El asi llamado Movimiento de Participación Popular, cuando todos sabemos que de participativo tiene tanto como yo de árabe, nace en el 89', como producto de una crisis terminal del Movimiento de Liberación Nacional, en el preciso instante en donde leyendo muy profundamente a León Trostsky, pasan a llamarse Movimiento de Liberación Nacional y Social.
Lo que quiere decir que ya nadie más escuchaba a Osiris Rodríguez Castillo, ni le reclamaba A la Huella a Numa Moraes.
Como decía el bueno de Carlitos Real de Azúa, los tupamaros no es que fueran delincuentes comunes, como los acusaba la prensa de la época que se negaba a admitir el delito político, sino que hacían política con armas.
Abelardo Ramos por ejemplo, los acusa de dejar las armas de la crítica y pasar a la crítica de las armas. Jacques Bergier, que si bien estaba contra la liberación de Argelia y supo con buen tino alinearse con el gobierno frances contra el Frente Argelino de Liberación, cuando los critica desde Francia a los tupamaros, los rezonga como un viejo partisano que le indigna tanta torpeza, para tanto idealismo absurdo.
El mismo Fidel Castro Ruiz en las clases de entrenamiento guerrillero que daba en Cuba en aquellos años, cuando se dirigía a los tupamaros que estaban ahí, movía la mano enojado y decía, «Esto lo digo para cualquier lado, menos para el Cono Sur, que no es área de guerra».
Les reprochaba una cosa muy simple: «Si usted quiere matar a Juan, mata a Juan y se deja de embromar. No mata al mucamo de Juan o el perro de Juan».
Fidel en eso la tenía clara, las condiciones objetivas no se crean, ni se dan. Cuba es una cosa excepcionalísima e irreproducible a nivel planetario y digan lo que digan los manuales soviéticos, si no existe la condición subjetiva: organización, dirección, conciencia, programa y voluntad, sencillamente, no va la cosa.
Ellos no entendían estas razones, porque estaban convencidos que el capitalismo se iba al diablo en el Uruguay y que las cloacas eran la Sierra Maestra de la cobertura logística para pelear, algo así como el Chalatenango para el Frente Farabundo Martí en El Salvador.
Estaban locos de atar, al punto que muchos cuando caían presos, se sentían mejor, porque se terminaba esa responsabilidad delirante que se habían auto adjudicado a sí mismos, sin que nadie se los pidiera.
En la naca se inicia la así llamada «tregua armada»; creían que el Ejército los iba a respetar como un soldado enemigo respeta a otro en función del Tratado de Ginebra y se llevaron una sorpresa desagradable: Los denigraron.
Muchos eran incurables, era largarlos y volvían a la carga, otros empezaron a tener Síndrome de Estocolmo, como Huidobro, ahora.
Cualquiera que lea a Zabalza, que es heredero de la «pureza tupamara», puede constatar que ellos no estaban de acuerdo, ni con el Frente Amplio y mucho menos con Seregni, pese a que la guardia personal del General estaba compuesta por tupamaros.
Cuando largan a Seregni, el hombre no los quería ni regalados y ante la presión de los canales de televisión y ciertas figuras importantes «de la buguechía criolla», el General, siempre sensible a la opinión del partido colorado, saca la brillante conclusión de que era mejor tenerlos adentro que afuera, porque iban a crear un polo de izquierda no frentista que conspiraba contra «la uniá».
Ellos, en ese momento querían «masa», «brazo político» y no quedar expuestos a ser «el blanco predilecto de la repre».
Cuando entran en el Frente nadie les daba ni el saludo, ni siquiera los antiguos grupúsculos que los apoyaron hasta el golpe de Estado.
Ante eso, deciden crear un Frente dentro del Frente, verdadero paraguas protector, para sacarse el baldonazo de la palabra «tupamaro» e inventan el Movimiento de una supuesta participación popular en el entendido que ellos son los «cuadros de la revolución y punto». En realidad no son cuadros políticos, sino cuadrados con pata.
En ese momento precisaban un Dorticós y vieron en Sartou el hombre indicado, el abogado defensor que cuando opina aunque nadie coincida, se le hace un reportaje para tener una opinión diferenciada.
Sartou al final se fue de ahí, porque no era ningún tonto y no le hacía gracia, que como a Dorticós, lo suiciden.
Comienza entonces a darse un fenómeno raro en la política uruguaya. Un blanko, gauchi político martin fierrista, con cierto aroma a la Patria Vieja y un aire al pueblo reunido y armado de los Cabildos abiertos, logra hacerse querer por sectores importantes de la base de partido colorado y la soldadesca.
Cosa curiosa que usando la retórica de los tiempos de Timoteo Aparicio, la base social del partido colorado se sintiera identificada con alguien así.
Empiezan merced a ese hombre a tener un crecimiento espectacular en política, al punto que en 2004, la mayoría del Frente Amplio era del MPP y sin embargo, más allá de algún Ministerio, la logia de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, no les da ni el saludo.
Nin Novoa por ejemplo, se burlaba de Mujica y decía «A ese no le tengo miedo», porque lo veía como un patrón de estancia, haciendo el trabajo sucio.
En la otra elección gana José Mujica cortamo pa” la salida y entonces se vengan del partido socialista y no le dan ningún cargo en términos absolutos. Tienen empero que fumarse a Danilo Astori, porque si no, la embajada americana los derroca.
Hoy por hoy, como diría Roberto Barry, «andan como a caballo que le quitan el reparto» y no falta quien, al ver que Vázquez tenga la votación que tenga, los va a ignorar completamente, quieran votar en blanko.
Pucha digo: No quiero ni pensar el proceso de acumulación de fuerzas, con Marenales a la cabeza, camino al socialismo autogestionario, que se ha de iniciar, después de 2015.
Lo que quiere decir que ya nadie más escuchaba a Osiris Rodríguez Castillo, ni le reclamaba A la Huella a Numa Moraes.
Como decía el bueno de Carlitos Real de Azúa, los tupamaros no es que fueran delincuentes comunes, como los acusaba la prensa de la época que se negaba a admitir el delito político, sino que hacían política con armas.
Abelardo Ramos por ejemplo, los acusa de dejar las armas de la crítica y pasar a la crítica de las armas. Jacques Bergier, que si bien estaba contra la liberación de Argelia y supo con buen tino alinearse con el gobierno frances contra el Frente Argelino de Liberación, cuando los critica desde Francia a los tupamaros, los rezonga como un viejo partisano que le indigna tanta torpeza, para tanto idealismo absurdo.
El mismo Fidel Castro Ruiz en las clases de entrenamiento guerrillero que daba en Cuba en aquellos años, cuando se dirigía a los tupamaros que estaban ahí, movía la mano enojado y decía, «Esto lo digo para cualquier lado, menos para el Cono Sur, que no es área de guerra».
Les reprochaba una cosa muy simple: «Si usted quiere matar a Juan, mata a Juan y se deja de embromar. No mata al mucamo de Juan o el perro de Juan».
Fidel en eso la tenía clara, las condiciones objetivas no se crean, ni se dan. Cuba es una cosa excepcionalísima e irreproducible a nivel planetario y digan lo que digan los manuales soviéticos, si no existe la condición subjetiva: organización, dirección, conciencia, programa y voluntad, sencillamente, no va la cosa.
Ellos no entendían estas razones, porque estaban convencidos que el capitalismo se iba al diablo en el Uruguay y que las cloacas eran la Sierra Maestra de la cobertura logística para pelear, algo así como el Chalatenango para el Frente Farabundo Martí en El Salvador.
Estaban locos de atar, al punto que muchos cuando caían presos, se sentían mejor, porque se terminaba esa responsabilidad delirante que se habían auto adjudicado a sí mismos, sin que nadie se los pidiera.
En la naca se inicia la así llamada «tregua armada»; creían que el Ejército los iba a respetar como un soldado enemigo respeta a otro en función del Tratado de Ginebra y se llevaron una sorpresa desagradable: Los denigraron.
Muchos eran incurables, era largarlos y volvían a la carga, otros empezaron a tener Síndrome de Estocolmo, como Huidobro, ahora.
Cualquiera que lea a Zabalza, que es heredero de la «pureza tupamara», puede constatar que ellos no estaban de acuerdo, ni con el Frente Amplio y mucho menos con Seregni, pese a que la guardia personal del General estaba compuesta por tupamaros.
Cuando largan a Seregni, el hombre no los quería ni regalados y ante la presión de los canales de televisión y ciertas figuras importantes «de la buguechía criolla», el General, siempre sensible a la opinión del partido colorado, saca la brillante conclusión de que era mejor tenerlos adentro que afuera, porque iban a crear un polo de izquierda no frentista que conspiraba contra «la uniá».
Ellos, en ese momento querían «masa», «brazo político» y no quedar expuestos a ser «el blanco predilecto de la repre».
Cuando entran en el Frente nadie les daba ni el saludo, ni siquiera los antiguos grupúsculos que los apoyaron hasta el golpe de Estado.
Ante eso, deciden crear un Frente dentro del Frente, verdadero paraguas protector, para sacarse el baldonazo de la palabra «tupamaro» e inventan el Movimiento de una supuesta participación popular en el entendido que ellos son los «cuadros de la revolución y punto». En realidad no son cuadros políticos, sino cuadrados con pata.
En ese momento precisaban un Dorticós y vieron en Sartou el hombre indicado, el abogado defensor que cuando opina aunque nadie coincida, se le hace un reportaje para tener una opinión diferenciada.
Sartou al final se fue de ahí, porque no era ningún tonto y no le hacía gracia, que como a Dorticós, lo suiciden.
Comienza entonces a darse un fenómeno raro en la política uruguaya. Un blanko, gauchi político martin fierrista, con cierto aroma a la Patria Vieja y un aire al pueblo reunido y armado de los Cabildos abiertos, logra hacerse querer por sectores importantes de la base de partido colorado y la soldadesca.
Cosa curiosa que usando la retórica de los tiempos de Timoteo Aparicio, la base social del partido colorado se sintiera identificada con alguien así.
Empiezan merced a ese hombre a tener un crecimiento espectacular en política, al punto que en 2004, la mayoría del Frente Amplio era del MPP y sin embargo, más allá de algún Ministerio, la logia de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, no les da ni el saludo.
Nin Novoa por ejemplo, se burlaba de Mujica y decía «A ese no le tengo miedo», porque lo veía como un patrón de estancia, haciendo el trabajo sucio.
En la otra elección gana José Mujica cortamo pa” la salida y entonces se vengan del partido socialista y no le dan ningún cargo en términos absolutos. Tienen empero que fumarse a Danilo Astori, porque si no, la embajada americana los derroca.
Hoy por hoy, como diría Roberto Barry, «andan como a caballo que le quitan el reparto» y no falta quien, al ver que Vázquez tenga la votación que tenga, los va a ignorar completamente, quieran votar en blanko.
Pucha digo: No quiero ni pensar el proceso de acumulación de fuerzas, con Marenales a la cabeza, camino al socialismo autogestionario, que se ha de iniciar, después de 2015.
No lo pueden ni ver a Numa
porque se hizo comunista orgánico a lo Antonio Gramsci .
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Le quitaron el saludo a Osiris Rodríguez Castillo
porque siempre fue blanco y nacionalista y él se refería
a los tupamaros de Artigas, no a estos.
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