Hoy asistimos tanto a nivel regional como mundial a lo que
bien podríamos llamar el fin de una época de bonanza desaprovechada.
Los gobiernos del despilfarro desaprovecharon las épocas de
vacas gordas y ahora no tienen de donde sacar para campear el período de vacas
flacas que comenzamos a vivir.
Inflaron al Estado, robaron a cuatro manos, hipotecaron el
destino de toda una generación, no hicieron nada importante, criminalizaron la
pobreza y multiplicaron a los indigentes. Son los grandes fabricantes de
miseria.
Ahora se les viene abajo el tinglado que armaron, tanto en
Europa, Brexit mediante, en la región, en donde el Mercosur es cualquier cosa
menos una Unión Aduanera y ahora en Estados Unidos en donde el triunfo de
Donald Trump viene a darle el puntillazo global, desde otro populismo, pero de
derecha, a toda esta escalada de gobiernos irresponsables.
Si bien es cierto que Trump es una caja de sorpresas que
puede hacer cualquier cosa y que de aplicar lo que prometió el primer
perjudicado ha de ser él, por las inversiones que tiene a nivel mundial, es
evidente que en el estado de ánimo general hay una demanda de ponerle un fin a
todos estos gobiernos generosos con el dinero del contribuyente.
Es un hecho que en el Uruguay, el gobierno está nervioso.
Cuando vi que comenzaba a derrumbarse este modelo económico y
político, tanto en Brasil como Argentina, me llamé a silencio por varios
motivos. Porque es un hecho lo que he venido diciendo desde 2009 a la fecha,
porque finaliza un ciclo y en los períodos de transición nadie puede saber
hacia dónde apunta el curso de los acontecimientos y fundamentalmente, porque
no me gusta ser cabeza de turco y chivo expiatorio para que salgan diciendo que
desde este humilde blogger se está representando “lo más negro del
restauracionismo derechista”, que es todo lo que saben hacer: descalificar a
otro sin discutir con ideas.
Ahora ven conspiraciones por todos lados, nada menos que
ellos, que hicieron oposición destituyente a quema ropa, desde cualquier
barricada que tuvieran a mano, sea la calle, una radio, la prensa, el
parlamento, que nicolinizaron fassanezcamente la atmósfera moral sin poder
demostrar nada ante la justicia, que no hicieron otra cosa que politizar el
gremialismo y usarlo de punta de lanza, que se pasaron la vida inventando
referéndums por cualquier cosa para tener protagonismo político ante la gente,
que vivieron de campaña electoral permanente y de interpelación en
interpelación.
La oposición actual es estrictamente parlamentaria. Nadie
sale a gritar en una barricada, a manifestar o insultar por las esquinas y sin
embargo es evidente que aun así, concebida en términos estrictamente
republicanos, a esta gente que es antidemocrática por naturaleza y no van más
lejos porque no les da la capacidad, los pone muy nerviosos.
Quieren hacer creer que un juicio político, enteramente
previsto en la Constitución, el famoso impeachment británico, es un golpe de
estado. ¿Era acaso un golpe de estado lo que iba a derribar a Nixon? ¿Fue una
contraofensiva espantosa la que sacó de allí a Collor de Melo? Ahí no dicen
eso, verdad? Allí sí, el juicio político era lo correcto.
Ésta necesidad de ponerse de víctimas cuando en realidad son
victimarios desde la primera hora que se levantaron en armas contra las
instituciones republicanas, cada día se lo cree menos gente.
La década saKeada tanto en Argentina con los Kirchner’s como
en Uruguay con MujiKa, pasará a la historia como un totalitarismo inconcluso
que no encontró el piso histórico que otros autoritarismos tuvieron para
catapultarse a la dimensión de una diabólica perfección.
Mientras en Argentina y Brasil existe una urgencia por
conseguir impunidad, en el Uruguay quieren, como diría el paisano, “tapar el
cielo con un harnero” y escondiendo la cabeza debajo de la tierra, como los
avestruces cuando los van a cazar, pretenden, al mejor estilo de la dictadura
militar que “aquí no pasa nada”.
Siempre fue clásico el famoso “no hagan olas”, el “cambia el
gobierno pero yo no”, pero ahora se ve que están nerviosos.
Ya estamos viendo el primer goteo de una cañería que se
rompió. Perdieron la mayoría parlamentaria por la independencia de criterio de
Gonzalo Mujica, lo que significa que saldrán nuevas comisiones investigadoras.
Es un detalle, nada menor a la hora de justipreciar el desfile en Argentina de
esta gente por los tribunales y el avance de la lucha contra la corrupción en
Brasil, que al parecer, no deja títere con cabeza.
Han gobernado durante todos estos años bajo una modalidad de
ensimismamiento internista que no está en condiciones de gobernar y convivir
con la oposición. De nada sirvió decirles que la democracia no es el gobierno
de la mayoría, sino el gobierno de la mayoría que respeta a las minorías.
Fracturaron la sociedad generando una grieta que usa al paria
como excusa para desviar fondos y mientras la economía crecía, aumentaba
también el déficit fiscal.
Sabrán en el Uruguay por qué están nerviosos y buscan un
enemigo de paja para victimizarse.