lunes, 30 de noviembre de 2015

Breve historia de la gobernabilidad en Argentina.



        Argentina vivió en el período comprendido entre 1880 y 1920 un crecimiento espectacular bajo los auspicios de lo que los historiadores llaman “El Estado Liberal”. Llegó a ser en 1918 la octava potencia comercial del mundo.
        A partir de Hipólito Yrigoyen ingresa la clase media en la vida política del país. La expansión económica que experimentó la Argentina durante el periodo conocido como República Radical, sigue siendo hasta hoy en día el ciclo de mayor crecimiento económico en la historia argentina, pero durante su segundo mandato ocurrió el crack de la crisis del 29’.
        El gobierno no pudo manejar la situación y el 6 de septiembre de 1930 fue derrocado por el primer golpe de Estado en la etapa constitucional de la Argentina, comandado por José Félix Uriburu.
        Inmediatamente de derrocarlo, Uriburu le pide a los agentes económicos que no retiren el dinero del país y se cuenta que por ese año no hubo transferencias financieras al exterior. Fue la única vez en la historia argentina que los operadores económicos confiaron en la palabra del Presidente de la República.
        A partir del año 30’ se inicia lo que los historiadores llaman “la década infame”. Fueron años de ajuste generados por las consecuencias que trajo la crisis del 29’ y fue de carácter regional con Getulio Vargas en Brasil y Gabriel Terra en el Uruguay.
        En el 45’ muchos creyeron ver en Juan Domingo Perón la continuación del yrigoyenismo.
        En ese momento Argentina vivía un apogeo de post guerra y se daba el lujo de regalarle por ejemplo, trigo a la España franquista.
        El peronismo lo que vino a generar es una fractura muy grande en la sociedad argentina, una dilapidación de las reservas y una sustitución de importaciones que volvió irrentable la producción.
        Argentina siempre sufrió una dicotomía entre los industriales y los estancieros. Éstos no querían trabajar para el mercado interno y veían con desconfianza la generación de fábricas sin rentabilidad a expensas de los recursos que ellos generan.
        El peronismo en el 54’ deja el Banco Central sin divisas y Perón debe refugiarse en la Cañorera Paraguay, mientras los aviones bombardeaban Plaza de Mayo.
        Lo otro es historia conocida. Durante 17 años de exilio “del tirano depuesto”, como se le decía, Argentina tuvo un crecimiento muy bueno que llega hasta la época de Lanusse y la política económica de Aldo Ferrer basada en lo que se llamaba “el compre argentino”.
        Vuelve primero Cámpora y luego Perón y se inicia nuevamente la noche en el vecino país. Celestino Rodrigo, el Ministro de Economía de Perón, fue el primer ministro peronista que sufrió una huelga de la CGT, un poco antes de su caída. Nuevamente Argentina quedaba sin divisas.
        Durante la dictadura militar, el proceso plancha el dólar con la política de Martínez de Hoz y genera una burbuja artificiosa de retraso cambiario, también llamado como de “plata dulce”.
        Cuando viene la democracia Alfonsín crea el “Plan Austral” tratando de que una nueva moneda, el austral, pudiera valer lo mismo que el dólar. En el 89’, el derrumbe de dicho plan le obligó a traspasar el gobierno antes de terminar su mandato.
        Con Menem viene el plan del 1 a 1, la convertibilidad convertido en ley y Argentina en un primer momento comienza a mejorar la economía y los servicios públicos, pero al precio de “vender las joyas de la abuela”.
        Cuando Menem le traspasa el poder a De La Rúa nuevamente Argentina se quedaba sin divisas y al disparar en un helicóptero de la casa de gobierno, se inicia lo que se llamó el corralito y el corralón.
        Lo demás es historia conocida. A partir de agosto de 2003, con un dólar competitivo comienza a crecer imparablemente a razón de un 7,5 por ciento anual.
        Hoy después de 12 años nuevamente carece de divisas.
        Se calcula que en lo que va de los años 80’ a la fecha, la fuga de capitales en el vecino país asciende a 80 mil millones de dólares.
        El gran problema argentino es la terrible ausencia de incidencia política de los operadores económicos en el proceso legislativo y de gestión de los recursos públicos.
        Hoy los operadores económicos sienten un shock de confianza, lo que está indicando que se cierra el ciclo de la politiquería al servicio de fabricar pobres y robar a cuatro manos, y se inicia la época de oro del Estado Liberal.


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