martes, 8 de diciembre de 2015

Posibles escenarios políticos en Venezuela



        El categórico triunfo opositor en Venezuela, poniendo fin a 17 años de chavismo con una mayoría calificada, es uno de los hechos más trascendentes del último período.

       


        Esto es un cambio profundo a la estructura de poder en Venezuela.
        "Lo primero que vamos a hacer es pedir las cifras estadísticas. No sabemos las cifras de inflación, no sabemos las cifras de producción petrolera, no sabemos las cifras fiscales, no sabemos las cifras de producción industrial. No sabemos nada", dijo José Guerra, diputado electo por Caracas y ex alto funcionario del Banco Central.
        El margen con que acaban de ganar posibilita -por ejemplo- designar la junta directiva de la Cámara que tomará posición el próximo 5 de enero o despachar leyes regulares. Una de ellas sería una Ley de Amnistía para los presos políticos.
        El Presidente Nicolás Maduro podría rechazar promulgar la ley, pero solo momentáneamente; también podría apelar a que es inconstitucional y vetarla a través del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), de mayoría oficialista. "Es probable que haga eso Maduro, pero generaría una crisis política muy grave", dice el constitucionalista Juan Vicente Haro.
        Con la mayoría de 3/5 ratificada en la madrugada, la oposición podrá además emitir votos de censura contra ministros y el Vicepresidente. Y al llegar a la mayoría calificada de 2/3 (112 diputados) cuenta con los votos suficientes para, entre otros, remover autoridades de poderes como el propio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) o el Consejo Nacional Electoral (CNE), realizar reformas constitucionales, convocar a una Asamblea Constituyente e incluso a un referéndum revocatorio al Presidente.
        "Esos son escenarios que están abiertos, pero ahí la Asamblea Nacional tiene que ser muy prudente", dice Haro, quien señala también su preocupación de que en estas semanas antes de que asuma el Parlamento, el Presidente se dedique a copar los cargos en órganos como el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) o impulse una nueva Ley Habilitante que le permita legislar por decreto. "A mí me preocupa mucho esa posibilidad. Eso sería un fraude a la Constitución y a la voluntad del pueblo, con lo que la función legislativa quedaría prácticamente secuestrada por el Poder Ejecutivo".
        Hay que tener en cuenta que hoy la ballena prepotente del izquierdismo está herida en Venezuela; el único problema es que aún herida y en retirada puede seguir dando coletazos.
        Se debe considerar que Maduro, que en realidad es un inmaduro, es capaz de cualquier barbaridad, como lo demuestra el rol que jugó el Ministro de Defensa Vladimir Padrino la noche de las elecciones. Gracias a la comparecencia pública del alto mando militar del chavismo, antes de que se conocieran los resultados oficiales de las legislativas, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de Maduro, tuvo a regañadientes que reconocer la derrota en las urnas. Incluso se produjo una discusión entre Padrino y el "número dos" del chavismo, el hasta ahora presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, cuando quedó patente que el recuento no los favorecía. Un debate interno habría concluido que de no reconocer el resultado se produciría "una matazón" (matanza). En esos momentos, el general a cargo de la cartera de Defensa habría marcado el rol del ejército, hasta ahora leal a Cabello.
        "Hay que reconocerlo, nosotros felicitamos el comportamiento de todo el pueblo de Venezuela", espetó el general. "Hemos recogido 78 incidentes electorales de los cuales siete han sido delitos (...) solamente hay siete detenidos a la orden del Ministerio Público", dijo Padrino, que consideró la cifra "insignificante".
        La pesadilla ya culmina dando el oficialismo la callada por respuesta. Pretenden gobernar como Allende, con mayoría opositora en el Parlamento y ya sabemos cómo eso termina. Era el tercio mayor, en cambio el chavismo es el tercio menor. Allende, empero, ganaba las parlamentarias, en cambio aquí una elección de Asamblea Nacional, se convirtió por torpeza de Maduro en un plebiscito. Allende no amenazaba y se suicidó con las botas puestas.
         Convirtieron a los distintos adherentes de partidos en una masa crítica perfectamente ensamblada.
        Nadie sabía a quién elegía, ni por quién votaba.
        Todos sabían a quién repudiaban.
        Dos factores decidieron este resultado demoledor.
     El primero, la torpe gestión de Nicolás Maduro de la crisis del desabastecimiento de alimentos y medicinas, la hiperinflación galopante y la devaluación sin freno del bolívar, que han condenado a la miseria a la inmensa mayoría de los venezolanos. La “guerra económica” desatada por el imperio y la burguesía criolla fue el argumento retórico oficial para no asumir la culpa del desastre ni la responsabilidad de hacer un alto en la marcha hacia la nada y rectificar. Nadie en Venezuela se creyó este cuento y la popularidad de Maduro se desplomó a niveles abismales.
        El otro es el esfuerzo unitario de la Mesa de la Unidad Democrática, que supo ofrecerle a la gente una alternativa creíble y confiable en una salida razonable al estropicio de estos 17 años de desgobierno.
        Venezuela no es Cuba, tiene por el contrario una tradición libertaria.
       La derrota del chavismo no es electoral solamente, es una derrota política. Nunca antes la oposición tuvo tanto poder, esperemos que no exista un doble poder y que por esa vía, se termine generando un vacío de poder y que el poder militar al final, termine encontrando su vacío.
        Para tener noción de la magnitud de este fracaso del oficialismo hay que ver que en 17 años de chavismo los empleados públicos aumentaron de 1.200.000 a 2.378.000 y sin embargo, perdieron en las zonas en donde eran bastiones muy sólidos que tenían.
        Se avecina un plan de reconstrucción como los de la post guerra, lo cual exige espíritu sereno y voluntad firme. Acabar con la economía rentista del petróleo y diversificar la producción exige cabeza fría y corazón caliente, porque Venezuela está sumergida en un agujero negro económico. Estamos hablando de un país que tiene un estricto control cambiario con tres tipos de cambio y un mercado negro de divisas, y que tendrá en 2016 -según los analistas-, una situación más difícil que la de 2015, que cerrará con una inflación de 205%, una contracción de al menos 6% y un déficit fiscal del 20%, y esto en el marco de una economía petrolera que atraviesa por el hecho de que el precio del petróleo hoy se encuentre en el nivel más bajo desde 2009. Ya los precios del petróleo sienten los efectos de la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), de renunciar a sus objetivos de producción, pese a la sobreabundancia en general.
        Los venezolanos están en presencia –en realidad–, de un primer paso dentro de una serie de reajustes y reacomodos en la vida político-institucional del país. Y todo eso no será como dice el dicho: coser y cantar.
        La transición, en definitiva, no es una autopista en la que se va a alta velocidad y en línea recta, con la vía despegada. Los que hoy gobiernan no van a desaparecer por arte de magia. 
        Tendrán que sortear este momento bisagra en la historia, asumiendo el triunfo con humildad, en un país que se ha caracterizado por marginar y excluir al que piensa diferente. Estamos hablando de un país que cuenta con 20 mil asesinatos por año, con una media creciente de homicidios que lo convierten en el segundo más violento de la región. Lleva la violencia grabada en los genes, pronta para salir a flote, en el momento menos pensado.
        Mientras Maduro amenazaba con tomar las calles llevando la confrontación a la vuelta de la esquina, Vladimir Padrino transmitía un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía. 
          Los militares también parecen estar cansados del continuado deterioro de la economía y la sociedad civil.
        Cuando el Presidente reconoce la derrota, un suspiro de alivio muy grande se sintió en toda América Latina.


 

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