El
primero en plantear el problema serio que tiene el Frente Amplio para ganar,
fue Yerú Pardiñas, diputado y Secretario General del Partido Socialista
uruguayo.
Pasadas
las internas dice: “Hay que ver por qué
los sectores de ingresos altos, no quieren saber nada con el Frente Amplio”.
Si
uno sigue la lógica del Frente Amplio y concretamente, la de un partido marxista y leninista como lo es el Partido Socialista, la
observación de Yerú Pardiñas es tan incoherente, como ingenua.
Desde
un punto de vista marxiano, los
sectores de ingresos altos tiran de una cuerda, el resto de otra y el sector “avanzado”,
lo más granado de lo ganado, se
prepara para un asalto revolucionario al poder cuando las condiciones objetivas
y subjetivas mínimas hayan madurado,
El
sector de ingresos altos, es clase para
sí, mezquina, egoísta, consumista, hedonista, en cambio la clase
trabajadora, es clase en sí y por
ende, no tiene nada que perder, excepto las cadenas que la atan al yugo del
capital.
Con
esa musiquita marxiana en el oído: ¡Qué le puede llamar la atención a nada
menos que a un Secretario General, que los sectores de ingresos altos, las
clases cultas y educadas, huyan del Frente Amplio, como quien dispara de la
peste!
¿Era
un chiste, Yerú de alpiste, o era una broma, Pardiñas de goma?
Más
allá de la ingenuidad ideológica de asombrarse por eso, hay una incoherencia
política, más profunda todavía.
Los
sectores de ingresos altos, son de una amplitud cultural muy grande y capaces
de mucha cosa por los demás, menos comprar la soga bajo la cual serán
ahorcados.
Es
evidente que salen a coimear y chantajear gente importante y se encuentran que
nadie teme el destino de las tabacaleras.
Sin
embargo, es interesante que una cosa como Yerú Pardiñas constate el hecho y lo
diga, porque desde la orientación de pensamiento socialista ortodoxo, puro y
duro, como lo es la de ese partido, que no es marxista-leninista, sino marxista
y leninista, resulta novedoso que un hombre así, sacado del soviet de
Petrogrado, esté preocupado por la razón mediante la cual la burguesía criolla,
al sacarles el respaldo, no les confiera hoy, ni siquiera, el beneficio de la
duda.
Todo
esto se da en un contexto regional en donde las Multinacionales cierran sus
filiales en Argentina, despiden gente y achican las sucursales, que por razones
de repatriación del capital “atestiguan” en el Uruguay.
Lo
que está indicando que hoy por hoy, el socio local, también coincide con la
burguesía nacional.
Gane
o pierda el Frente Amplio y los ultras tapados de vasquismo insustancial para
consumo de tontos útiles, se terminó la época en donde el tucanaje sacaba pecho
por las esquinas, como gorrión de basurero.
Ya
no hay más “burguesía boba y compadecida de la compasión”, o “inversores
tontos, que donde ponen el ojo, le dan con la bala”, también se acaba el flujo
de capitales golondrina, planchando el dólar y con ansias constantes de cielos
lejanos.
Finaliza
el país en donde no se puede producir un alfiler, con un dólar fijo en pleno
galope inflacionario, más las cargas sociales y fiscales, volviendo irrentable,
cualquier emprendimiento económico.
Todo
este delirio se dio, bajo la batuta de un lumpen proletariat, disfrazado Martín
fierrescamente de gauchi político, diciendo un día sí y otro también, cualquier
disparate, delante de una televisión argentinizada que vive eróticamente excitada,
en el más absoluto desparpajo político.
Uruguay,
creo yo, merece otro destino y no Rose Luxemburgo, Karl Liebknecht, Isadora
Duncan y por debajo, un Lenin bien tapado, con tareas legales e ilegales
preparando el manotazo de la negrada.
Habré
sido muy malo en mis vidas anteriores, pero esa película y sus imitaciones
corregidas a la cubana o la venezolana, no la quiero.
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