La
fiebre de cargos es una tendencia muy virreinal que tenemos los uruguayos. Cada
vez que el Virrey daba un cargo tenía dos problemas; el que quiso resolver y no
pudo y el nuevo que le generaba el hecho de venir a descubrir que esa persona
en quien había confiado, en verdad era un
lechuguino encopetado.
Lechuguino porque son lechugas pequeñas,
demasiado presumidas, y no se dan cuenta que van a ser trasplantadas, encopetado
porque cada vez que sufre congestiones de vanidad, levanta el copete.
Esta
es una tendencia típicamente española, que se la puede ver en todos los países
hipanohablantes, sin excepción. Con la diferencia que entre nosotros, se le
agrega la viveza criolla, pero sin la clásica picardía hispana.
Tan
es así, que en el antiguo derecho visigótico, en el que estaba basado el
derecho virreinal que nos seguía rigiendo más allá de la Constitución de 1830,
hasta entrado el siglo XX, había una máxima que rezaba: Rey os daremos si figueres
ley, et si not, not.
Porque
el problema también era en España con el Rey, que se ponía a hacer cualquier
cosa, menos ley.
Si
bien es cierto que nuestro proceso de emancipación de España fue producto de la
indignación moral hacia gente así, una trampita tenía que haber, porque si falla el hombre, falla todo y a la
larga, la realidad política fue registrando el advenimiento de otras caras para
la misma historia.
¡Como
si todo fuera un eterno retorno de lo mismo y no hubiera nada nuevo bajo el
Sol!
Hay
ejemplos para todas las posiciones existentes que demuestran que en política se
puede ser influyente, sin tener cargo alguno.
Miremos
para donde queramos, vemos que hay casos que así lo confirman en todas las
tiendas, sin excepción.
Luis Alberto de Herrera llegó a ser más
importante desde su quinta, que otros en el gobierno, Wilson pudo ser más influyente sin cargo alguno andando por el
mundo, que otros aquí apegados a la silla, Jorge
Batlle fue más primordial cuando al perder la Presidencia, también perdía
el cargo de senador, dado que sostenía que él se postulaba a una sola cosa. Liber Seregni nunca ocupó cargos
parlamentarios. Incluso el mismo Vázquez
hoy disputa la Presidencia, sin haber sido senador.
El
cargo es importante, si la persona que lo ocupa sabe dignificarlo.
En
los partidos fundacionales la tendencia es a querer el cargo parlamentario. Como son partidos esencialmente
democráticos todos quieren ocupar un lugar en la institución que oficia como caja de resonancia de los temas más
importantes que se debaten en el Uruguay. El Parlamento refracta una realidad
que es espejo de lo que ocurre a nivel general y por ende, es natural que se
quiera tener un cargo parlamentario.
Cuando
uno ve la cantidad de listas de todos los partidos que se presentan para un
cargo parlamentario, es para quedar boquiabierto.
Estamos
hablando de listas que llevan como mínimo 500 personas. Si sumamos esa cantidad,
vemos que no bajan de 20 mil individuos.
Quiere
decir, que toda esa gente que dice que no le interesa la política y opina
igual, miente.
El
Frente Amplio como tuvo que hacerse democrático a los porrazos por la vida y
aún así, afloran a cada paso reflejos pavlovianos muy arraigados, convierte la democracia
en una demos gracia y reparte a
granel cargos de secretario de organización, propaganda, finanzas, local, más
los de las coordinaciones, más los de los grupos políticos y a todo eso, le
suma otra cantidad igual de grande, de secretarios adjuntos al secretario.
Crearon
los Centros Comunales en la Intendencia, no para imitar a los Comandos
Comunales del Chile de Allende, como parecía al principio, sino para tener más
cargos para repartir entre lechuguinos
encopetados.
Si
a esto se le agrega la cantidad de Organizaciones
No Gubernamentales que le hacen de saeta al Frente Amplio, vemos que es una
cosa tan monstruosa los cargos que tiene para repartir, que El Leviatán de Thomas Hobbes es
realmente un poroto al lado del poder absoluto que concibe esta gente, como
modelo de sociedad.
La
sociedad uruguaya debiera darse cuenta, que esa cantidad enorme de cargos que
regala a granel el Frente, es la máscara “democrática”
del absolutismo totalitario, que en un país de habla hispana toma la misma
forma, que en la del barbado comunismo caribeño.
Van
para más, quizás y no quiero ser ingenuo, no ya para implantar el Poder Popular
a la cubana, sino para tener más cargos que repartir manzana por manzana y
entonces los manzaneros podrán aliviar esa sensación tan espantosa que es
carecer de cargos políticos. Es la manera que ellos conciben el proceso de
inclusión social en el Uruguay.
Fiebre
Amplia de cargos manzanera se encuentra que ahora la juventud está
en Internet y el cargo lo tiene cuando abre una página Web, un Bloger o
participa en una red social específica que se especializa en una cuestión
determinada.
Hay
jóvenes que me han dicho que navegando por Internet, encontraron amistades
mucho mejores, que las que tienen en su entorno inmediato.
La
participación popular que ofrece el Frente Amplio siempre fue el canto de
sirenita de una dictadura castrista, sólo que ahora la tecnología, la volvió
obsoleta a esa isla.
Frente
a eso, no encuentran solución mejor que degradar el debate en agravio, burlarse
de otro, decirle gilada, reprocharle el apellido y tonterías que realmente,
están por debajo de la línea media del desprecio y sólo merecen, la callada por
respuesta.
Pobrecitos,
el último tren corría y nadie les dijo nada. Eso sí, lo que en realidad beben es No Puedo Más.