Son
tan obtusos, pedantes y de mala fe, que deben temer que un gauchito que no
habla inglé, pero que é un inglé, el gaucho John, en un
descuido les fife la mujer, como en la época en que había que matrerear y salir
a robar la querida, porque no quedaba más remedio.
Cuando
la dictadura militar fascista, luego del sartenazo interno en donde los nazis
se hicieron del poder, no les venía bien nada, ni Palito Ortega les gustaba.
Hasta
los tangos, exceptuando Cambalache, que acabó siendo un inquerido himno al
proceso, les molestaba y los prohibían.
La
única música que les venía bien era el Pericón, Disculpe, y los trovadores
medievales, con algo de romanticismo alemán y algún canto a las Walkiras.
Ellos
no sólo se limitaron a combatir la subversión tupamara y un partido comunista
armado hasta los dientes, sin que. de paso cañazo, la emprendieron contra
cierto tipo de hombre que hay en el Uruguay.
Hay
un tipo de persona que le gusta la Grapa, el Espinillar, el vino Thanat y el
Cabernet Sauvignon, el cigarrillo Philis Morris y que compite en los
campeonatos de truco o ajedrez.
Parecería
ser que ese hombre es el enemigo público número uno del aparatik pseudo puritano, calvinista o luterano que se siente
autorizado en el Uruguay a ordenar, incluso nuestra privacidad individual.
Creen
que estamos en un pueblito norteamericano en donde un Iglesia manda y ordena para
variar, los casamientos de sus habitantes.
No
voy a hacer una defensa acérrima del tipo de individuo que se pusieron a
destruir, porque es un hombre con defectos, a veces graves, pero no se trata de
eso, porque quién no tiene puntos oscuros en su personalidad.
Esto
de ahora, se parece bastante a lo de la dictadura.
A
alguien le molesta nuestro estilo de vida uruguayo.
A este hombre piensan mandarlo
a un centro de cura del alcoholismo.