domingo, 3 de agosto de 2014

Hay gente en política, que no tiene la más mínima autoridad moral en nada.

       Tabaré Ramón Vázquez Rosas es de las pocas figuras que conoce nuestra historia política, que no tiene autoridad moral en absolutamente, ningún tema.
       No tenía ni un solo conocido político en el Parlamento y gracias a Lacalle padre pudo entrar en la vida política uruguaya.
       Nadie le daba ni el saludo y fue Lacalle el que se apiadó de él. Al punto que en la campaña electoral pasada, no quiso volcar su prédica contra él, pese a que le hicieron la vida imposible por todos lados.
       En los años 90’ cuando Lacalle gobernaba, Vázquez era Intendente de la Capital y pudo, al final, ponerle nafta al auto. No supo hacer otra cosa que aumentar los tributos municipales y los basurales. Se la dieron con 14 millones de dólares de superávit y la dejó  con pérdida. De ese entonces a la fecha, Montevideo es la ciudad más cara y más sucia de todo el país.
       Lo que le duele a Vázquez de los años 90’ no son las estupideces que lanza; lo que realmente le afecta es la caída del socialismo real a nivel mundial, porque él, en ese entonces era socialista orgánico y ellos sentían vergüenza de decirse socialistas. La sola palabrita socialismo les generaba problemas y salieron a decir que no eran frenteamplistas, ni frentistas, casi sí, casi no Cassinoni, eran encuentristas. El lema Frente Amplio era ahora Frente Amplio-Nueva Mayoría, porque quería representar el post frentismo que devenía del fin del socialismo real.
       ¡No se dan cuenta que Vázquez y compañía, son lo último!
       Sería un suicidio político discutir para él, por eso tira verdes para recoger maduras. Quiere ponerse de víctima, que es lo único que sabe hacer, para seguir sin asumir sus responsabilidades.
       En los años 90’ el Mercosur funcionaba. El Uruguay no conocía esta ola de delincuencia. Es mentira que la gente haya ido a parar a zonas marginales, porque los alquileres de la Costa de Oro bajaron de precio y fueron a vivir a regios chalets. El sueldo alcanzaba para llegar a fin de mes, el Uruguay empezaba por primera vez a adquirir computadoras y modernizar la administración pública. Los productos electrónicos que comenzaron a venir, estaban accesibles al bolsillo del común de la gente. Las jubilaciones gracias al proyecto que hizo Lacalle con Ortiz aumentaron. No existía ese Consejo salarismo neo batllista para medrar meneando el rabito de filisteo y hacer corporativismo barato.
       En pleno colapso de la economía argentina, llegaron 300 mil turistas de ese país desbordando la capacidad de alojamiento que tenemos aquí. La juventud era sana y se divertía.
       Estamos hablando de un momento en donde el Plan Austral de Alfonsín se había ido al diablo y Argentina pasaba por un mal momento con 2 millones de profesionales que se fueron y muchedumbres lanzadas al cono urbano.
       Lacalle además agarró un tremendo déficit fiscal y con una Argentina que se hundía y un Brasil más competitivo, supo con sabiduría gobernar.
       No le dejaron hacer nada.
       El partido colorado no estuvo a la altura de sus responsabilidades, tampoco.
       Para criticar a Lacalle hay que tener mucha autoridad moral en política.
       Enanos mentales como Vázquez y compañía todo lo que largan contra Lacalle los condena, porque ellos también eran parte del gobierno o alguien cree que se puede estar en la Intendencia de la Capital del país y ser una figura marginal en el elenco gubernamental aunque se sea de otro partido.
       Salamín, salamín con pan, límpiate la boca antes de decir algo del Cuqui.
       Todos sabemos muy bien, que con los blancos se vive mejor.