domingo, 27 de julio de 2014

Cambio tecnológico y cambio político

       Desde que iba al liceo me atomizaron aquellos profesores que tuve, explicando minuciosamente que cuando cambian las condiciones materiales, cambia también, todo el edificio cultural, jurídico y político.
       Yo pensaba que el espíritu sopla donde quiere, pero ellos enseñaban hasta la minucia, la relación causativa que existe entre la economía, el modo de producir tecnológico y la vida espiritual de la gente.
       Pude por ejemplo enterarme de algo que me resultó novedoso: como era el hecho de que los antropólogos cuando estudian una tribu de indígenas, lo primero que analizan es el tipo de alimentación, porque la ingesta, tiene una relación directa con sus creencias religiosas. Tomando a Desmond Morris como eje que vertebra una forma de observar, al parecer el hombre es un animal que a duras penas logra caminar en dos patas y todavía no conquistó la posición erecta.
       Para un cambio genético en la especie se necesita una alimentación mucho más variada. Eso, decían, es algo científicamente demostrado.
       La época fue así: lo inferior explicaba lo superior. El sótano da el fundamento de la azotea, la perversión sexual es el hormigón armado del amor,  la economía el soporte de la literatura, el tipo de alimentación la trama básica de la fe religiosa, la promiscuidad familiar, una consecuencia del desalojo, la moral condena lo que la historia condena y todo así, siempre lo bajo era para ellos, el sostén de lo alto.
       Todos sabemos que como es arriba es abajo y viceversa, de modo que no se ve la razón por la cual tiene que ser el subsuelo lo que permita comprender la terraza, pero más allá de eso, es indudable, que todo tiene algo que ver con todo.
       No estoy diciendo que el cambio tecnológico determine eo ipso un cambio político inmediato, pero es indudable que a medida que la tecnología avanza, hasta la forma de votar en el Parlamento termina cambiando.
       Cuando uno observa en el Uruguay actual, que cierta fuerza política, todo lo que analiza lo mira desde una supuesta moral del pobre, y no se dio cuenta que los que tienen que acceder a los bienes de cultura son precisamente ellos y no los jubilados, es dable pensar varias cosas: o Juan XXIII metió la pata hasta el cuadril, cuando pidió la opción preferencial por los pobres o nació allí un caballito de batalla para el más bajo filisteísmo moral, jamás visto en la historia de la humanidad, que consiste en medrar con la desgracia ajena, para ocupar cargos políticos y enriquecerse.
       Aquí no corren las “autocríticas”  al estilo Olesker. No alcanza con que la justicia proceda contra los corruptos, deben serle congeladas sus cuentas corrientes y ese dinero reintegrado a la sociedad.
       Más allá de eso, el cambio tecnológico está llamado a cambiar la legislación vigente. Cualquiera que se tome la molestia en leer algo de Derecho Informático comprende inmediatamente, que existe un área inmensa de desafíos nuevos, que eran impensables en otro tiempo.
       Un partido moderno hoy en día, es en principio una fuerza política de hombres competentes para intervenir en la realidad institucional de nuestro tiempo, acompañar el cambio tecnológico, gradualizarlo donde es necesario, evitar sus excesos y darle tiempo a la gente que está inmersa en él, para poder acompasar las cosas sin quedar desfasado.
       El cambio tecnológico, tiene que ser sentido como un bien común, y no como un favor muy grande, que un señor magnánimo y buenísimo, le hace a los demás.
       Como decía José Pedro Varela, la educación del pueblo es querible, cuando veo que otro con ella, sale a flote en la vida.
       La educación no es un adorno que llevamos en la cabeza, es por el contrario eso, con lo que nos ganamos la vida.
       Varela fue Ministro de Educación de Latorre, porque ese era el momento de enseñar: En el preciso instante que Inglaterra vertebraba al Uruguay con los ferrocarriles, había que formar gente calificada para trabajar y reparar máquinas allí y el Estado uruguayo daba educación gratuita, como manera de seguir captando inversiones británicas.
       Varela a diferencia de Sarmiento, con quien se terminó peleando, no quería civilizar a los garrotazos; Quería que los bienes de cultura fueran queribles por la gente y por eso crea los amigos de la educación popular, porque sabía que la idea cuando es correcta, da al final con las formas materiales para su realización.
       No se puso a vender la piel del oso antes de cazarlo, antes bien, busco entrenar a los entrenadores de cazador.
       Con las nuevas tecnologías ocurre algo similar; el estado carga con el costo de dar cursos gratis, porque también le sirve a los fabricantes que gracias a eso, venden más las nuevas tecnologías.
       No es un gasto, es una inversión, que el Estado hace hacia adentro de sus funcionarios y no tirando manteca al techo, para un sindicalismo totalmente, desquiciado y desubicado.
       Hoy las nuevas tecnologías permiten que una persona que está desocupada o que a la edad en que fue despedida le cuesta conseguir trabajo, pueda tele trabajar, hacer páginas Web, diseño gráfico, llevar la contabilidad o lo que sea, que por otra parte es amplísima la cantidad de cosas que se pueden hacer.
       El único lugar en donde no se dieron cuenta de eso, no hace falta decirlo, porque está muy claro dónde es.
       Hoy el socialismo es obsoleto por muchas causas, que en otros post voy a analizar, pero aquí se lo ve con perfecta nitidez.
       Se puede hoy ser veterano y ganarse la vida con tanta solvencia como puede tener alguien más joven. Es además falso, que las nuevas tecnologías estén pensadas exclusivamente para este o aquel. Lo que sí resulta claro y eso lo veo con mis padres, que a los 80 años a la persona le es muy difícil agarrarle la onda a cosas que para uno son elementales y no es porque no sean inteligentes, sino porque vienen de un esquema fordista, con enseñanza taylorista y un concepto de la división del trabajo, que ya no existe más.
       Si con esa mentalidad cierta gente quiere gobernar, evidentemente, el Uruguay es un país condenado de antemano y perderemos el siglo XXI.