Homero Manzi, días antes de morir
escribió Definiciones para esperar mi
muerte. Allí confiesa que estuvo siempre acompañado de voces y de colores, “unas generadas en el trajín de la marcha,
otras inventadas tras mi propia soledad”.
Son voces y colores, decía “que juraron acompañarme hasta la muerte”.
Se salvó porque murió antes de que el tirano depuesto huyera, porque si no,
lo hubiéramos tenido viviendo en el Uruguay, como a Discépolo.
Más apropiado sería, creo yo, que
hubiera escrito Definiciones para
esperar la muerte de la Argentina, porque si bien es lo más exacto de todo,
también hoy es dable escribir las
definiciones para esperar la muerte del Uruguay, y como en Macondo,
sentarse en la puerta de la propia casa, a esperar que pase la carroza.
La moral en este sentido, condena lo que
la historia condena. A Dorticós lo suicidaron, Allende se suicidó y dicen los íntimos
de Juan Domingo, que lloró tres días sin parar cuando el derrocamiento de
Allende.
Todos ellos, de diferentes maneras y
distintas modalidades de encarar las cosas, recibieron el abrazo del beso de la muerte, porque el socialismo –la vía chilena al genocidio‑, y la patria socialista del peronismo, ya eran cosa juzgada en los
tiempos dorados de Vladivostok, “El Compañero Presidente”, el Duende de
Montevideo y la Bella Durmiente que ahora se despereza.
Se ve que al Uruguay le hizo mal tanta
sabiduría, porque no hizo la experiencia de lo inevitable. Ahora la va a hacer.
Hoy estamos en presencia de algo
novedoso: La vía uruguaya a la eutanasia.
Cuando uno ve que se ataca un día sí y
otro también a la Federación Rural, a la Cámara de Comercio, a la Cámara de
Industria, a los importadores, los exportadores y los contribuyentes en
general, “la burguesía y su servidumbre”,
como decía Ernesto Guevara Linch, es porque
tienen un programa bien definido de lo que van a hacer.
De Venezuela los empresarios y los
industriales disparaban con sus empleados y de Carmona para acá, el mismo
gobierno bolivariano se puso a destruir el parque industrial, para que “la burguesía y su servidumbre no se
reproduzca.”.
Tenían la misma angustia interior que
paralizaba a Lenín en silla de ruedas: “¿Por qué la gente sigue comprando y
vendiendo?” y ahí vino el tole tole cuando descubrieron que era por
culpa de Trotsky.
“Ojo
con el trotsko quiere decir para Huidobro, "alerta naranja que se viene el
temporal” y mientras siguen “pa’ lante”
a la nicaragüense, los demás decimos “Agárrate
Catalina”.
Cuando se termina, porque al final llega
el “Tierra, trágame”, Allende se
suicida y Perón llora tres días.
Aquella era La hora de los hornos, también en el Uruguay. Se vivía en Estado de Sitio, hasta que
los partidos fundacionales supieron poner al
Estado en su sitio.
Hoy el
horno no está para bollos.
Los proyectos de Perón –paga con tiempo,
para no pagar con sangre-, y el de Allende a las patadas con las grandes alamedas,
son de orientaciones distintas y, si se lo ve desde el punto de vista económico,
totalmente opuestos, no porque Juan Domingo simpatizara con otro socialista,
como había sido Benito Mussolini, sino porque el peronismo se construye desde la burguesía nacional y no desde “la buguechía”, como quiere José Mujica
Cordano.
El peronismo era preocupante para las
inversiones británicas. Cuando le preguntaron a Winston Churchill, que había
peleado contra los rusos y contra los nazis, ya anciano, quién era en ese momento su principal enemigo, Churchill sin
vacilar contesta, el peronismo argentino. Si viviera diría el peronismo uruguayo.
Lo
de Allende y Chávez sólo le preocupa a
algunas inversiones, porque a otras les permite, tener mercado cautivo y dólar
planchado.
A Coca Cola y a los demócratas les
importa muy poco la macro economía. “La buguechía”, vernácula les molesta.
Gobernar “a la peronista” significa jugar un rol pseudo bonapartista
entre intereses difusos que viven en perpetua lucha “por la puja distributiva”. No es capitalismo de estado, no es el
nazi fascismo, es un error decir eso, antes bien es un capitalismo de amigos. Es saber intervenir con las fuerzas vivas que mueven la economía y
operar con las fuerzas que están de
vivas.
Siempre me llamó la atención como puede
ser que si a Perón se lo derrocó desde aquí, desde aquí nada menos, no se sepa caracterizar
con exactitud a esta gente.
Un modelo “a la bolivariana” es otra cosha,
como diría Seregni. Se necesita recibir el
visto bueno de allá lejos, para gobernar contra los trabajadores y los
empresarios y repatriar divisas sin clausulas gatillo, plazos o metas.
Aquí tuvimos en estos diez años, dos
preclaros que allá lejos son Gardel, cantando “Rubias de New York”, aquí cuando vienen también son Gardel, pero
cantando “Cuesta Abajo”, con la vergüenza
de haber sido socialistas y el dolor de ya no serlo.
La tienen clara. Para que no les pase lo
de Allende traen a Bush, y para que no les ocurra lo de Juan Domingo,
convencieron a la filigresía de que Cristo era frenteamplista, porque si no, se
venía un Domingo siete.
Recién entonces, con el rabo bien atado
y las espaldas cubiertas, tienen luz verde para emprenderla contra la clase
media y los trabajadores. Es un fenómeno el muchachito.
¡Qué los ricos financien nuestra lucha!
¿Verdad? Y que los trabajadores de corbata se fumen la diferencia.
Estos aprendices de Galeano encontraron
una nueva fórmula para prosperar: Combata
la pobreza, insulte a un hombre de familia constituida y vote la taba, que siempre saca culo.
Con un modelo de país, que claramente no
es “a la peronista”, tampoco es
claro, aunque lo parece bastante “a la
bolivariana” y que se maneja “a la
que te criaste”, asigún, como
diría el paisano, sólo restan las
definiciones oncológicas para determinar el momento exacto de la eutanasia.
La dinastía de los
Castro’s –duro recordatorio de lo que no hay que hacer-, les dio un beso y los
bendijo fraternalmente, como a tantos otros, que así les fue.
Gracias, Fidel.
Cuando el socio local no está ni ahí, solo cabe decir: “Fidel,
seguro, a los bolches dale duro”.
Hoy la muerte lame las paredes y da
igual morir al doblar una esquina que en un hospital.
Evidentemente, aquí hay iluminados que
saben cómo se ASSE.
Cuesta Abajo EL URUGUAY NO SE DETIENE