jueves, 26 de noviembre de 2015

El verdadero ataque a la laicidad


        Sabido es que una cosa es la laicidad y otra es el laicismo.
        Laicidad no quiere decir ateísmo, quiere decir tolerancia y respeto a todas las creencias, incluso a las de aquellos que no creen en nada.
        El Estado uruguayo no es laico porque le niegue una capilla en una repartición del Estado a quienes quieran tenerla, es laico porque no es un Estado confesional, no hay que jurar sobre la Biblia para ser Presidente de la República.
        El laicismo en cambio es una ideología que hace del humanismo en abstracto la continuación de la tradición cristiana, sin nombrarla. Degenera en relativismo moral y en anomia espiritual y social.
        Quien realmente atenta contra la laicidad, no es precisamente la Iglesia Católica. Desde los tiempos del Presbítero Larrañaga donando su biblioteca al gobierno artiguista, hasta los sacerdotes franciscanos que fueron expulsados por estar del lado de Artigas, no ha sido, y menos en el Uruguay, la Iglesia Católica quien violentó el laicismo. Cómo bien decía Dardo Regules: “En el Uruguay no hubo cuestión religiosa, lo que si existió es cuestión anti religiosa”.
        Lo que en verdad atenta cotidianamente contra la laicidad es el marxismo leninismo gramnciano, y es llamativo que los que ponen el grito en cielo por una capillita religiosa, no digan ni mu, ante el ataque sistemático que sufrimos de parte del comunismo y sus alrededores.



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