Si
Eduardo Galeano volviera a escribir como en la época de la que ahora, según
parece está muy arrepentido de haber escrito
Las Venas Abiertas de América Latina, tendría que decir que apareció en
el Uruguay, la invasión de un Frente que de tan Amplio, hace campaña con los tecnócratas
y sus calculadoras.
La
Dirección General Impositiva, más conocida como la DGI es un órgano competente
del Ministerio de Economía del Uruguay.
Es
la Unidad Ejecutora responsable de la administración de los impuestos internos
del país. Maneja los impuestos de las trasmisiones patrimoniales, impuestos
para el Fondo de Inspección Sanitaria, impuesto a las comisiones, impuesto a la
constitución de Sociedades Anónimas, impuesto a los activos de las Empresas
Bancarias, Impuesto al patrimonio, Impuesto a la compraventa de bienes muebles
en remate público, impuesto a la Compra de Moneda Extranjera, Impuesto
Específico Interno, Impuesto al Valor Agregado, Impuesto a la Enajenación de
Bienes Agropecuarios, Impuesto a las Rentas Agropecuarias, Impuesto a las
Ventas Forzadas, Impuesto a los Ingresos de las Entidades Aseguradoras,
Impuesto a las Sociedades Financieras de Inversión, impuesto a las rentas de industria
y comercio, derecho tributario internacional y normas generales de derecho
tributario nacional entre otros.
No
maneja el impuesto al estornudo porque todavía no se ha legislado al respecto.
Para
trabajar todo en forma legal en nuestro país, hay que tener un grave problema
neurológico en la cabeza.
El
Estado es un socio en la ganancia, porque junto a esos impuestos, están las
cargas sociales, más las tarifas públicas (agua industrial, luz industrial). Si
a eso se le agrega la indefensión del que tiene una fábrica y se la ocupan, o
del que tiene un comercio y lo roban y el juez suelta al ladrón porque no le ve
“cuerpo”
al delito, podemos decir que hay, cartón lleno.
Mientras
se agobia impositivamente a los pocos que intentan tener un emprendimiento
propio, crece la planilla de empleados públicos, que solo tienen derechos y ninguna obligación para con los contribuyentes.
De
regalo, porque no cabe otra interpretación, un presidenciable cuando los
insulta y les dice “gilada”, más aplausos internos en su fuerza cosecha.
El
Uruguay que conocimos hace ya bastante tiempo que se terminó.
Uno
vive aquí porque no puede irse.
Entrarle
a un país así no es fácil, mandarse mudar tampoco.
Hoy
les están diciendo a los giles, a la colada: “Hermano, puedes irte, apuñalamos tu esperanza”.
Por
si todo esto fuera moco de pavo, el contador Pablo Ferreri, flamante titular de
la Dirección General Impositiva, participa en el equipo de campaña de Tabaré
Ramón Vázquez Rosas y saca cuentas permanentemente. Parece que conoce hasta el
RUT de todos con quienes habla.
Tiene
cuatro pilares que definen su gestión:
1)
A
mayor presión mayor evasión. Fiscalizar a todo el mundo para ambientar las
contabilidades paralelas y ayudar a calachiear bastante la economía.
2)
Simplificar
todo el proceso de vaciamiento, de modo que se puedan hacer transferencias on
line a cualquier sociedad anónima innominada, sin que nadie se entere de esos
asientos contables que se debitan y acreditan en milisegundos.
3)
Insertar
la Dirección General Impositiva en la política de forma que aquellos que hacen
la campaña electoral a favor del Frente Amplio, tengan generosas exenciones
impositivas.
4)
Reestructurar
la carrera funcionarial y mandar un delegado al Plenario Nacional del Frente
Amplio.
Sobre estos cuatro pilares hoy viaja con
Vázquez por todos lados como un Rasputín, un monje gris, que tiene allí en la
computadora la última verdad.
En la Impositiva están contentísimos que no
moleste mientras están trabajando y analizando qué movimientos pueden afectar
para ir a acogotar gente.
Lo prefieren en sueños bien lejos, que ahí
escorchando.
Es un claro ejemplo de profesionalismo y
despolitización del derecho tributario en el Uruguay. Y van por más.
Por suerte supieron hacer callar a Constanza
Moreira.
Cualquier parentesco con la realidad uruguaya es pura casualidad
Si gana el Frente Amplio esto no tiene marcha atrás, y
hoy todos pueden verlo, salvo los que tienen glaucoma político.
Si gana el Frente Amplio esto no tiene marcha atrás, y
hoy todos pueden verlo, salvo los que tienen glaucoma político.