“Cuando el poder ya no es creíble,
hay que seguir mintiendo.
No hay más remedio”
Nicolás Machiavello.
Se
le dice “clase media”, por defecto, como
se le dice también gillete al presto barba, aunque sea de cualquier marca menos
de Gillete.
En
rigor, la clase media es cualquier cosa, menos una clase social en el sentido
maw weberiano del término, puesto que
para ser una clase social se necesita estar expuesto a los procesos de
movilidad ascendente y descendente.
La
así llamada “clase media” si bien se comporta como un estrato, tampoco lo es
propiamente dicho, porque en el Nuevo Mundo no vivimos en sociedades
estamentarias, sino antes bien, signadas por una intensa movilidad social.
¡Qué
tiene que ver el profesional universitario, con la dueña de una tienda, el
dueño de un bar, el estudiante, el funcionario público y el empleado bancario!
Estamos
más bien en presencia de una capa, larvaria y dependiente, que levanta cabeza
en las épocas de cambio tecnológico, hasta que la concentración del capital los
obliga a batirse en retirada.
El
Uruguay se vio a si mismo siempre como un país de capas medias, aunque hubieran
enormes inequidades sociales y eso es así, por la ardua y trabajosa
arquitectura jurídica que supo darse en discusiones interminables, hasta alcanzar
acuerdos consensuados en prácticamente, todos los temas.
Se
suele identificar todo esto diciendo “el Uruguay batllista” y se pierde de
vista, que nunca existió el país de un solo partido. Uruguay, aunque mirando
sus costas parezca una isla, no es Cuba en donde un partido único gobierna.
También
se suele perder de vista que nuestro país logró una cosa en la Cuenca del Plata, porque
fue prematuro y alcanzó su cohonestación mucho antes de la guerra del 14’. Lo que Hipólito Yrigoyen
no pudo hacer en la Argentina,
sí se pudo realizar en nuestro país.
A
partir de 2005 esta gente que hoy nos gobierna, vino a destruir la identidad
del Uruguay.
Apelaron
para tal fin a tres cosas fundamentales: La estupidez colectiva de gente que les
acepta lo que a otros no le permite, el Okey ya sabemos de quien y la
exoneración impositiva a las pasteras, la minería y los emprendimientos de gran
porte.
Sobre
esa base y en ancas de la quintuplicación del precio de la soja, contra lo primero
que la emprendieron, es con los estratos medios de la población, liquidando por
esa vía con el ahorro interno.
Van
por más, no se detienen. Ahora recién descubrieron que el 60 por ciento de la
población es “clase media” y salen a mentir.
Tienen
pensado una medicina de caballo, contra los nabos de siempre, los
contribuyentes.
Se
les nota en la cara, en la risa falsa, en el aplauso hipócrita.
Si
por el imperdonable delito de decir estas cosas, hay que pagar un precio alto,
quiere decir que muchas cosas andan mal en nuestro país.
Tiempos
hay para cada cosa, dice el Eclesiastés, tiempos para quedarse solo también.