Salamín
con pan, se suponía, eso creíamos todos, que traía una dilatada experiencia en
el manejo de la macro política por el hecho de haber cargado sobre sus hombros
con la enorme responsabilidad de una gestión presidencial.
Se
han hecho estudios que demuestran que luego de un mandato Presidencial el
individuo ya no es el mismo, la ve diferente, la ve de arriba y por lo general,
esa nueva perspectiva suele envejecer a la persona, porque ser Presidente de la
República en cualquier lugar del mundo, impone una sobre carga de trabajo, que
genera un enorme desgaste interior.
No
es un simple trabajador full time, sino un full time que a tiempo completo,
gobierna todo un país.
Haber
sido Presidente de la República a su vez, implica que cuando se vuelve a
postular, ante la ciudadanía ya no representa a una mera figura partidista,
sino alguien que sabe dirigirse al conjunto de la población.
Ningún
ex Presidente la emprende contra determinados sectores sociales, porque sabe
por experiencia propia que el Estado juega un rol bonapartista y que el mandato
presidencial funciona cuando todas las partes de la sociedad logran consensuar
acuerdos amplios, que posibilitan la eficacia de una gestión de gobierno.
En
el supuesto caso de que tenga pensado cobrarse alguna cuenta contra algún actor
económico, social o político, suele ocultarlo, porque sabe que en determinado
tramo de la gestión, no podrá gobernar sin esos actores institucionales.
En
el pasado, hubo gente que le dijo con todas las letras, en el momento que
asumía su primer mandato, que ser mayoría social y minoría institucional,
impone una prudencia máxima en lo que se hace, porque no se gobierna con la
pueblada, sino con los sectores que intervienen directamente en el Estado.
Neutralizarlo
a ese sector era crucial para poder ir ampliando gradualmente sus ideas, hasta
el límite de lo razonablemente plausible.
Decir,
en plena campaña electoral, que los productores rurales son egoístas, es no
tener la más mínima noción de cómo funciona el agro. Mientras los demás pagan
impuestos después que venden o cuando cobran el sueldo, el productor, produzca
lo que sea, paga renta del suelo sin decir agua va, agua viene.
Así el campo esté sin producir nada, igual
paga renta del suelo.
Este
hecho hace que el productor tenga que endeudarse para poder obtener capital de
giro y todos sabemos que con el dólar planchado, la tasa de ganancia que obtiene
es mínima.
Mientras
a los otros sectores de la producción se les permite fijar los precios que
quieran, al productor se lo topea y peor que eso, si produce mucho le bajan los
precios, si produce poco se lo suben. A nadie le aplican la ley de la oferta y
la demanda, al productor rural sí.
Pero
por si fuera poco, el productor rural tiene que enfrentar la inclemencia del
tiempo, la sequía, las inundaciones, las plagas y eso hace que el trabajo
agropecuario no sea atractivo para casi nadie y la gente de campo termine emigrando
a las ciudades.
En
el Uruguay, hay apenas 80 mil productores rurales, y todos los que conocemos un
poquito de nada de las cosas, sabemos que desde principios de siglo pasado,
nuestro país es el más des ruralizado del mundo.
Lo
correcto, para poblar la campaña, sería hacer lo que se hace en Brasil, una
gran amnistía tributaria, hasta que el individuo pueda capitalizarse y recién
entonces, exclusivamente a los grandes, aplicarles gradualmente impuestos, con
una tasa basada en la cantidad de gente que emplean. Paga más, el que menos
trabajo genera.
La
economía uruguaya sigue siendo desde los viejos tiempos de Hernandarias, una
economía basada en la producción centrada en el campo.
Emprenderla
contra esta gente, para recibir el aplauso fácil del montevideano ignorante y
resentido “de los estancieros”, es
tan infantil, como impropio de un ex Presidente de la República.
El campo creció gracias a que Néstor Kirchner
cometió ese mismo error y por esa causa, se vinieron a trabajar aquí.
El
doctor ¿Quiere expulsarlos como hizo Néstor?
Echarle
la culpa de todo a los estancieros era algo que no se aguantaba, ni siquiera en
el 900’ y el Partido Nacional en eso supo siempre estar a la altura de las
necesidades reales que tiene el Uruguay en la división internacional del
trabajo. No fue de “bemba, tomando jarabe de pico”, hubo que ir a las cuchillas
para defender a estos hombres que hicieron y sostienen, la matriz social de
nuestra tierra.
Todos
los que hemos vivido el proceso político uruguayo de los últimos 50 años,
sabemos perfectamente que la dictadura en el Uruguay, comenzó a tambalearse,
cuando la Federación Rural se puso firme y dijo “hasta aquí llegaron”.
Si
vamos a comparar las cosas en dinero cantante y sonante, por ejemplo, para que un ganadero iguale lo
que percibe el doctor Tabaré Ramón Vázquez Rosas, como receptor privilegiado
del BPS, como ex Presidente y en función de su fortuna personal, que es una de
las más importantes en el Uruguay, el estanciero tendría que tener 4.500
hectáreas de tierra.
Conviene
que el doctor vaya a la escuelita industrial, porque entonces podrá darse
cuenta, que el tan manido Impuesto a Primaria ya lo están pagando.
¡Salamín,
salamín con pan, a la escuelita industrial!