Hoy
en Venezuela se vive un gran caos económico, se recrudecen las restricciones
sobre la divisa y la sociedad se va sumiendo en un proceso de degradación muy
similar al de Cuba, como recientemente pudieron apreciar Tabaré Vazquez y Raúl
Sendic cuando viajaron, no se sabe bien a hacer qué cosa.
La
mecánica para destruir una sociedad es infalible. Mientras en economía cuesta
mucho esfuerzo conceptual dar con fórmulas que cuajen, lo de Cuba y Venezuela
es matemáticamente, lo que no hay que hacer. Pese a eso, todos hemos visto la
solidaridad del Pit-Cnt con el gobierno de Maduro en el preciso instante que
reprimía a la juventud, la necesidad enorme que tenía Tabaré Vázquez de
fotografiarse con Fidel Castro y el viajecito que hizo Raúl Sendic a Cuba, no
bien lo nombraron Vicepresidente.
Lo
de Sendic es comprensible, porque estudió, se formó, se adiestró en Cuba y por
ende, es natural que así sea. Como dice un refrán; La cabra al monte tira.
Como
en el Uruguay la gente no lee la prensa y solamente “la gilada” es la que
compra el diario y consume información variada, pueden pactar quien sabe qué
cosa en Cuba –la metrópoli-, y venir acá a decir cualquier ingeniosidad. A algo fueron a Cuba, porque como bien sabemos todos, ningún almuerzo es gratis.
En
Venezuela pese al enorme desquicio con el que se fue destruyendo la economía existió
durante todo este período una cosa de la que nadie dice nada; Empresas
estadounidenses y de otros países prosperaron durante años y se beneficiaron
con la política de Chávez, porque ofreció una competencia limitada,
consumidores hambrientos de marcas, y cercanos vínculos comerciales con Estados
Unidos, lo que le posibilitó al elenco chavista comprar mansiones en Miami y
blanquear nacientes fortunas petroleras.
Junto
a esto, el dólar estuvo planchado durante todo el período de Chávez y eso hizo
que se sobrevaluara notoriamente el valor de lo que vendían. Estas pocas
empresas con un mercado cautivo repatriaron fortunas a la casa matriz.
Venezuela
además, fue siempre y sigue siendo aún hoy, un puntual proveedor de petróleo a
Estados Unidos.
El
único que salió perdiendo de todo esto, es el pequeño y mediano productor, la
clase media que tuvo que irse en masa y el comercio minorista.
La
burguesía nacional y la clase obrera –“el proletariado amariconado de la ciudad”,
como le decía Ernesto Guevara Linch‑, tuvieron que disparar en bloque de un
país, en donde se volvió irrentable producir un alfiler con el dólar planchado.
Cualquier
similitud con el Uruguay es pura coincidencia.
Contumacia
quiere decir, reiteración en el error.
Cuando se sabe a ciencia cierta que algo es pernicioso y se sigue insistiendo,
estamos en presencia de un delito en contumacia.
Hasta
ahora uno lo vivió como un conflicto de visiones, de ideologías, de
idealidades, pero ahora, cuando ya no hay dos opiniones ¿Por qué esa
obsecuencia de Vázquez y Sendic a Cuba?
Cuando
se les recrimina esto, ellos se ríen o dicen cosas tales como: “Comunismo cayó,
ahora podemos”. ¿Podemos que? ¿Inventarlo de nuevo? La “gilada” no entiende
bien, le falta ideología, libro gordo del Petete, porque si algo confirma Venezuela, es que no
hay tal socialismo del siglo XXI, lo que si existe es una sociedad que perdió
el siglo XXI.
Tiene
que haber algo más que uno no entiende, para tanta obsecuencia, genuflexión y
servilismo a Cuba, con el argumento de que está bloqueada y a Venezuela, en
donde no tienen ninguna excusa para agarrárselas con nadie.
"Solía ser un ambiente muy lucrativo
para ellos, -ciertas empresas norteamericanas‑, pero creo que estamos chocando contra la pared", dijo Carlos
Tejera, el gerente general de la Cámara de Comercio Venezuela-Estados Unidos. "Todas las indicaciones son que estas
multinacionales van a tener que estudiar con verdadera frialdad y dureza lo que
está ocurriendo aquí y tienen que tomar una decisión, porque esto es
insostenible".
Con una inflación del 60% anual y el dólar planchado,
la ganancia de estas empresas que trabajaban con un mercado cautivo, fue
descomunal. Por ejemplo, Femsa, la mayor embotelladora de Coca-Cola en América
Latina el año pasado, registró ingresos en Venezuela por 2.400 millones de
dólares, ligeramente más que en Brasil, país mucho más grande. Sin embargo, los
volúmenes de ventas, que reflejan el número de botellas, fueron dos a tres
veces mayores en Brasil, que en Venezuela.
Con
el dólar sobrevaluado a niveles de una gran distorsión, el tipo de contabilidad
llenaba los libros de muchas empresa con "utilidades fantasma", que
les permitía a los directivos desviar fondos y mostrar excelentes resultados
reales.
El
gobierno primero devalúa de 4,3 a 6,3, bolívares por dólar, después crea tres
tipos de cambio. 1) El dólar a 6,3 enfocado principalmente, a la importación de
bienes esenciales como alimento y medicina. 2) La tasa intermedia de 10,5
bolívares contra el dólar, disponible para empresas invitadas a participar en
subastas del gobierno. 3) A 50 bolívares, con el propósito de estar abierto para
todas las empresas e individuos, aunque de acceso restringido.
Está faltando aquel hermoso momento, cuando en Cuba, Fidel Castro prohibió tener
dólares, “porque es la moneda del enemigo y no nos dábamos cuenta”.
Si
a esto se le agrega que el gobierno prohibió que las empresas repatrien sus
capitales durante los últimos cinco años, ahora si se les complica, porque con
el dólar devaluado y ausente de las arcas del estado, esa gran riqueza en bolívares,
significa muy poco cada día que pasa y la moneda sigue cayendo.
A
su vez, los controles de la divisa les impiden a estas empresas, importar
bienes, servicios, refacciones u otros materiales. El gobierno a su vez no les
paga lo prometido por importaciones compradas a crédito a proveedores, y en
muchos casos los proveedores ahora se niegan a embarcar más bienes a Venezuela
hasta que reciban su pago. Ahora, por fin hay escasez de productos y en pleno
desabastecimiento se puede construir no el socialismo del siglo XXI,
sino el socialismo del siglo XX en el siglo XXI y pagar en especies o
vivir de la rapiña.
Los
funcionarios de Economía en Venezuela, dicen que quieren avanzar hacia un tipo
de cambio unificado; probablemente pongan el dólar a 100 y solamente puedan
venderlo los turistas.
Son
etapas en la construcción de una sociedad de pobres como la que tanto quiere
Vázquez y Sendic.