viernes, 22 de agosto de 2014

La noche de los sin nostalgia

       El partido comunista del Uruguay o en el Uruguay, vaya uno a saber, que se considera esencialmente frenteamplista o frentista ¡Qui lo sá! Hoy por hoy, aquí y ahora, solo mientras tanto, no está en condiciones materiales concretas y subjetivas mínimas –estoy expresándome correctamente con ideología-, para hacer frente con tendencias democráticas avanzadas en el plano nacional.
       Plantearle, pongamos por caso, a sectores de la burguesía nacional y liberal, esto es, al pequeño y mediano productor, al ama de casa, al jubilado, al pensionista, a doña Juana,  a doña María, a don José, un Frente bien Amplio, grande, pluriclasista, pluripartidista; un gran cauce por donde caben todas las voces en ese río caudaloso de la liberación social y nacional, resulta que ahora le es sumamente difícil.
       Como diría Massera, “le falta teoría científica” para eso, porque no es así no más que se hace; el programa mínimo ya es el programa máximo. No se lucha por abstracciones idealistas, se da la pelea por cosas mínimas concretas, porque eso apunta directa o indirectamente a todo lo demás.
       Simón Bolívar quería Patria Grande y no boba, en cambio los comunistas uruguayos, quieren Frente Vivo y no Bobo.
       La tuvieron siempre clara: Un tiro adelante y otro al costado.
       Para subir al cielo, decía Pablo Neruda, buena ficha que también la tenía clara, la operación no es nada fácil y tiene que enfrentar la diversidad de exigencias raras que eso implica.
       Decía el autor de 20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada::

Para subir al cielo se necesitan
dos alas,
un violín.
Y cuantas cosas
sin numerar, sin que se hayan nombrado,
certificados de ojo largo y lento,
inscripción en las uñas del almendro,
títulos en la hierba en la mañana.

       Como cualquiera entiende subir al cielo, no es moco de pavo.
      La clase obrera no va al paraíso. Ellos no usan smoking.
      Los comunistas uruguayos han vivido muchos años condenados a paciencia perpetua, llevan un siglo de contradicciones en la frente, vienen como Valenti, de lontano, abren la muralla, cierran la muralla, aunque el Muro de Berlín hace rato que se haya caído, trabajan para un mundo de “leche y de miel”, pagando en especies y comprando en dispensarios públicos o tickets alimentación.
       En lo que va del último período han recibido el Okey ya sabemos de quien, y entonces todos suspiramos aliviados, porque dijimos: “Las condiciones materiales objetivas se hacen con tecnología norteamericana, pero las subjetivas mínimas –dirección, organización y conciencia-, pueden estar en manos de los pobres del mundo, sin que Soros y Rockefeller miren ese proceso de ojo revirado”.
       Además de todo esto, paralizar la mano armada del invasor cooptando sectores afines de allá, no es una mala política internacional, al contrario permite acumular fuerzas hacia adentro, destruyendo la clase media, con autorización superior.
       Pese a todo este prodigio de la táctica y la estrategia, es sin embargo un partido que está más allá del tiempo y el espacio, como diría ese gran Maestro ascendido que fue Fulcanelli, es una morada espiritual más.
       Tienen sin embargo, un problemita grave que nunca logré comprender del todo: Cuando alguien deja de ser blanco o colorado y se hace del Frente Amplio, tiran cohetes de alegría y entre pitos y flautas, lo reciben en andas. Le dan eso que el tonto útil precisa, notoriedad, aplauso fácil, popularidad. En cambio, cuando alguien se va del Frente Amplio, inmediatamente aflora en esa lengüita viperina, la palabrita traidor.
       Conocen al rebelde y el súbdito, no conocen el ciudadano.
       Conocen al traidor, no conocen el disidente.
       Conocen al guerrillero, no conocen la resistencia pacífica a la opresión.
       Conocen las movilizaciones populares –foquismo de masas-, no conocen el valor de la palabra para hacerse respetar.
       Conocen la huelga y la negociación, no conocen la sociedad de oportunidades que le permite a un negro ser Presidente de los Estados Unidos.
       Conocen el insulto que descalifica moralmente al otro por su manera de pensar y no por lo que hace, pero no conocen el debate en el plano elevado de las ideas, con todo el mundo y no hacia adentro.
       Conocen la retórica de aquellos tratados de la elocuencia del año 30’, de los cuales Fidel Castro Ruíz es un ejemplo tan brillante, como inservible para vivir, pero no conocen el valor de la argumentación, poniendo premisas y sacando conclusiones para ser convincente en lo que uno dice.
       Conocen la acción política permanente, más allá de las instancias comiciales en que la gente participa en las elecciones, pero no conocen como se encara una campaña electoral cuando en la vida, hay que navegar a mar abierto y hacerse entender a pesar del viento en contra.
       Le piden al aliado circunstancial que les resuelva eso, mientras siguen de internismo, chucuchucu, cosocoso y dale que te va, ahí en donde hay que ser serio en política y no vivir en pedo tísico haciendo el cuatro, sin después saber dónde se pone el siete.
       Conocen la teoría científica a través de la cual la mercancía genera plusvalía y la ganancia, más allá de cierta caída tendencial, va a parar a manos del empleador, pero no conocen la economía de servicios, que es la que permite que las cosas salgan adelante.
       Conocen al obrerito calificado y no conocen al que le está dando trabajo y creen que se puede pagar salario, más allá de la rentabilidad de un negocio, en una economía como la nuestra, que si bien no tiene inflación de demanda, tiene en cambio inflación de costos, porque depende fisiológicamente, de los insumos importados.
       Van alegremente a la ocupación de fábricas, mientras llaman a la inversión extranjera y creen que a nivel internacional van a venir inversores a comprar un problema, en un país como el Uruguay, en donde Argentina y Brasil no nos dan ni el saludo.
       Se pasaron la vida con la palabra “Aumento Salarial” en la boca y luchando todo el día por lo de siempre y no se dieron cuenta que el primer perjudicado con el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas, es el trabajador a cualquier nivel de la escala salarial y que los que más ganan, es por algo, no porque sí. Dicho en términos marxistas, porque juegan un rol objetivo en la producción.
       Ahora, quieren comprar el silencio, como quien compra lechuga en el Supermercado y creen que los otros, los nabos de siempre, los contribuyentes, tenemos que callarnos la boca, bajo intimidaciones diversas.
       En política nada es gratuito. No hay almuerzos con Soros que salgan gratis.
       Llegaron a la Intendencia de Montevideo. Durante 25 años hicieron lo que se les dio la real gana. Podían haber ganado sectores de la burguesía o de la buguechía, que les da eso que se necesita para gobernar, en una economía mixta como la uruguaya, conformada por el sector público y el privado.
       Tener la Capital del país, no es poca cosha como diría Seregni y sin embargo, hacer alianzas para un Frente que mantenga la mitad más uno, les es hoy virtualmente imposible, ni por derecha –Vázquez, Astori-, ni por izquierda –Constanza-.
       Se pasaron la vida insultando a todo el mundo, como una bocanada proletaria de agravios propios de un mercachifle de la “verdadera libertad” y resulta que ahora que son gobierno, no se les puede decir nada, ni siquiera en un post chiquititico, como el pajarito de Maduro, con fotos y vídeos ilustrativos de lo que se quiere expresar.
       No será mucho, mi Comandante comediante.
       Se quejan de que los demás no son objetivos hacia ellos en la crítica que les hacen, lo cual puede ser cierto, porque nadie está obligado a leerse las Obras Completas de Lenín, Stalín, Marx y Engels y vivir metido en un sindicato con temas, que ni la prensa aborda, pero ellos, que la tienen tan clara, porqué entonces, viven agrediendo a las patadas de burro, cuando se les cuestiona cosas elementales.
       ¡Son acaso, objetivos hacia los otros!
       El tren de la revolución ya pasó, porque a la vuelta de la esquina hay un menor delincuente y no una rosa y un clavel. Pero quedaron como en los versos de Carriego, el de la vecina aquella que se olvidó de amar y quedó para siempre, esperando el último tren.
       Tuvieron suerte con Vázquez, porque trajo otro tren distinto: un tranvía llamado deseo.
       Fue duro largar la esponja cuando la caída del Muro de Berlín, con un Valenti llevándose todo, hasta la ideología; ahora es duro largar la papa.
       No se dan cuenta que si están llamados a enfrentar una ola de juicios como la que se viene, gane quien sea, porque el déficit de la Intendencia de Montevideo es escandaloso, lo más inteligente es dar un paso al costado.
       De ganar el Partido Nacional los trabajadores –dije bien, dije los trabajadores, los que pagan Impuesto a la Renta por ganarse el pan con el sudor de su frente-, van a dejar de sufrir un castigo bíblico, que ni Jehová tenía planteado, no van a perder sus conquistas, al contrario van a estar mucho mejor, los que si van a tener que rendir cuentas son los grandes vivos de la robolución sociolista.