sábado, 6 de septiembre de 2014

George Soros y la crisis de valores

    George Soros (12 de agosto de 1930, Budapest), es un hombre que se formó bajo la ocupación soviética en Hungría.

    Siempre quiso ser un filósofo y dice que no pudo porque los temas de la economía le demandaron mucho tiempo en su vida, que él hubiera deseado para poder filosofar.
    Argumento éste, que si bien cierta gente se lo puede creer, es un tanto absurdo y falaz.
    Todos sabemos que, por ejemplo Arthur Shopenhauer era filósofo y supo además, administrar la empresa de sus padres con magistral capacidad gerencial o que el filósofo español Julián Marías, trabajaba para el Banco Santander ideando frases brillantes para los spots publicitarios, del mismo modo que Ortega y Gasset se ganaba la vida en Argentina, promocionando la Quilmes por radio, con conceptos que hacían pensar a la gente.
    Desde el punto de vista de la formación clásica, greco-romana, primero se estudia filosofía y luego se ve a qué actividad profesional dedicarse.


    Cuando George Soros dice que él en los momentos libres quiere filosofar y le falta más tiempo, está diciendo algo que es significativo de lo que a ese hombre en verdad le sucede.
    Lo que él precisa, es una teoría de los ciclos económicos bursátiles del capitalismo, en su relación con la crisis que eso le genera a los estados nacionales, tal como vienen del Código napoleónico. Si bien es cierto que las corporaciones desafían a los estados nacionales, también lo es, que lo hacen careciendo de una teoría de carácter global, para cohonestar el nuevo orden económico mundial.


    Como se formó bajo la ocupación soviética en un país semi feudal y de economía campesina, como es Hungría y además, quiso estudiar comunismo en la época en que el marxismo sustituía a la filosofa y operaba como pensamiento único, cuando quiere sacar conclusiones razona como un neo marxista al estilo Mandel y no, con un criterio auto centrado en el tema que aborda. Para él filosofar, es seguir girando en torno al escenario ideológico que dejó el marxismo.
    No se dio cuenta que filosofía es lo que ocurre, no lo que a cualquier cosa se le ocurre.


    Las circunstancias de vida, sin embargo, lo llevaron a estudiar economía en Inglaterra, en donde tuvo que aprender a manejarse solo, como un intruso en esa sociedad.
    Cuando se recibe de economista se le va las ganas de estudiar comunismo y se dedica a intervenir en la Bolsa de Valores.
    En Estados Unidos comienza a moverse en ese mundillo tan académico como intelectualizado del economicismo norteamericano -neo kantiano-, y Soros se encuentra que si bien sabe como ser un operador en la bolsa, no tiene el nivel teórico requerido, para opinar como los demás.
    George Soros lo que precisa no es una teoría, sino un modelo que explique la rotación de los flujos de capital a nivel mundial y las consecuencias que eso tiene, sobre los estados nacionales.
    Lo que a nivel práctico, concretamente hace Soros, es muy simple. Compra acciones en la Bolsa, en el momento en que se emiten. Esas acciones luego siguen un curso especulativo, en donde bajan y suben en el mercado bursátil, pero más allá del hecho de que hoy estén en el valle y mañana en la cima, nunca llegan a valer lo que era el precio del día en que se emitieron por primera vez.
    Eso hace que quien compra acciones, letras del tesoro, bonos de tesorería -el portafolio-, en el preciso instante que se ponen a la venta en la ventanilla, cuando las vende, aunque hayan caído, nunca están al precio que las compró, de modo jamás pierde y si “pierde” es de haber ganado más.
    Sobre esa base y sentado encima de una riqueza inconmovible en papeles bursátiles, que cuanto más circulan comienzan a bajar de precio, por la ley de rotación del dinero, el día menos pensado George Soros le da por vender acciones en cantidades que están más allá del porte que esa Bolsa local tiene. Para que no se la agarren con él del desplome que eso genera, dice “No hagan seguidismo”, como si todo el mundo estuviera en condiciones de obrar como lo hace él.
    Esta ha sido la causa de las diversas crisis financieras que hemos vivido y que hoy también tenemos. El efecto tequila, el drágon, el samba, el vodka fueron generados por George Soros en el momento que vende acciones en cantidades que están fuera de toda ponderación, sabiendo que al menos a los 15 días o al mes, van a caer en su cotización.
    George Soros, además utiliza diversas fundaciones de “beneficencia para los pobres” como mecánica de tiangulación financiera, porque son instituciones exoneradas de impuesto y de todo control.
    Aquí también el asunto es muy sencillo. Así como nadie le pregunta a nadie de dónde sacó ese dinero cuando compra acciones bursátiles, tampoco nadie pregunta nada, cuando ese dinero entra al mercado, bajo la forma de “una donación” a alguna institución de beneficencia.
    Esta es la causa por la cual George Soros, se jacta de pertenecer a las pocas fortunas a nivel mundial, que luego de la crisis de 2008, logró salvar intacta su riqueza patrimonial.
    El gran problema de George Soros, no es no haber podido filosofar, sino la crisis de valores, bursátil.

 








Ojo al gol, porque esto se llama dinero electrónico 
apalancado a cualquier cosa,
y es burbuja económica; es lo de Soros por Internet.