La
noche de la nostalgia es un invento exclusivamente Uruguayo.
Siempre
discrepé, no en el hecho de que hubiera un día en la noche para vivir un algo
de antaño, sino en el nombre que le pusieron, porque a mi muy humilde entender
debiera llamarse, la noche de mi
nostalgia.
En portugués, por ejemplo, distinguen la
diferencia entre nostalgia y saudade. Tener
nostalgia es tener nostalgias de la patria, de la nación, del país, en cambio
tener saudade es entrar en ese estado emocional que nosotros llamamos
nostalgia.
En
castellano, que es un galaico portugués moderno, no tenemos esa diferenciación
entre tener nostalgias exclusivamente de la patria, como la que puede sentir
alguien que se fue del país y tener nostalgias personales ante el propio pasado.
Más
allá de eso, hablar de la nostalgia, de ella la nostalgia
en abstracto y no en cambio de mi nostalgia, es un error conceptual,
para una cosa que está bien: Recordar el pasado bajo el milagro de la
evocación.
Si
uno analiza cómo se distribuye esa noche en todo el país y fundamentalmente, en
Montevideo, puede apreciar que hay nostálgicos para todas las épocas, que
sienten sensaciones diversas y sin embargo, evocan un ayer que tiene más un
sentido personal, que social.
Uno
imagina que esa noche es para cierto tipo de gente que tiene vivencias,
recuerdos, emociones de otra época y quiere encontrarse con sus iguales, en
medio de una realidad histórica que se nos fue de las manos y hoy cuesta
visualizarla en el presente, pero las cosas no son así. Antes bien, son jóvenes
lo que salen a bailar o a ver como otros bailan.
El
fenómeno psicológico y social de tener nostalgias prestadas, es algo que
siempre me llamó la atención, porque en edad juvenil no hay razón, ni motivo,
en todo caso sentirán nostalgias de este presente dentro de 30 años.
Pero
es un hecho, es así. La juventud se asoma a la realidad uruguaya y nos mira,
nos interroga, como diciendo: “¡Quién es usted señor, detrás de usted
mismo!” y la sociedad adulta se esconde de los jóvenes, porque se los
visualiza como agresivos contra el veterano, sin motivos valederos. No me
cansaré de repetirlo, joven presumido, viejo cascarrabias.
No son dos personas opuestas, por el contrario, es la misma en momentos
diferentes de una vida.
Hay
gente que al llegar las 11 de la noche, cuando empiezan a caer al baile jóvenes,
se preparan para irse de ese local. No es por prejuicio tonto, algo
desagradable les debe haber ocurrido.
Por
eso digo, debiera llamarse La noche de
mi nostalgia.
Evidentemente, no cabe la más mínma duda que
existe Noche de la Nostalgia, porque también los jóvenes quieren restaurar
ese Uruguay tan lindo que tuvimos.
No quiero que la compañerita o camarada se ponga mala
y por un instante de flojera deje de ser tan feminista