lunes, 5 de diciembre de 2016

El panorama político mundial



        Estamos hoy viviendo un nuevo panorama político y económico a nivel mundial, que si bien en muchos aspectos suele llamar la atención por lo inédito de lo que ocurre, a esta altura parece demasiado evidente el curso de los acontecimientos.
        En Colombia gana el No al acuerdo de paz con las FARC, en Gran Bretaña el Brexit, en Estados Unidos Donald Trump y ahora en una votación altísima del 70 por ciento, gana el No en Italia a la proposición de acotar los poderes del Senado en favor del jefe de gobierno. Y mientras caen las bolsas por el triunfo de Trump, comienza a caer el euro.
        No me gusta generar alarmismo, porque la fatalidad es la única profecía auto realizada, pero basta ver la crisis de descapitalización que tiene la banca italiana para vislumbrar el efecto réplica que este terremoto anuncia en toda Europa y el mundo. Baja rentabilidad, exceso de costos en las sucursales, parálisis política impidiendo la necesaria restructuración del sector financiero, poco atractivo para guardar el dinero por las tasas de interés cero, reducción a la mitad de los ingresos, escasez de capital, demasiada dependencia de Alemania, y en plena caída de un 10 por ciento del Producto Bruto Interno la deuda externa italiana alcanza los 2 billones de euros, la más grande de la zona euro.
        Si a esto se le suma los graves problemas de gobernabilidad que condujeron a este pronunciamiento, con el respectivo No por mayoría absoluta, vemos que dicho país se encuentra en una crisis sin solución a la vista y que tiene el agravante de su repercusión en los demás miembros de la Unidad Europea.
        Aquí es donde uno ve el acierto de Gran Bretaña en retirarse y la razón por la cual crecen los movimientos y partidos políticos aislacionistas. No es porque sean autárquicos, sino porque de 2008 a la fecha se perdieron 16 millones de puestos de trabajo y la economía sigue en crisis sin solución de continuidad.
        Esta realidad, más que un fracaso de la globalización como se la pretende interpretar, es un fracaso de la moneda única, la pérdida de independencia presupuestal y el endeudamiento irresponsable.
        En los casos de España, Italia, Portugal y Grecia que son los que están peor de todos, la responsabilidad no es únicamente de los gobiernos irresponsables, sino también de los prestamistas que les concedieron crédito, sabiendo que estaba más allá de la capacidad de pago que estos países disponían. Ahora llega la hora de la verdad y la economía se les vuelve un barril sin fondo.
        En el caso de Italia hay que entender esta aparente contradicción, siendo la cuarta economía mayor de Europa es sin embargo, la más débil. Con una deuda pública situada en un 135 por ciento del Producto Bruto Interno ha tenido una economía paralizada durante muchos años, excesivamente regulada y burocratizada desalentando la iniciativa privada.
        Las carteras incobrables de los bancos italianos forman un agujero negro de 360 mil millones de euros que representa un 20 por ciento del saldo total de crédito en el sistema financiero. Al perder valor los créditos, se espera que el sistema financiero genere otros 40 mil millones de impagados.
        En Bruselas se fijan normas que después no se cumplen, hay conflicto de intereses entre acreedores y deudores, y todos sospechan lo inevitable, que el sector financiero italiano podría ser la ruina de la zona euro.
        El cóctel explosivo lo forman los créditos deteriorados, que influyen sobre los balances de los bancos y que les impiden dar nuevos préstamos. Equivalentes a 200 mil millones de euros -el 8% del total de los créditos-, los NPL (non performing loans), son fruto de la crisis económica que padece Italia, que no crece desde hace 15 años. Todo esto ocurre porque las empresas se endeudaron más allá de su capacidad de pago y los bancos financiaron absolutamente todo.
        Los NPL (No realiza préstamos) en realidad es un corralito al revés; dinero prestado que no será devuelto.
        Todo esto se expresa políticamente en el surgimiento generalizado de los euro escépticos, "los aislacionistas" y toda la variedad de movimientos que de izquierda a derecha están contra esta forma de integración.
        “Asumo la responsabilidad de la derrota. Mi experiencia como jefe de gobierno hasta acá llega”, dijo el Primer Ministro Matteo Renzi.
        Si bien a mi entender es correcto que la gente no haya querido que el gobierno acumule tanto poder y convierta al Senado en un órgano de inútiles y refugio para los corruptos, la gravedad de la crisis económica que dicho país tiene y la necesidad imperiosa de salir de la parálisis conducen a medidas para las cuales es muy difícil encontrar mayorías parlamentarias.
        El resultado electoral es también parte del cóctel explosivo que toda Europa tiene por delante. 



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