabe y
los analistas políticos consideran que no es nada improbable que Emmerson
Mnangagwa termine ocupando la presidencia.
Según Andrew Harding, corresponsal de la BBC en África, "el error de Mugabe fue asumir que
todavía era lo bastante poderoso como para instaurar una dinastía con su esposa
como sucesora".
La destitución del vicepresidente Mnangagwa se dio en el
marco de purgas que no eran del agrado del ejército.
Occidente acusa a los Mugabe de apropiarse ilegalmente de
tierras de terceros, amañar elecciones y violar los derechos de la oposición.
Los militares que los pusieron bajo arresto domiciliario
niegan que sea un golpe de Estado. “Nuestro objetivo son criminales de su
entorno que están cometiendo crímenes... que están causando sufrimiento
económico y social al país", dijo un general zimbabuense al leer una
declaración transmitida en vivo por la televisión estatal, a la que los
militares entraron por la fuerza.
Si bien el ejército no especificó a quienes se refería, varias
agencias, sin embargo, informaron de la detención del ministro de Finanzas,
Chombo Among y otros dos afines a Grace, la esposa de Mugabe.
La situación es confusa pero se pueden manejar varias
interpretaciones de lo que está ocurriendo. Una que el ejército no quiere estar
bajo el mando de los caprichos de la esposa de Mugabe, a quien mira con recelo,
por el hecho de que en uno de los países más pobres de África, le gusta hacer
ostentación de lujo. La otra hipótesis es que el ejército quiere relanzar al ex
vicepresidente Mnangawa, que fue destituido por sugerencia de Grace Mugabe.
También se puede pensar que la purga de Mnangawa es la gota que colmó el vaso
en el proceso de ataque, que Grace hizo sobre los veteranos dirigentes del
partido gobernante.
El golpe sería la consecuencia de una lucha interna al seno
del partido de gobierno, entre Grace y el status quo, que se disputan la
sucesión del anciano dictador de 93 años de edad.
Por un lado estarían los viejos dirigentes independentistas
que fueron desplazando y por el otro, el ala juvenil del partido gobernante,
que cuenta entre 40 y 50 años y se apoya en Grace Mugabe, quien públicamente
dijo que iba a ocupar la próxima presidencia. La lucha interna de facciones en
pugna no es nueva en el país y dejó un saldo de muchísimos muertos.
Grace es considerada cabecilla del G‑40, un grupo de
políticos afines a la pareja presidencial.
Los veteranos de guerra de Zimbabue, advirtieron que Mugabe
"está acabado" y "no se le permitirá continuar" antes de
darle un "ultimátum" para que dimita según informan medios locales.
La crisis de Zimbabue pone a toda África en dificultades, porque
el próximo presidente tendrá que ser reconocido por los demás gobiernos
africanos.
“Deberíamos trabajar
todos juntos para un retorno rápido a un gobierno civil en ese país de acuerdo
con su constitución”, dijo el Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson
tras calificar de “preocupante” la situación. “Zimbabue tiene una oportunidad
para adentrarse en un nuevo camino, uno que debe incluir elecciones
democráticas y respeto a los derechos humanos", sostuvo.
Una pauta de los posibles acontecimientos lo constituye el
hecho de que Emmerson Mnangagwa, ‑alías el cocodirilo‑, destituido el 6 de
noviembre por Mugabe haya regresado a Zimbabue. Parece ser el principal
detonante de la crisis, porque estaba preparando una nueva hoja de ruta para el
país, junto a otros dirigentes del partido.
Mugabe lo acusó a pedido de Grace, de conspirar para tomar el
poder mediante el uso de la brujería. Es un veterano líder independentista que
contó durante mucho tiempo con el apoyo de los militares, cuando era ministro
de Defensa.
Mnangaga quería la reconciliación con el principal líder opositor
Morgan Tsvangirai a quien le agredieron a sus simpatizantes en unas elecciones
y tuvo que bajarse de la segunda vuelta y en otra oportunidad en 2008 le
estafaron los comicios.
También estaba en esa hoja de ruta la devolución de las
tierras que les fueron confiscadas a los colonos blancos.
Estaríamos ante la formación de un Gobierno de coalición
transitorio en el que el ex vicepresidente Emmerson Mnangagwa, del ZANU-P, estaría
al frente en alianza con otras formaciones políticas como el Movimiento por el
Cambio Democrático (MDC-T) de Morgan Tsvangirai.
Según Derek Matysza del centro de análisis Instituto para el
Estudio de la Seguridad, con sede en Pretoria, la lógica política “sugiere que
la intervención militar será corta y que una vez que se aseguren de que
Mnangagwa asume la presidencia, volverán los militares a los barracones”.
El vacío de poder vino a agravar una de las peores
situaciones económicas del mundo, con una inflación del 231.000.000% y la
contracción de la agricultura, en un país que llegó a ser exportador de
alimentos. El autoritarismo y la mala gestión condujeron a la fuga de cerebros
y la degradación social y económica del país.
Hoy la crisis se agravó y nadie salió a condenar el golpe de
Estado. Sólo la Unión Africana, presidida en la actualidad por el mandatario
guineano Alpha Conde, ha afirmado que "nunca aceptará el golpe de Estado
militar" y ha pedido la vuelta a la Constitución por la vía política.
Estamos hablando de un país sin infraestructuras, con un
servicio sanitario colapsado, sistemas de agua que no funcionan y con altísimos
niveles de desnutrición.
De todo esto se pueden extraer varias conclusiones:
- El militarismo como política expropiatoria –socialismo real‑, es la vía regia a la pobreza y la degradación social.
- La libertad personal es esencial para el progreso económico de las naciones, porque, como decía John Smith, “la propiedad es el precio de la libertad”.
- La crisis económica que azota ahora a Zimbabue es de una profundidad tal, que tras el golpe de Estado hay un intento de revertir decisiones políticas expropiatorias.