A
diferencia de otras que son pasivas y participan
poco, ella es una activista.
Allí adentro es una mujer fundacional,
lo que llaman el histórico.
Es tan feminista que después de luchar
muchísimo contra la dictadura participa en el Plenario de Mujeres del Uruguay (PLEMU),
organización tan autónoma de mujeres, que hacía lo que se le daba la real gana
con la excusa de luchar por los Derechos Humanos. También, fue fundadora e
integrante de la Concertación Nacional de Mujeres del Uruguay en 1985, no sea
cosa que a la mujer uruguaya le lleguen a retacear el más mínimo derecho.
En
los años 90’, la Vertiente Artiguista le enseñó mucha cosa importante sobre el
espacio político y con fino olfato, elección tras elección, descubrían un poro
político nuevo.
Durante
los espantosos y neo liberales años 90’, fue electa diputada en el período
90-95, cargo al que renuncia y haciendo un sacrificio prefiere ser edil del
primer gobierno frenteamplista en Montevideo, juntito al entonces intendente
Tabaré Vázquez. También, como quien no quiere la cosa, fue Presidenta de dicha
junta entre 1991 y 1996. Quiere decir que es parte de ese equipo de intimistas que tiene Tabaré Ramón Vázquez Rosas.
No
vamos a decir qué bueno, tampoco que bruto, pero el hecho es que ser edil fue
todo un enorme sacrificio para ella.
En
1999 es nuevamente electa diputada, y esta vez asume su banca para el periodo
2000-2005. Cuando la devaluación de agosto de 2002 estaba en el corralito,
porque lo que tiene en el banco es mucha platita.
Como
es una mujer que no hace de la política una cuestión ni central, ni puntual y
por eso no es muy conocida por la gente, es nuevamente reelecta para el periodo
2005-2010.
Cuando
Mariano Arana se desempeñaba como Ministro de Vivienda, ella ocupaba su lugar
en el Senado. Se volvió titular cuando Enrique Rubio pasó a ocupar la
presidencia de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.
Como
cualquiera puede apreciar es una figura que resume todos estos años, tanto de
antes, durante y después de la dictadura y que llega hasta la fecha, sin haber
dejado cabito sin desollar en el proceso político uruguayo de la historia
reciente.
La
opinión de ella no se la puede ver como la opinión de cualquiera.
En
las recientes elecciones internas, nada menos que Margarita Percovich, acusa a Tabaré
Vázquez de tener un estilo de predicador, de no convocar a nada nuevo ni
entusiasmar a la militancia y los votantes.
Si
lo dijera Constanza Moreira cualquiera diría que es una envidiosa del líder
máximo que busca protagonismo, pero que lo diga una figura consolidada y con la
trayectoria de Margarita Percovich, está indicando otra cosa, otra realidad.
No
es que Margarita Percovich sea mejor políticamente, sino sencillamente, que lo
que representa allí adentro por su historia, al decir eso, tiene otro carácter
en lo que afirma.
No
está en una nube de pedos largando perdigonadas como Mónica Xavier, ni globos
sonda de politóloga extra terrestre a lo Constanza Moreira, está expresando un malestar muy profundo en
aquellos sectores que financian al Frente Amplio, porque nadie apuesta en
política, a caballo perdedor.
Además
hoy ya no es legisladora, de modo que tampoco se lo puede ver como la opinión
de aquella que medra por debajo del paño para ocupar posiciones de poder, como
Constanza Moreira, ni como la otra que quiere sentarse en la dirección del
Frente y en el Senado, todo junto a la vez.
Sostuvo,
nada menos que en las internas -que se sobreentiende que tienen que ser lo
menos hiriente posibles-, (porque después tienen que votar todos juntos), que muchos
dirigentes frenteamplistas parecen no reparar "en la equivocación de haber apostado por un candidato que no
convoca a nada nuevo", en clara alusión a Vázquez.
Margarita
Percovich no puede apoyar a un hombre como Descartes, que duda de todo
metódicamente.
Ella quiere
por lo menos, algo un poco más serio.