jueves, 15 de octubre de 2015

Ni olvidan, ni aprenden



“Cambiaron principios por lentejas y
para sobrevivir, negaron las razones del vivir”
Carlos Quijano

     Antes de desarrollar un pensamiento en el blogger, quisiera hacer una serie de precisiones para el público no acostumbrado a la jerga de los economistas.
     “Medicina de caballo” se le llama en economía a aquellas medidas que adopta un gobierno cuando no tiene más remedio y que implican un verdadero mazazo para la población en su conjunto. Es el caso de la época de Pacheco Areco, en donde clavó el dólar a 250 y al ganar Bordaberry lo lanza a 360; Es asumir el nuevo Presidente electo en 1972 y la primera medida consiste en poner el dólar a 800. Un mazazo signado por un alud de aumentos que le puso fin a la famosa congelación de precios y salarios, que en realidad era una congelación de salarios bajo el desabastecimiento. Las cosas no aumentaban, pero escaseaban y había que ir al mercado negro a comprarlas a su verdadero precio. En todo era así, hasta en la carne.
     Así por ejemplo el jabón BAO que era grande como medio ladrillo venía al mismo precio, pero cada vez más chico, la JANE tenía la misma botella, pero con un culote hundido hacia adentro cada vez más profundo, los bizcochos se vendían con el valor de siempre, pero convertido en “bizcochitos”. Si a esto se le suma el salto del dólar que trepó de 250 a 800 en 4 meses, se puede entender claramente, que hubo en ese momento, lo que en economía se llama “una transferencia de recursos neta”, lo que significa en buen romance, que un sector salió a flote, pauperizando a otro.
     Pauperizar en economía quiere decir “hambrear por salario”; es aquella situación en donde los precios suben por el ascensor, pero los salarios por la escalera. Nunca más el Uruguay volvió a ser aquel país alegre que miraba el mundo desde un Mirador de Próspero, con espíritu ariélico y una fe inquebrantable en que el futuro, siempre sería mejor que el presente.
     Lo de la dictadura fue también una medicina de caballo, pero en sentido inverso.
     Estabilizó el dólar creando un Nuevo Peso Uruguayo, N$U, lo llevó 1 a 1 y retiró circulante de plaza generando una detracción por iliquidez, que paralizó todo el comercio y condujo a que tuvieran que irse del país 300 mil personas. El Uruguay parecía el Pozo de Onetti, una sociedad en estado de sitio y con un estado fuera de sitio.
     Estas cosas suelen suceder cuando el gobierno vive del autobombo, la auto complacencia, el servilismo, la obsecuencia, el auto engaño y hablan para “el pobre”, el paria, el desplazado, el reemplazado y el desclazado, en vez de dirigirse a los empresarios y los trabajadores, al pequeño y mediano productor, al ama de casa, al productor rural, al estudiante, al trabajador manual, al trabajador intelectual y jugar el rol bonapartista que le corresponde al gobierno, tanto en la puja distributiva de carácter presupuestal, como en la conflictividad que generan los intereses difusos.
     Intereses difusos se le llama a la oposición que existe entre inquilino y propietario, trabajador y empleador, trabajadores manuales y trabajadores intelectuales, la así llamada aristocracia obrera, exportadores ver sus importadores, productores ver sus consumidores.
     La conflictividad social que generan los así llamados “grupos de presión ‑y el Uruguay es un país en donde la presión social de toda la vida ha sido siempre altísima‑, no viene por culpa de los intereses creados, “la rosca”, “la oligarquía” y cosas así, porque “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas” y toda esa guaranguería a las que nos tiene habituados la mal llamada “izquierda” en el Uruguay.
     La conflictividad es siempre una oposición entre intereses difusos, que en un momento de finalización del ciclo de la sustitución de importaciones, como lo fue aquella época, o bien de desaceleración de la economía, como ahora, pugnan por una porción para sí, peleando por migajas de una torta que se achíca, cuando el gobierno que ellos mismos votan con fruición compartida, está basado en las prebendas demagógicas y las sinecuras a granel y por ende, ya no se da, lo que antes se daba.
     En vez de haber hecho una política anti cíclica y ahorrar en plena expansión de un 4,5% de la economía, hicieron como rastacueros una política pro cíclica, tirando manteca al techo con los dineros del contribuyente. Fueron buenísimos, pero con el dinero ajeno.
     Rastacuero se le decía a aquel que se enriquecía mezquinando salarios y luego se iba a Europa a divertirse entre meretrices y champagne, tirando allí, la casa por la ventana.
     Eran rentistas y se manejaban con la misma mentalidad miope y parasitaria del Frente Amplio actual.
     Parásitos, digo, porque son criaturas completamente improductivas, que todo lo resuelven abaratando los costos del Estado con el dólar planchado y agobiando impositivamente a toda persona productiva que hace cosas y trabaja.
     Hoy estamos delante del Muro de los Lamentos porque se avecina la hora de la verdad en economía. Es bíblico; épocas de vacas gordas y épocas de vacas flacas. Se ahorra en la cresta y se gasta en el valle: de eso, que es elemental, no se dieron cuenta las tan esbeltas criaturas que nos gobiernan.
     El cambio de percepción de la gente que de optimista se volvió pesimista, recuerda la atmósfera moral de fines de los años 60', signados por una sensación general de no salida, de no alternativas, de círculo cerrado y vicioso en donde no se le ve solución se lo mire por donde sea.
     Todos sabemos que el estado de ánimo general es el factor objetivo de la economía y que los mil ojos del común de la gente ven más que los dos ojos del dirigente.
     Son procesos en donde lo que hasta ayer parecía normal, de golpe y porrazo, nadie sabe  bien por porqué motivo y de forma brusca, deja de parecer razonable y lo que durante mucho tiempo se dio por bueno y racional, de pronto se torna malo e irracional.
     Cuando “lo racional” de ayer, se vuelve irracional es porque estamos en presencia de un cambio cualitativo en la percepción colectiva, que si bien no se expresa cuantitativamente en términos de intención de voto, se manifiesta como abierta contienda interna al seno de la fuerza de gobierno.
     Nunca ocurrió, que uno sepa, que por un mísero 5% de 15 mil millones de dólares, el Parlamento viva tan agitadas sesiones tanto en la Comisión de Presupuesto, como en el Plenario de Cámara.
     Nunca aconteció que por un 1,5% más, profesores y alumnos salgan a manifestar des templadamente, como si les estuvieran sacando el pan de la boca, cuando la enseñanza nunca recibió tanto dinero como en lo que va de los últimos 10 años y sin embargo, nunca obtuvo tan bajos rendimientos como durante este período.
     Nunca ocurrió que en el preciso instante que las empresas se ven obligadas a despedir gente y otras para no llegar a ese extremo les bajan el sueldo a sus empleados, el PIT‑CNT, el gremio de la salud, FUCVAM y la enseñanza entren en un estado de euforia manifestando a las carcajadas, como si esa presión pudiera conducirlos a algo.
     Recuerda la borrachera ideológica de otros tiempos, cuando cierta gente quería en una noche, tomar el cielo por asalto.
     Como decía Salomón en el Eclesiastés: “No hay nada nuevo bajo el Sol y todo es, un eterno retorno de lo mismo”; lo único novedoso es que esta gente que circunstancialmente se sienta allí, sea como los borbones, que ni olvidan, ni aprenden.