«Yo no debo pensar como si no tuviera historia,
tampoco debo vivir pensando en la historia.
Debo pensarme como alguien que teniendo una historia,
piensa con su historia».
Maestro Zen
Típica fue la frase de un militar que cuando vino la dictadura dijo: «Si los tupamaros no hubieran existido, hubieramos tenido que inventarlos. Ahora no seremos más ni blancos, ni colorados, sino milicos».
Hay que tener en cuenta que el golpe vino, como ellos mismos lo reconocieron en Testimonio de una Nación Agredida, cuando la subversión ya había sido derrotada. El cuco de la subversión y la sedición sedicente no camina, cuando todos sabemos que los mismos tupamaros negociaban con los militares, contra Jorge Batlle y otros.
Iban a combatir la subversión económica, quisieron meterse en la Bolsa de Valores y como no entendían nada de nada, no tuvieron suerte alguna.
Entraron como elefante en bazar, las cosas tenían que ser como ellos querían, miraban al resto de la gente con cara de asco y decían «Son civilies, qué queré».
Eran los dueños de la ley y el orden. Para salvar la democracia, la clausuraron. Además a texto expreso por el primer decreto que firma Bordaberry, no era un golpe y estaba prohibido calilficarlo de dictadura o tiranía. Según el «Goyo» Álvarez, el dictador es el que dicta, en cambio el tirano es el que hace lo que quiere: ellos dictaban, los civiles escribían y no se le podía decir dictadura, sino Proceso Revolucionario de Recuperación de la Orientalidad.
Gobernaron como se les dio la real gana. Al llegar la democracia había un faltante en el Banco Central de mil millones de dólares y de eso no se habló nunca, solamente de los izquierdos humanos.
Es evidente que la izquierda tapó el bulto de su colaboración, con el tapabarrabo del derecho humano, para que no se hable del manejo fiduciario discrecional que tuvieron en 11 años de gobierno.
Muy significativo es el hecho de que los que en plena borrachera ideológica hicieron el 4 y después no supieron donde meter el 7, son los que fueron al Pacto de Club Naval con el partido nacional excluido. Negociaron la democracia que a ellos les conviene, en donde el solo hecho de ser blanco y nacionalista, coloca al uruguayo en clase B.
Tuvieron la generosa colaboración del aparataje comunista y sus seccionales y se manejaron en los mismos términos que una dictadura de Europa del Este. No fueron al racionamiento y el pago en especies, porque Vegh Villegas no los dejaba.
Leían mucho Carta del PCU y se papaban todas las guarangadas fassanezcas de la rosca oligarquica y otras estupideces de comunista burro, preocupadísimo por el precio de la cebolla en el momento que caen las instituciones.
Mentían. Lo de la bolla petrolera, el oro de Valentines y pongale el hombro al Uruguay, eran tonterías que nadie se creía, en pleno agobio moral, viviendo callado y desconfiando del vecino de enfrente, «porque quien sabe en qué anda».
A la salida de la dictadura, después del 1º de mayo de 1984, el Uruguay se empieza a preparar para la democracia y entonces aparece Rapela con su teoría argelina de la subversión permanente, una especie de trotskysmo al revés, Paulós, con que a las «Instituciones con dignidad no se las acorrala» y el «Goyo» furioso porque a la democracia tradicional no se vuelve más.
No es justo comprometer a toda una institución por culpa de estos tres animales y sus mandos medios, pero es lo que todos vimos.
Si sabían que del 1º de mayo a noviembre el Uruguay se preparaba para las elecciones, a santo de qué querían patear el tablero político.Cuando clausuran Búsqueda, tuvo que salir el embajador americano de la época, Thomas Aranda, a meter pechera porque no querían largar el poder.
Lo trataron a Wilson como si fuera un delincuente de lo peor. Era sentir la palabra Wilson y se brotaban de indignación contra «el tupamaro blanco», el sandinista uruguayo.
Bolentini gritaba «A mi me llamaron» y Paz Aguirre le contesta: «Para gobernar nadie lo llamó a usted».
Lo mejor que leí en aquellos años es aquella frase que dice: «Júpiter ciega a los que quiere perder».
Hoy está sucediendo algo parecido. Después de 10 años de hacer lo que se les da la real gana, sacan pecho como gorrión de basurero, insultan desde la institución presidencial, presionan a gente miedosa que les debe un favor en algo. Atacan a los partidos fundacionales que hicieron la Nación, como si fueran los inventores del paraguas.
El frentista siente verguenza y los va a votar en silencio y los blancos, colorados e independientes tienen miedo.
De regalo la embajada americana se pone del lado de ellos y desorbitada en su ingerencia se permite intervenir en los asuntos internos de otro país, sabiendo que nadie va a tener mayoría parlamentaria y que les guste o nó, el partido nacional es una pata fundamental de la mesa democrática de nuestro país.
¿Van a construir el Uruguay del siglo XXI llevándose a los ponchazos al partido nacional como hicieron con el Uruguay del siglo XX?
La veo difícil, porque el riverismo, el vierismo y el sosismo eran cosas muy concretas que también enfrentaba el batllismo, en cambio el frentismo es nada en términos absolutos; es clase media baja, con mentalidad oprimida.
Gane quien gane se van a llevar una sorpresa, porque el nivel de abstención y anulación del voto en esta elección, ha de ser histórico.