sábado, 23 de agosto de 2014

¡Qué pobreza franciscana! ¡Qué orfandad teórica!

       Decía una vez Marina Arismendi, algo que me desconsórto,  como dijera Capablanca, porque era como para romperle el or….den, es lo que le falta…
       Nunca creí que un partido allí adentro fuera, no sólo el dueño de la batuta, sino también, de la psicología popular de todo un pueblo.
        Dijo la hija de Arismendi, algo aproximadamente, así: “Antes, los comunistas, pensaban de una manera y el resto de la izquierda pensaba de otra, ahora por suerte, los frenteamplistas en su conjunto, piensan igual que nosotros los comunistas. Es algo de lo que me congratulo”.
       En clave comunista lo que quiso decir es esto: Antes en la izquierda eran miserables eseristas, mencheviques, social demócratas y trotkistas contrarrevolucionarios, ahora por suerte, son todos estalinianos.
       Como diría Capablanca, “A mi prima Cecibuta, casi le rompen el cu…, culpa la tiene mi nieta….”
       Quiere decir que ideosincráticamente considerado, ser del Frente es psicológicamente, algo muy parecido a ser comunista, pero sin darse cuenta de ese hecho.
       Fenómeno político interesante, que a más de uno inquieta por mantener, conservar y perpetuar, porque hasta un topo como Seregni, se hubiera sentido ofendido con esas declaraciones.
       Si esto se hubiera dicho en tiempos de sereni, la Bella Durmiente hubiera dejado de pagar en corona Sueca, especies y papel y la ruta Vladivostok, Santiago, Montevideo se hubiera complicado mucho, porque los rusos querían cabeza de playa en el Uruguay y más nada.
       ¡Te acordás hermano qué tiempos aquellos, no se conocía merca, ni falopa, los muchachos de antes, en corona sueca, papel y en especies!
       Hasta sectores de la comunidad israelí cayeron en el engrupe. Los tapados eran todos exportadores, importadores  y el Secretario General del partido comunista, el representante político, el nexo, el contacto con la Embajada Soviética y sus durmientes del KGB.
       Eran los tiempos en donde el defensor del Estado de Israel era León Trotsky y como decía Eugenio Gómez, Arismendi era un trotkista oportunista.
       Era la época de Ben Gurión y Golda Meir. ¡Qué lindo leer la historia del partido comunista internacional en hebreo! ¿Verdad?
       El que sabe mucho de esa época es Rosencof.
       Resulta que en un momento la hija de aquel experto en Lenin y más nada, dice muy suelta de cuerpo, una verdad que salta a la vista de afuera, pero que es importante que alguien la reconozca de allí adentro: Todo el Frente Amplio era un Fidel Ampliado, un paraguas protector para enfrentar el “anticomunismo”, como si “anticomunismo”, fuera lo mismo que “antisemitismo”.
       Ser anticomunista es estar contra una forma de pensar, en cambio ser antisemita, es estar contra todo un pueblo. No es lo mismo aserrín que pan rayado. No es lo mismo una tetaza que un té de taza, ni es lo mismo tubérculo, que ver tú culo.
       ¡Agua de beber camará!
       Nunca entendí que pudo haber ocurrido, porque aquel Frente no era antisemita, al contrario estaba con Ben Gurión y Golda Meir y muchos iban a los kibuts a hacer trabajo solidario. Tampoco los entendía a ellos, porque eran flor de socialistas allá y flor de capitalistas aquí.
       Hoy, los comunistas uruguayos se quejan del anticomunismo como si fuera lo mismo que el antisemitismo y resulta que son enemigos del Estado de Israel. Tampoco los entiendo.
         Siempre fueron así los comunistas uruguayos. Piden por una sociedad inclusiva y abarcativa, y no encuentran nada mejor que hacer lucha de clases en un país en donde las clases no están bien definidas y lo que uno ve es clase media baja y media alta.
       Obraron en todos los temas de la misma manera: Piden la palabra, pero no la dan. Agreden un día sí y otro también, pero exigen respeto. Acusan a todo el mundo de vendido a algo y votan cualquier cosa por disciplina partidaria.
       Resuelven los conflictos políticos que tienen a los cadenazos, los piñazos y a los gritos y trompadas, y después llaman a un diálogo patriótico en los términos que a ellos les conviene.
       Buscan cooptar canivalezcamente cualquier blanco o colorado, para salir a decir que están ganando y después entran a los pellizcones entre ellos, para que nadie se ría del pobre imbécil.
       Son como una secta extra sindical, sub informada en todos los temas y con una visión prejuiciosa y sesgada de cada cosa.
       Eso sí, cuando le atacan al partido es cuando se arma el tole, tole.
        “El Partido –con mayúscula-, es puro, es bueno y me trasciende. Con el Partido soy todo, todo, sin el Partido, nada, nada”, decía Pablo Neruda.
       Ya no es época de Club de Bochas, grapa o grappa y “El Popular me dice”, la República está pa’l mango y no les puede dar lo que necesitan.
       Cuando la caída del socialismo real, uno creyó que todo aquel andamiaje de mentira ideológica se terminaba, pero resulta que no. Venimos a descubrir que muchos seguían siendo comunistas por una cuestión de piel, de identidad, de afectos, de pertenencia, de muchos años de secretario del secretario del secretario del Secretario General.
       Decía Esteban Valenti una cosa que es verdad. El comunismo sufre una crisis terminal, en tres niveles diferentes, pero complementarios entre ellos.
1)  Nadie, en ningún lugar del mundo lo reivindica, más allá de sus crímenes y atrocidades, como diciendo que pese a todo eso malo, dejó algo bueno.
No se le ve nada positivo al pago en especies y al racionamiento alimenticio, como precio a pagar, como mal necesario, para crear las bases de una sociedad más justa.
Nadie muere por males necesarios y si ha de morir ha de ser por cosas que de vivir, merezcan ser vividas.

2)    En ninguna parte, en donde hay elecciones democráticas gana y si lo hace, para triunfar tiene que disfrazarse de social democratismo. Con sus ideas intactas, no puede convencer a nadie, en ningún lugar del Planeta.
Esteban Valenti sabe bien como son las cosas porque ese era el drama de Berlinger en el Eurocomunismo italiano. Berlinger decía cosas que están bien, pero que en un hombre como él, siempre a la izquierda de su partido, no eran creíbles para nadie.
  Terminó de Alcalde, para demostrar que lo de él, era genuino.

3)    Cuando cae el comunismo, nadie lo lamenta, ni lo llora y al contrario, como en el tango de Gardel, en ese Cuesta Abajo, todos sienten, la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
  Todos prefieren lo malo que viene, a lo terrible que dejan atrás.
  Yugoslavia fue un laboratorio, de la crisis del comunismo.
  En el único recoveco del globo terráqueo, donde no se dieron cuenta de eso, es aquí, en el Uruguay, porque como decía Casartelli, resulta que “no están en condiciones de evaluar lo que allí, tan lejos ocurrió”.
  ¡Sensacional, van a inventar el comunismo que no existió en ningún lado!

  Si el malo de Esteban Valenti –que por otra parte es una máquina de no querer sacar las conclusiones, que devienen de sus propias premisas-, según Pedro Balbi, se llevó la ideología entre camionetas, mano de obra esclava, locales y ainda mais, y por ende tiene la culpa de todo, digo yo ¡Qué pobreza franciscana! ¡Qué orfandad teórica hay que tener para ser comunista!


¡Agua de beber, camará!