martes, 31 de octubre de 2017

¿Cristina va a ir presa?


          Es uno de los grandes temas, porque la primera pregunta que se hacen los argentinos es si Cristina Kirchner va a ir presa.  
          Macri quiere cambiar la sed de revancha de algunos integrantes de Cambiemos. Quiere que la Justicia actué con la mayor independencia posible. Que eviten victimizarla.
A Macri le conviene una Cristina libre porque es funcional al relato alternativo. La salida de ella, le favorece al peronismo.
Todos quieren ser sumamente prolijos en este tema. No la quieren convertir en una bandera política. Nadie quiere victimizarla porque eso es lo que ella está buscando, precisamente.
El 10 de diciembre es muy probable que Cristina arribe al Senado con 5 procesamientos como mínimo. Sobran las pruebas de coima, lavado y enriquecimiento ilícito.
Sacó tres millones de votos en la Provincia de Buenos Aires y 5 millones en todo el país. Perdió 7 millones de votos. Llevó al justicialismo a la peor crisis de su historia.
En política nada cae del cielo. Hay que construir los nuevos escenarios.
La secta de perdedores seriales en la que Cristina se terminó rodeando, puede volver, a condición de que Macri no logre regularizar la situación dada en la Argentina.
Hoy el peronismo está en terapia intensiva: Es tan profunda la caída de Cristina, que Gils Garbo tuvo que presentar su renuncia. Y encima tendrá que dar explicaciones más allá de su renuncia. Le dió al kirchnerismo un blindaje de impunidad y ahora tendrá que rendir cuentas. Lo más probable es que sea enjuiciada por mal desempeño en sus funciones.
El kirchnerismo línea fundadora, está en crisis terminal y se van todos, acercándose a la posibilidad de ser detenidos.
Ahora es la justicia argentina la que tiene que hablar.
En principio, los jueces son los encargados de resolver esta situación. El Senado en todo caso evaluará y tendrá que hacer en diputados con Cristina, lo que hizo con De Vido.
Este año el Senado argentino será un escenario importantísimo. El Cristinismo optó por oponerse a todo. Violenta el principio de buena fe y de humildad. Niega el diálogo virtuoso en una democracia. Esto es lo que lo daña al peronismo, porque la destrucción destituyente del otro, sólo porque es adversario, al único que perjudica es a quien procede así.
Como diría Unamuno: “No sé de qué se trata, pero me opongo”; el cristinismo va a terminar como un partidito de ultra izquierda en donde le va cada vez peor. Son muchos hoy los que se van desmarcando, no por una cuestión de ética, moral  o principio, sino por simple sobrevivencia política.
          El kirchnerismo y el peronismo no se llevan muy bien. El peronismo puede conformar una alternativa que pueda colaborar en la gobernabilidad de la Argentina, que es lo que busca Macri. Están comprendiendo que no es pecado pensar igual que el gobierno y que las opciones superadoras se plantean cuando llegan las elecciones.
          Un peronismo racional y republicano garantiza una futura reelección de Mauricio Macri en 2019.
          Hoy la victoria del Pro y Cambiemos es un triunfo cultural, además de electoral y político.
          El peronismo ahora representa ese pasado que Argentina no quiere revivir.
El argentino de hoy rechaza esa herencia de pobreza y exclusión que trajo aparejado el populismo peronista.
          El peronismo racional excluye a Cristina Kirchner porque representa exactamente lo contrario. La prepotencia autoritaria, el grito, la descalificación gratuita y la total ausencia de diálogo y acuerdos. El peronismo, más allá de la hipocresía y cinismo del planteo, quiso siempre ser superador de los conflictos que Argentina tuvo entre Unitarios y Federales, Radicales, Izquierda y Derecha.
El cristinismo los radicaliza en una punta del debate ideológico, que los daña en el rol que quieren políticamente jugar.
          Ésta liga de gobernadores que ahora se formó, no forman una institucionalidad, sino la búsqueda de una necesidad de diálogo. Están en una etapa fundacional, no pretenden reconstruir viejos modelos. Además, no están sólo los peronistas. Hay otras fuerzas.
          El momento que atraviesa Argentina es el de un triunfo de Macri.
Primero electoral, luego político y ahora ideológico.

Hoy la lucha ya no es política, ni ideológica; es cultural. Porque ahora sí, está en juego el futuro.