El Mercosur entró en
crisis en enero de 1999 cuando Brasil devaluó el real. Allí el comercio
exterior con dicho país que estaba en el 30 por ciento de lo que Uruguay
exporta, bajó drásticamente al 15 por ciento y recibe su puntillazo final
después de la devaluación argentina de fines de 2001, en donde el comercio
exterior con este país que estaba en 20 por ciento, baja drásticamente al 5 por
ciento.
La necesidad de abrirse al mundo se volvió vital para un país
chico como Uruguay y durante toda ésta década robada lo que vimos es bloqueo de
puentes violando el artículo 1º del Capítulo I del Tratado de Asunción que dice que el
Mercado Común implica: “La libre circulación de bienes, servicios y factores
productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los
derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de
mercaderías y de cualquier otra medida equivalente;” como puede ser, se
entiende, el bloqueo de puentes impidiendo la libre circulación de bienes,
servicios y factores productivos. Ahí era el momento exacto de retirarse del
Mercosur.
Vimos también, la expulsión de Paraguay a instancias de una
petrochequera dispuesta a hacer entrar a Venezuela por la ventana, no respetando
la soberanía paraguaya y su Constitución que, como cualquier otra, prevé el
juicio político al Primer Mandatario.
La Constitución Paraguaya en su SECCIÓN VI. DEL JUICIO
POLITICO, en el artículo 225 - DEL PROCEDIMIENTO, dice “El Presidente
de la República,
el Vicepresidente, los
ministros del Poder
Ejecutivo, los ministros
de la Corte
Suprema de Justicia,
el Fiscal General
del Estado, el
Defensor del Pueblo,
el Contralor General
de la República,
el Subcontralor y los integrantes
del Tribunal Superior de Justicia Electoral, sólo podrán
ser sometidos a juicio político por mal desempeño de sus funciones, por delitos
cometidos en el ejercicio de sus cargos o por delitos comunes.
La acusación será
formulada por la
Cámara de Diputados,
por mayoría de
dos tercios.
Corresponderá a la
Cámara de Senadores,
por mayoría absoluta
de dos tercios,
juzgar en juicio público a los acusados por la
Cámara de Diputados y, en caso, declararlos culpables, al sólo efecto
de separarlos de sus cargos,
En los casos de supuesta
comisión de delitos,
se pasarán los antecedentes a la
justicia ordinaria. “. Todos sabemos que con 39 votos a favor y 4 en contra, Fernando
Lugo fue destituido del cargo.
Frente a esto, los países del Mercosur sostuvieron que era un
golpe de Estado y expulsaron a Paraguay. Para sorpresa de todos, dicho país que
venía creciendo a un 4,5 por ciento anual, cuando fue expulsado creció ese año,
un 7 por ciento.
Todo lo que hicieron para que entrara Venezuela hoy se
derrumba como un castillo de naipes y se los expulsa por la persistencia del
incumplimiento de las obligaciones asumidas en el protocolo de adhesión al
bloque del que Venezuela es parte desde 2012.
Entre las tantas infamias del Mercosur, en el Uruguay tuvimos
que sufrir una política de hostigamiento por parte del gobierno kirchnerista
tratando de asfixiar económicamente a nuestro país y llevando a que el puerto
de Montevideo perdiera su condición de puerto Hub, junto al cierre de 415
empresas portuarias.
Desde el gobierno uruguayo no supieron, ni quisieron hacer
valer la soberanía uruguaya.
En vez de hacer una revisión de las políticas para que países
como Uruguay reciban inversiones que les permita exportar, Brasil dificulta la
colocación de la producción agrícola uruguaya y Argentina es sensible a la
presión del Soviet de Gualeguaychú, una cosa sin legitimidad de origen, ni de
ejercicio que se cree con derecho a ordenar qué inversiones debemos recibir y
cuáles no, como si fuéramos chiquilines pequeños que no saben lo que quieren y
carecen de responsabilidad para determinar que contamina y qué no.
Todo esto en el marco
de la más absoluta incapacidad de concretar alianzas con el resto del mundo y
una inoperancia burocrática que para lo único que funciona es para hacer
cánticos a la unidad latinoamericana y cobrarse suculentos sueldos y viáticos.
A esto hay que agregarle el concepto que tienen en Argentina
y Brasil del Uruguay. Allende el rio piensan que somos una Provincia más: “Eso
chiquito de nosotros que por culpa de Artigas es independiente”, cuando hasta
el más desavisado sabe que Artigas marchó al exilio en 1820 y que Uruguay se
declara independiente en 1828 con la Convención Preliminar de Paz y que en
aquella época, no existía la Argentina que nace mucho más tarde en 1853.
Del lado de Brasil dan por sentado que somos una especie de
Provincia Cisplatina, un lugar poco atractivo para invertir, una suerte de zona
difusa que le impidió a la Reina Carlota salirse con el antojo de tapizar
Brasil hacia el Río de la Plata, pero eso sí, que tiene que someterse a los
dicterios del empresariado paulista.
Realmente es
humillante para nosotros el Mercosur.
Pienso que habría que llamar a un plebiscito ante la
ciudadanía para saber si el cuerpo electoral decide permanecer o no en el
Mercosur, como hizo Inglaterra con el Brexit.
En temas que son políticas de estado que atañen a las
próximas generaciones, no se puede estar al parecer de cuatro o cinco
iluminados.
Pretender que cada miembro no pueda tener autonomía en lo
atinente a los países con los que quiere arribar a acuerdos económicos, nos
convierte inexorablemente en esclavos de otros y rehenes de políticas que no se
deciden aquí.
Un pronunciamiento popular al respecto pone en manos del
soberano, la decisión crucial en materia de comercio exterior.
Pienso también que de lograr salir de este esperpento
virreinal, inmediatamente hay que plantearle un Tratado de Libre Comercio a Brasil,
Argentina y Paraguay por separado. No estoy planteando un aislacionismo al
estilo británico, sino otra modalidad de integración comercial. Siempre fueron
mejores los tratados de libre comercio que las uniones aduaneras, entre otras
cosas, porque un tratado de libre comercio es un acuerdo estrictamente
comercial, en cambio las uniones aduaneras, tipo Unidad Europea, implican
delegar soberanía.
Llama la atención en este sentido, que la izquierda vernácula
y semi feudal que tenemos, no haya salido a festejar el Brexit y el triunfo de
Donald Trump, que tampoco quiere tratados de libre comercio con nadie. Recién
ahora se dan cuenta que cuando un país poderoso hace un tratado de libre
comercio con otro infinitamente más chico, el que gana es el chico. Por
ejemplo, la balanza comercial de Chile con Estados Unidos, es un ejemplo de lo
que no quiere Trump. Chile le vende U$U 2.200.000.000 y le compra U$U
800.000.000. Más ventajoso para el país andino imposible y eso porque supo
darse una economía complementaria con la de Estados Unidos.
La economía uruguaya es complementaria con la brasilera y
competitiva con la de Argentina y Paraguay, esa es la causa por la cual al
final, a trancas y barrancas, hay acuerdo con Brasil, ignoremos a Paraguay y,
pese a que somos muy parecidos, tengamos siempre problemas con Argentina.
Uruguay ya tenía, antes del Mercosur un acuerdo comercial con
Brasil que era el PEC y otro con Argentina que era el CAUCE, de modo que no se
ve cuál es la razón por la cual si se retira del Mercosur se queda solo en el
mundo, cuando el planteo no es la no conexión con ambos países, sino firmar con
ellos tratados de libre comercio basados en el CAUCE y el PEC. De lo que se
trata es de salir de la Unión Aduanera para pasar a otra modalidad estrictamente
comercial de relacionamiento integral.
Para vender, comercializar y exportar no se precisan
coincidencias ideológicas al estilo del CAME y el COMECON ex soviético, que ya
sabemos el daño que le infligieron a los países de Europa del Este en los tiempos
del socialismo real.
Moscú entonces decidía que emprendimientos tenía que tener
cada uno, estrangulando el desarrollo de las Repúblicas ex soviéticas.
Lo mismo ocurre con la Unidad Europea después de la crisis
financiera de 2008, en donde hoy solamente le sirve a las multinacionales y los
sectores allegados a ella.
Se avecina una crisis muy parecida a la del 29’ en donde
todas las economías mundiales se cerraron y pusieron las industrias
exportadoras a trabajar para el mercado interno, porque ninguna estaba en
condiciones de comprarle a otros como hasta ese entonces.
Terminar con esto justamente ahora que Estados Unidos está en una
posición aislacionista, y concretar un Tratado de Libre Comercio con China es
crucial para una época de cierre de mercados y proteccionismo generalizado.