No
es este el momento adecuado para plantear reformas constitucionales pero
simplemente, quiero hacer reflexionar al respecto, aunque la idea quede ahí,
como una simple sugerencia que algún día alguien rescatará.
Lo
que la realidad mundial y latinoamericana indica, en contraposición con otras
realidades políticas muy lejanas a nosotros, es lo siguiente:
Cuando
viene un cataclismo colectivo que conduce a lo que se llama comunismo de guerra y que significa en
buen romance, darle de comer a la gente
con un cucharón, los que toman el poder a la larga, no son los revolucionarios profesionales.
Los
agitadores son expertos en el arte de la
insurrección, saben movilizar a la gente, enfurecerla, pero no sirven para
ocupar ningún cargo de responsabilidad política.
Son
como el Doctor Zhivago, que en el alfabeto cirílico se escribe, Доктор
Живаго.
Es
un hecho que poca gente analiza. En Rusia tomaron el poder los ingenieros,
porque en realidad estos profesionales son
realmente, el proletariado. El que mueve las palancas es correa de
transmisión, pero el que está llamado a gobernar en un entramado proleta es el inge, no el obrerito.
La
razón por la cual lo de Lenin resultó ser irreproducible
en cualquier otro lugar del mundo, es por eso; porque nadie cree que el
obrerito mueve palanquitas, sea un Arquímedes capaz de mover el mundo con una simple
palanca.
¡Otra
que palanca precisaba el filosofo!
Los
bolcheviques dieron con la palanca proletaria y la cadena se rompió por el lado
más débil; su incapacidad de organizar
la producción fabril.
Sabían y opinaban de todo, de política
internacional, de estética revolucionaria, de moral comunista, de realismo
socialista, del sistema financiero, del arte de la insurrección, pero no sabían
organizar absolutamente a nadie, y quedaron pagando ante el proletariado cuando fueron a las fábricas
de aquel Petrogrado, que se había
quedado sin la protección de San
Petersburgo.
Los bolcheviques
fueron todos masacrados, no porque Stalín fuera malo, sino porque en un
sartenazo interno, los ingenieros se hicieron del poder.
En
el resto del mundo no pasa eso que allí sucedió por la sencilla razón, de que la
división internacional del trabajo a cada uno le asignó un rol por sus ventajas
comparativas, en cambio allí, tenían delirios de industrialización fabril. Era,
como se estudió en su tiempo; la
gigantismo manía de poseer grandes emprendimientos industriales. Lo mismo que hoy está pasando en China.
Lo
que la realidad indica es otra cosa.
Cada
vez que hay un cataclismo un sector
corporativo, a la larga, toma el poder.
En
Cuba, por ejemplo, tomaron el poder los médicos y convirtieron a la sociedad en
una gran mutualista y un gigantesco manicomio.
Chile
se salvó, porque Salvador, acabó
siendo Perdedor Allende, porque si no, era otro hospital más.
El
tema de la salud es demasiado
importante como para dejársela a los
médicos. Es una cuestión social que a todos nos compete, aunque ellos
corporativamente se crean que son los únicos autorizados en opinar al respecto.
Dejarle
la salud a los médicos, es como dejarle la guerra a los militares.
Debiera
hacerse una reforma constitucional que prohíba por razones de higiene social el
ejercicio de la función presidencial a quien obtuvo el título de médico. Así
como ellos no quieren que nadie les discuta nada y a todo el mundo le dicen, zapatero a tus zapatos, ¡Cállese tengo título! a él hay que
aplicarle su misma fórmula y decir con todas las letras de un mandato
constitucional: Se considerará
incompatible la condición médica para el ejercicio de la Presidencia de la
República.
Si
todos los hombres son iguales ante la ley, no se ve cuál puede ser la razón por
la cual los doctores en medicina, resulta que son más iguales que otros. Ellos
pueden meter la cuchara en todo, eso sí, nadie puede opinar acerca del área
suya.
El
doctor Ernesto Guevara Lynch, mejor conocido como “El Che”, no servía ni para
el mismo y por eso no quiso trabajar de mata
sano y se puso a matar no más.
Allende, que fue Ministro de Salubridad del
gobierno de Pedro Aguirre Cerda, en el año 39’, no se dio cuenta que le habían dado el gobierno, no el poder
y el buen señor, un puro y duro,
gobernaba por resquicios legales, mientras su gente robaba, copaba, violaba y
asaltaba.
¡No
se dan cuenta que debiera declararse incompatible la profesión médica con la
política!
Un
médico que politiza la relación hasta el punto de fragmentar una sociedad en
dos ¡Qué clase de galeno es eso!
¡No se dan cuenta que el socialismo es cosa juzgada por la historia!