Hoy
Argentina es un país que ha de ser asistido por la comunidad internacional para
salir de este amargo trance que significa la falta de divisas en el Banco
Central. De España a Estados Unidos, pasando por la Banca Mundial, el BID y el
Fondo Monetario Internacional, todos quieren restablecer relaciones fructíferas,
porque saben que si bien es cierto que las empresas se funden, los países no.
Argentina
se gobierna desde la Federación Rural y la Unión Industrial Argentina. Cuando
ambas posiciones coinciden se vive una época de paz y progreso, cuando comienza
la lucha de intereses difusos es cuando se rompe el pacto corporativo y viene
la deblacle.
La
historia argentina es demasiado ilustrativa al respecto. A Yrigoyen lo derroca
la Federación Rural, lo mismo que a Perón. A Alfonsín lo derriban las empresas
formadoras de precios y a Cristina todo el mundo.
El
Uruguay es de los pocos países del mundo en donde la clase dirigente, como nos
enseñaba Carlos Real de Azúa, no es la clase dominante, pero en Argentina las
cosas son diferentes.
El
desarrollismo en economía es una política industrialista que trata de ganar la
batalla del mercado interno, pero para proyectarse al mercado internacional.
Desde el punto de vista desarrollista es el deterioro en los términos del
intercambio lo que produce las inequidades sociales y la mala distribución del
ingreso y el excedente económico.
Alcanzar
un desarrollo autónomo puede ser la utopía desarrollista, en un mundo en donde
se llegó tarde al proceso industrializador, pero hoy, merced a las nuevas
tecnologías, como decía Alvín Tofler hay que subirse al desarrollo económico en
el punto en que ahora se encuentra la modernidad. Ya no son las grandes mega
plantas industriales del pasado lo que hoy marca la tónica del desarrollo y la
prosperidad, sino el acceso al comercio electrónico y las nuevas tecnologías.
Un
desarrollismo puesto al día, que no niega las ventajas comparativas, sino que es
capaz de generar nuevas y complementarias, es el camino de lo que se podría
llamar neo desarrollismo. La sustitución de importaciones no puede generar
industrias que cierran en rojo todos los meses y viven de un subsidio político.
La dependencia hoy es mental y psicológica, porque nadie que éste en su sano
juicio puede pretender inventar la rueda o el paraguas.
Los
países no desarrollados como decía Chomsky viven una aparente paradoja; los
pobres de allá financian a los ricos de acá y eso hace que en ciertos sectores
se viva mejor, acá que allá. Esa es la causa por la cual los países grandes, no
quieren tratados de libre comercio con los chicos, porque en ese intercambio
los que ganan y fortalecen su balanza comercial, son los chicos.
Al
desarrollismo clásico le cuesta darse cuenta de eso, porque si bien es cierto
que vivir de materias primas no elaboradas no es lo mejor en términos de
generación de empleo, una cosa es industrializar y otra diferente políticas de
pleno empleo.
Antes
industrializar y generar empleo eran lo mismo, hoy con la cibernética ya no lo
es, la industria es el sector que menos empleo genera y el sector servicios quien
absorbe el grueso de la mano de obra excedente. Un desarrollismo actualizado es
apoyarse en el sector servicio, porque es quien dinamiza el conjunto de las
nuevas tecnologías, que operan como un sector cuaternario de la economía, como
un servicio al servicio.
Cambiar
una estructura productiva es trabajo de varias generaciones y de una permanente
inversión internacional directa y en este contexto actual, en donde van a subir
las tasas de interés en Estados Unidos, es virtualmente improbable que eso
ocurra, luego de la burrada de estos gobiernos “izquierdistas” de haber corrido
la poca inversión que venía para aquí.
La
paridad en los términos de intercambio está ligada en realidad a dos factores
que el desarrollismo clásico no analiza; la paridad en los poderes de compra,
generada por la política monetaria, el presupuesto nacional y las tarifas públicas
y la inflación de costos en el acceso a los insumos importados que los bienes
de capital necesitan para trabajar.
Industrializarse
con insumos importados es pan para hoy, hambre para mañana y en vez de resolver
agrava los problemas estructurales que el desarrollismo quiere solucionar. De lo
que hoy se trata es de acceder a las nuevas tecnologías.
En los tiempos de Frondizi en la Argentina la entrada de capitales extranjeros y la integración del agro, la minería, las ciencias, la industria y tecnologías empresariales, fue posible, no por arte de magia, sino porque en la década del 60’, se vivía un apogeo de post guerra y un auge económico en todos los sectores de la economía. Se pudo haber hecho desarrollismo en 2003, pero por obra y gracias de estos desdichados gobiernos se optó por cerrar la economía confundiendo independencia económica con aislamiento y autarquía.
En los tiempos de Frondizi en la Argentina la entrada de capitales extranjeros y la integración del agro, la minería, las ciencias, la industria y tecnologías empresariales, fue posible, no por arte de magia, sino porque en la década del 60’, se vivía un apogeo de post guerra y un auge económico en todos los sectores de la economía. Se pudo haber hecho desarrollismo en 2003, pero por obra y gracias de estos desdichados gobiernos se optó por cerrar la economía confundiendo independencia económica con aislamiento y autarquía.
A
partir de la crisis del petróleo en 1973 y de la devaluación del dólar, el
desarrollismo entra en crisis y así vemos caer el Milagro Brasilero de Emilio
Garrastazu Médici y todos estos países quedan como barcos a la deriva sin
mercado, ni siquiera para su producción tradicional.
También
en España de Franco el modelo desarrollista de carácter autárquico se agota
en 1973 cuando colapsan la siderurgia y la construcción naval, lo que está
indicando que era más inteligente el sector hotelero en la España franquista
que los otros sectores de la economía y que son las ventajas comparativas las
que deben estar en la mira privilegiada de un desarrollismo en serio y no de
una fantasmagoría llamada a inventar la realidad a expensas de los dineros
públicos.