Las
campañas electorales que hemos vivido en el Uruguay en lo que va de la
recuperación de la democracia a la fecha, han dejado profundas lecciones acerca
de lo que no hay que hacer en política.
Hubo
sin embargo, una estrategia que fue exitosa, todo a lo largo de estos últimos 30 años.
Existió
una fuerza política que se pasaba todo el día agrediendo sin motivo; insultando
sin razón; viciando la atmósfera moral; haciendo huelga en plenas elecciones
por cualquier cosa; atacando impunemente; tratando de invertir la carga de la prueba; mojándole
la oreja a los demás; haciendo sentir mal moralmente a los otros por una simple
discrepancia política; descalificando como método; manifestando como si
estuvieran en Petrogrado; haciendo gimnasia política en una acción permanente; empapelando
la ciudad; volanteando puerta a puerta en un estilo político de bajísima
calidad; haciendo grafitis para decir cualquier estupidez; mandándose una asonada por cualquier tema que el Parlamento tratara y
a ellos les faltara la mayoría parlamentaria para obstruir; publicando
toneladas de papel impreso explicando minuciosamente lo malos que eran los
blancos y los colorados; financiando sesudos análisis acerca de cuál era el
mejor momento para un asalto al poder y cuál no; trayendo de Nicaragua a Daniel
Ortega y Tomas Borges para que explicaran en actos públicos como habían hecho
ellos las cosas; mandando brigadistas a Cuba para que vinieran con pleno
conocimiento del manejo de las armas; organizando en casas particulares,
reservas logísticas para un período de resistencia popular activa; haciendo
interpelaciones a los Ministros por cualquier cosa –hubo gente, como Forteza,
que tuvo que renunciar a los dos días de asumir-; nombrando Comisiones
Investigadoras a cada rato; rodeando el Parlamento en cada Rendición de Cuentas
entre grupos opuestos que se peleaban entre ellos a quien más
revolucionario que el otro; organizando actos en rebeldía mientras el
Parlamento sesionaba; vociferando desde una radio cual Savonarola enardecido
por prenderle fuego a todo el mundo; desarrollando un discurso de barricada para
exponer sus ideas; ideologizando y politizando absolutamente todos los temas,
incluso los que son de carácter técnico y exigen conocimientos especializados; al
igual que en la Batalla de Argelia, muchedumbres ululantes creaban la
atmósfera psicológica para tener aliados en cualquier cosa; siempre tomando la
Avenida 18 de Julio como el punto de concentración activa; siempre movilizándose
por Avenida Libertador Lavalleja al Parlamento; siempre agarranado a la gente de rehén
para huelgas y paros perlados de carácter estrictamente jurídico; siempre
diciendo arriba los que luchan; siempre inventando una consigna y una frase
hecha para intervenir; siempre nicolinizando fassanezcamente la información; siempre
viendo el mundo con un ojo tapado, hasta terminar con glaucoma político;
siempre discutiendo sin criterios políticos de táctica o estrategia si para mañana o dentro de un rato;
siempre con una profusa literatura leninista, marxista, post leninista, neo
marxista, pre anarquista, anarquista, post anarquista, distribuida desde la
calle Tristán Narvaja; siempre con fotos del Che Guevara y sus Obras Completas,
como si fuera un Libertador más; tomando la educación pública para en vez de
educar, adoctrinar; siempre usando a los camioneros para acarrear gente y
gritando a los mionca; siempre
escuchando música gauchesca de protesta social; siempre reivindicándose como si fueran un tipo diferente de uruguayo
incomprendido por los demás, hasta que la gente termina diciendo ahí van ellos; haciéndoles creer a la gente que tienen otra
manera de ser, aunque no se sepa bien en qué consiste; siempre fragmentando la sociedad en una suerte de ustedes y nosotros; siempre de víctimas
haciendo morcilla con los 116 izquierdos
humanos, jugando irrespetuosamente con la
necrológica para no asumir que un muerto no tiene color político, es un ser
humano que murió y punto; siempre degradando el diálogo con los otros en la bastardía
de un lenguaje soez; siempre echándole la culpa de todo al Gobierno, como si la
lluvia y los temporales, fueran consecuencias de acciones gubernamentales; siempre
pidiendo a gritos aumento salarial
allí en donde sabían perfectamente que el acuerdo era sensato y razonable; siempre
haciendo huelgas por cosas raras: Solidaridad con Nicaragua, No Pago de la
Deuda Externa; siempre escupiendo del
plato en donde comen; siempre como el perro del hortelano, que no come él y no
deja comer al amo; siempre haciendo la de la parda flora, que si se la sacan
llora y si se la ponen grita; siempre escupiendo para arriba.
Pregunto yo: ¿Es necesario qué diga a qué fuerza
política me estoy refiriendo?
Van
a mover las raíces de una gran carcajada colectiva.
¡Médicos o abogados, era la contradicción fundamental!
Ahora es juventud o veteranos.
¡Si hará falta otro tipo de médico en el Uruguay actual!
Pucha digo.
¡Si hará falta otro tipo de médico en el Uruguay actual!
Pucha digo.
¡Vos sí que tenés recursos, Chicho!