martes, 29 de noviembre de 2016

Castro ha muerto, viva Castro



        La expresión que estoy parafraseando viene del clásico el Rey ha muerto, viva el Rey, que surge en Francia: Le roi est mort, vive le roi y que fue usada en 1422 cuando la sucesión de Carlos VI, por Carlos VII.
        Es una expresión feudal que quiere decir larga vida a la monarquía como institución y que se podría traducir como A Castro muerto, Castro puesto y que en buen romance significa, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Así piensan los monarcas que dirigen la isla.
        Estamos hablando de un país gobernado desde el 1º de enero de 1959 por la dinastía de los Castro’s y que representa la dictadura más antigua del mundo. Mientras Alfredo Stroessner y Francisco Franco gobernaron casi 35 años, solamente superados por António de Oliveira Salazar que duró 36 años, Fidel Castro en cambio gobernó con mano férrea desde 1959 a 2006, esto es 47 años y lo continúa tras su retiro el hermano Raúl Castro, lo que significa que van 57 años de dinastía.
        Nunca entendí cuál puede ser la razón mediante la cual si Stroessner, Franco y Salazar son tan dictadores, Fidel Castro tuvo hasta sus 90 años la más absoluta impunidad para gobernar como se le dio las ganas. Muerto le dedican programas especiales y es tapa de noticia en todos los diarios del mundo. ¿Por qué no le dedicaron programas especiales a Stroessner, Franco o Salazar?
        Por ejemplo en el Uruguay, donde hay gente que se derrite cuando ve una foto de Fidel Castro, uno se pregunta si son tan petizos intelectuales que no se dan cuenta que si existiera aquí un Fidel Castro, los primeros en marchar a una purga serían ellos.
        Si los Castro’s fueran gobernadores argentinos la prensa en su conjunto estaría despotricando contra “el feudo de los Castros” y burlándose de él, en programas cómicos, sin embargo como es allá lejos en Cuba, de izquierda a derecha le rinden pleitesía.
        Nadie, exceptuando la demencia venezolana, quiere seguir la política implantada en la isla y sin embargo, la figura de Castro parecería estar más allá del bien y del mal.
        Que el dictador caribeño tenga obsecuentes como los tuvo Stroessner, Franco o Salazar, es entendible, en un país en donde para sobrevivir y comer todos los días, hay que negar las razones del vivir y en donde cambiar principios por lentejas es un estilo de vida, pero que la comunidad internacional le haya dado, no ya el beneficio de la duda, como se lo dio a comienzos de los 60’, sino legitimidad de ejercicio a lo que nunca tuvo legitimidad de origen, es un misterio de la política internacional muy difícil de develar.
        Que en la Alemania nazi hubiera gente que creyó ver en Hitler un San Jorge peleando contra el dragón, es tan demencial como aquellos que creen que Castro es David contra Goliat.
        Que en Cuba existan 16 mil desaparecidos, al parecer no tiene relevancia, porque allí no existen los derechos humanos, sino los izquierdos humanos, que los Castro’s la hayan convertido en un centro de experimentación genética de las multinacionales tampoco importa, porque se ve que nacer cubano es venir al mundo con una capitis deminutio que supone una incapacidad de derecho absoluta en la persona humana.
        El agente secretísimo, Fidel Castro Ruz, no será absuelto por la historia, fue absuelto por la lenidad moral de una comunidad internacional que le toleró hasta el absurdo cualquier cosa.
        Evidentemente querer libertad y democracia para Cuba es mucho pedir, en un mundo en donde hasta los enemigos de la libertad se disfrazan de demócratas para ser creíbles, porque nadie quiere aparecer identificado con tiranías y dictaduras.
        La muerte de Fidel Castro no resuelve nada, pero algo es algo.

Ya no son tiempos de Coca Cola, son tiempos de Pepsi

 

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