miércoles, 30 de noviembre de 2016

Buscando el enemigo perfecto




        Hoy asistimos tanto a nivel regional como mundial a lo que bien podríamos llamar el fin de una época de bonanza desaprovechada.
        Los gobiernos del despilfarro desaprovecharon las épocas de vacas gordas y ahora no tienen de donde sacar para campear el período de vacas flacas que comenzamos a vivir.
        Inflaron al Estado, robaron a cuatro manos, hipotecaron el destino de toda una generación, no hicieron nada importante, criminalizaron la pobreza y multiplicaron a los indigentes. Son los grandes fabricantes de miseria.
        Ahora se les viene abajo el tinglado que armaron, tanto en Europa, Brexit mediante, en la región, en donde el Mercosur es cualquier cosa menos una Unión Aduanera y ahora en Estados Unidos en donde el triunfo de Donald Trump viene a darle el puntillazo global, desde otro populismo, pero de derecha, a toda esta escalada de gobiernos irresponsables.
        Si bien es cierto que Trump es una caja de sorpresas que puede hacer cualquier cosa y que de aplicar lo que prometió el primer perjudicado ha de ser él, por las inversiones que tiene a nivel mundial, es evidente que en el estado de ánimo general hay una demanda de ponerle un fin a todos estos gobiernos generosos con el dinero del contribuyente.
        Es un hecho que en el Uruguay, el gobierno está nervioso.
        Cuando vi que comenzaba a derrumbarse este modelo económico y político, tanto en Brasil como Argentina, me llamé a silencio por varios motivos. Porque es un hecho lo que he venido diciendo desde 2009 a la fecha, porque finaliza un ciclo y en los períodos de transición nadie puede saber hacia dónde apunta el curso de los acontecimientos y fundamentalmente, porque no me gusta ser cabeza de turco y chivo expiatorio para que salgan diciendo que desde este humilde blogger se está representando “lo más negro del restauracionismo derechista”, que es todo lo que saben hacer: descalificar a otro sin discutir con ideas.
        Ahora ven conspiraciones por todos lados, nada menos que ellos, que hicieron oposición destituyente a quema ropa, desde cualquier barricada que tuvieran a mano, sea la calle, una radio, la prensa, el parlamento, que nicolinizaron fassanezcamente la atmósfera moral sin poder demostrar nada ante la justicia, que no hicieron otra cosa que politizar el gremialismo y usarlo de punta de lanza, que se pasaron la vida inventando referéndums por cualquier cosa para tener protagonismo político ante la gente, que vivieron de campaña electoral permanente y de interpelación en interpelación.
        La oposición actual es estrictamente parlamentaria. Nadie sale a gritar en una barricada, a manifestar o insultar por las esquinas y sin embargo es evidente que aun así, concebida en términos estrictamente republicanos, a esta gente que es antidemocrática por naturaleza y no van más lejos porque no les da la capacidad, los pone muy nerviosos.
        Quieren hacer creer que un juicio político, enteramente previsto en la Constitución, el famoso impeachment británico, es un golpe de estado. ¿Era acaso un golpe de estado lo que iba a derribar a Nixon? ¿Fue una contraofensiva espantosa la que sacó de allí a Collor de Melo? Ahí no dicen eso, verdad? Allí sí, el juicio político era lo correcto.
        Ésta necesidad de ponerse de víctimas cuando en realidad son victimarios desde la primera hora que se levantaron en armas contra las instituciones republicanas, cada día se lo cree menos gente.
        La década saKeada tanto en Argentina con los Kirchner’s como en Uruguay con MujiKa, pasará a la historia como un totalitarismo inconcluso que no encontró el piso histórico que otros autoritarismos tuvieron para catapultarse a la dimensión de una diabólica perfección.
        Mientras en Argentina y Brasil existe una urgencia por conseguir impunidad, en el Uruguay quieren, como diría el paisano, “tapar el cielo con un harnero” y escondiendo la cabeza debajo de la tierra, como los avestruces cuando los van a cazar, pretenden, al mejor estilo de la dictadura militar que “aquí no pasa nada”.
        Siempre fue clásico el famoso “no hagan olas”, el “cambia el gobierno pero yo no”, pero ahora se ve que están nerviosos.
        Ya estamos viendo el primer goteo de una cañería que se rompió. Perdieron la mayoría parlamentaria por la independencia de criterio de Gonzalo Mujica, lo que significa que saldrán nuevas comisiones investigadoras. Es un detalle, nada menor a la hora de justipreciar el desfile en Argentina de esta gente por los tribunales y el avance de la lucha contra la corrupción en Brasil, que al parecer, no deja títere con cabeza.
        Han gobernado durante todos estos años bajo una modalidad de ensimismamiento internista que no está en condiciones de gobernar y convivir con la oposición. De nada sirvió decirles que la democracia no es el gobierno de la mayoría, sino el gobierno de la mayoría que respeta a las minorías.
        Fracturaron la sociedad generando una grieta que usa al paria como excusa para desviar fondos y mientras la economía crecía, aumentaba también el déficit fiscal.
        Sabrán en el Uruguay por qué están nerviosos y buscan un enemigo de paja para victimizarse.




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