El hecho de que las cosas en la Argentina
estén mal, prepara a todos para ir a un acuerdo político. El gobierno tendrá
que tener poder de convicción como para no apretarlos.
Cambiar
de paradigma económico –reglas de juego-, siempre tendrá consecuencias sociales
y tiene costos.
El
peronismo más tradicional está acompañando la salida, porque quiere ser opción
de futuro. El peronismo para ser constructivo y reinventarse, tiene que desear
que a Mauricio le vaya lo mejor posible y por ende, se ha de desmarcar de
Cristina y su prepotencia enceguecida.
El
cepo se puso para no perder reservas. El retraso que trajo como consecuencia,
hizo que sea peor, el enmiendo que el soneto.
Sin
recomponer reservas no se puede abrir el cepo, porque sí no es lo de Hernán Siles
Zuaso en Bolivia, cuando el dólar saltó de 20 a 200.
No
es lo mismo devaluar sobre estabilidad de precios, que sobre una inflación del
21 por ciento.
Un
Estado más fuerte no es un Estado más grande, si no hay mejor infraestructura,
mejor salud, mejor educación, mejor vivienda. El Estado argentino perdió
posibilidad de hacer política antí cíclica. Un Estado grande es un Estado gordo
y no fuerte, ya lo sabía Lenin que lo engordó para destruirlo.
Dibujar
números engaña el militante, no al operador económico.
Los
contadores para calcular la inflación toman la tasa de interés y le descuentan
la prime rate. No se manejan con lo que dice el Gobierno.
El
discurso de Cristina al despedirse es penoso, las cosas que dijo eran todas
incoherencias. Es un gobierno que lo único que le importó es construir poder. Este
es el final y tenía que ser así.
Es
el fracaso del “Vamos por todo”.
Nadie
sabe qué país comienza, pero todos saben que Argentina no son dos países, sino
muchos países.
El
poder no está en la boca de los fusiles, tampoco en el griterío histérico de
una neurótica. Contra eso hay soluciones. Sí, se puede.
Piensan
hacer oposición sin amistad cívica, no yendo al parlamento, pobrecitos, no
saben interpretar al peronismo clásico.
No
se dan cuenta que si el peronismo no se saca el cristinismo de encima, muere
como tal. Mirar la sociedad e integrarla, en lugar de “Vamos por todo”, “Vamos
entre todos”.
La
política de la mala fe, consiste en imputar mala fe a otro, a condición de que
el otro haga lo que uno quiere. Todo aquel que no hace lo que el poder quiere,
es un sospechoso. Es una traición preventiva, como se será traicionado, se
traiciona antes.
Se
precisa un cambio cultural muy fuerte en el vecino país. Confundieron micrófono
con audiencia. El Estado compró 8 micrófonos y dejó dos libres y todo el mundo
se fue a esos dos, no hay nada más aburrido que escuchar lo mismo.
La
gente ya se dió cuenta que alguien se comió su queso y no fue precisamente el
ratón.
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