jueves, 17 de diciembre de 2015

El fin del ciclo en las tasas de interés norteamericanas.

      
        Las tasas de interés norteamericanas estaban a mediados de los 70’ en un 5 por ciento y con altibajos llegan a su pico más alto de un 20 por ciento en los 80’, en los tiempos de Paul Volcker. Luego bajan y se ubican nuevamente, en un 5 por ciento en 1987, en los tiempos de Alan Greenspan. En 1992 llegan a su pico más bajo de un 3 por ciento.
        Greenspan cuando el estallido de las burbujas de las punto com o burbuja de Internet, las pone en un 1 por ciento. En 2006 Bernanke las va subiendo hasta llegar a un 5,25 por ciento y a fines de 2008 las baja al 0 por ciento para enfrentar la crisis global que golpeaba a la economía norteamericana, efecto de los coletazos de la crisis europea.
        En otro tiempo, cuando las tasas de interés norteamericanas estaban en un 20 por ciento, se decía que Estados Unidos es el único país en el mundo que sufre una rara contradicción macroeconómica: es el primer deudor y acreedor del mundo. Es el primer acreedor porque todos le deben dólares y es el primer deudor porque tiene que seguir prestando para poder cobrar. Las tasas bajas en cambio favorecen la inversión interna y alejan el ahorro interno del sistema financiero.
        Esto ha hecho que la ley de la rotación del dinero sea más importante que las divisas que se tienen para entender la inflación. Las altas tasas de interés desestimulan la producción, el empleo y la inversión, porque vuelve más atractivo para los sectores que tienen poder de ahorro, poner el dinero en los bancos que trabajar en emprendimientos productivos.
        Desde 2009 a la fecha van ya 6 años con tasas de interés en cero.
        La suba actual que se ubica en un rango que va de 0,25 a 0,50 en términos económicos no significa tanto como parece, comparativamente considerado con lo que han sido las tasas de interés en Estados Unidos, pero es una señal de que llegó a su fin el ciclo de las tasas cero.
        De ahora en más el crédito será cada vez más oneroso, el endeudamiento externo más caro de pagar y los capitales van retornando de los diferentes lugares a los que habían huido nuevamente a los Estados Unidos.
        Tradicionalmente para entender la realidad latinoamericana había que observar el funcionamiento de lo que eran tres potencias importantes: México, Brasil y Argentina. Hoy, con un México vandalizado por el narcotráfico y una Argentina destruida y robada, entender la realidad económica de América, implica observar lo que ocurre en los dos mayores captadores de inversión internacional directa, Brasil y Chile.
        En un post anterior analizamos la realidad económica brasilera, ahora veremos el correlato que todo esto tiene sobre la economía chilena, cuando los capitales se van de Brasil y afectan a su socio más importante por varias determinantes no solamente externas, sino internas del país trasandino.
        Hoy Chile vive una caída de más de 10 por ciento en términos reales y 20 por ciento en dólares en el índice accionario más representativo, el IPSA de la Bolsa de Santiago. Desde comienzos de 2013, cuando el indicador alcanzó su valor máximo; el derrumbe ha sido impresionante; más de un 30 por ciento en el convertidor UF a moneda chilena y un 50 por ciento en dólares.
        Para utilizar conceptos de Joseph Alois Schumpeter es una clara expresión del pesimismo reinante tanto en empresarios, como consumidores.
        En lo internacional, la regularización de las tasas de interés en Estados Unidos ahuyenta la inversión bursátil. Si a esto se le agrega el fin del auge del cobre y otras materias primas, junto al pánico que vino en la industria minera, cualquiera entiende que la situación no es nada promisoria.
        En lo regional, el derrumbe de las bolsas en Brasil, Perú, Colombia y México, van generando una parálisis del mercado bursátil y todos sabemos que si bien hoy la economía mundial no pasa como antes de la crisis del 29’ por las Bolsas de Valores, éstas siguen siendo el termómetro de la economía.
        Junto a esto, la pesadumbre que se vive hoy en Brasil en los operadores bursátiles está muy influida por las reformas que promueve el actual gobierno de Bachelet. De esta forma, vemos que la reforma tributaria ha elevado fuertemente la tributación a las rentas empresariales y por tanto castigado los dividendos netos; la reforma laboral amenaza a las empresas con huelgas salvajes, rigidez del mercado laboral y costos salariales más altos, el deseo de reformar la Constitución es también otro factor de inseguridad, porque podría afectar la seguridad jurídica en los derechos de propiedad.
        La depresión de los valores accionarios destruye riqueza y limita la capacidad de los hogares y las empresas para financiar gastos e inversiones.
        La ausencia de un mercado bursátil pujante y dinámico le quita fondos frescos a los emprendimientos innovadores que son los que están llamados a activar el crecimiento de la economía.
        Hoy, se sabe por estudios que se han hecho al respecto, que son las empresas innovadoras las verdaderas generadoras de puestos de trabajo.
        Si algo lo caracterizó a Chile es la capacidad de innovación para conquistar mercados en el Pacífico y tener un crecimiento imparable de la economía en una América Latina que no ha hecho otra cosa que fomentar la fuga de cerebros.
        Vemos con pena como tantos chilenos calificados, hoy dejan su país en busca de mejores horizontes, ante un gobierno que lo único que le importa, es meterle la mano en el bolsillo al contribuyente.

 

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