Decirle a Luis que se retire del balotage, es no solo un atrevimiento insostenible, sino parte de la mentalidad con que piensa esta gente gobernar. Cuando no pueden escupir del plato donde comen o echarle la culpa al otro, o acusar a los de antes de 2005, se ponen a decirle a los demás lo que tienen que hacer. A mi me rompieron la máquina dos veces, me pinchan el blogger, me sacan los artículos de lugar, me desconectan de youtube los videos musicales que pongo, hasta me quisieron recluir. Me tocan timbre en mi casa todos los días, queriendo que afile los cuchillos. A la segunda vez que voy a un bar o restaurante me atienden mal ex profeso, porque por detrás sobornaron a los mozos y el cajero para que me corran. Me niegan la servidumbre de paso cuando voy a un boliche bailable. Incluso cooptaron a lo que creía que era mi mejor amigo, para que me apuñalara por la espalda miserablemente, delante de mis padres ancianos y con principio de mal de Parkinson. Si creen que les tengo miedo, se equivocan de cabo a rabo, porque eso que hacen contra mí, si el partido nacional pierde, lo van a hacer contra ustedes mismos. Se están destruyendo y quieren destruirse en nosotros. No lo permitiremos.
Cuando uno entiende que en política no hay puntada sin hilo y observa las leyes que se van aprobando, las declaraciones que se hacen, las personas que se ponen en los diversos cargos de particular confianza política, la primer conclusión que es dable extraer, refiere a la filosofía con que esa gestión ha de manejar la cosa pública.
Lo que se dice en una campaña electoral tiene importancia y no es una cuestión menor, porque el que gana diciendo una cosa y después hace otra bien distinta, si bien es cierto que está en su derecho de aplicar la filosofía de gobierno que le parezca -siempre y cuando gobierne con la Constitución-, el haberle mentido a la gente no es un dato menor.
Otros perdieron la elección por decir lo que realmente pensaban, son “la gilada”.
Se dirá, para quienes lo vemos de afuera, problema de ellos y es verdad, hasta un punto; hasta el preciso instante en que como no pueden gobernar, ni teniendo mayoría, quieren encajarnos a los demás, su disciplina interna.
El Uruguay es un país muy chico, somos apenas 3 millones de habitantes y a nivel mundial, cuando captaron con perfecta nitidez la descompostura ideológica y la diarrea política que estos dos últimos gobiernos expresan claramente, extrajeron una sola conclusión: Uruguay, país ideal para hacer un experimento.
Si sale bien, es un ejemplo y si sale mal no importa, son 3 millones de habitantes.
Cuba, por ejemplo, es un experimento, el Uruguay parece una isla y puede que termine siendo también, un laboratorio.
No falta quien diga Fidel, seguro, a los bolches dales duro.
Los experimentos se hacen cuando hay fuerzas internas allí, que olvidan sus deberes esenciales y queman las naves hasta llevar las cosas al punto de no retorno. Se abroquelan en la impoluta camiseta política que tienen y la emprenden contra todos los otros.
Son los uruguayos de primera, los buenos, los puros, los que representan otra manera de ser.
Es algo que está como sobreentendido.
¡Naturalmente…! ¿Verdad?
Aquí es donde arranca el gatillazo que habilita la carrera de los filibusteros. Dieron con el tonto maravilloso que los vota incondicionalmente, y salen a tomarle el pelo a todo el mundo.
Lo primero es lo primero.
Principios quieren las cosas, dice un viejo refrán español.
Se necesita ayuda exterior y entonces al salir del Uruguay se vuelven de pronto, inopinadamente, defensores de la tradición de estabilidad que nuestro país siempre tuvo. Eso sí, al volver, salen a insultar a los partidos fundacionales, que hicieron esa estabilidad. Les gusta el prestigio que tiene el Uruguay en el mundo, pero no les hace ninguna gracia, hacer lo que hay que hacer, para tener ese prestigio.
Es lo primero. Hacerle creer a los organismos internacionales que son continuadores y defensores acérrimos de la estabilidad macro económica con que se ha venido desde siempre gobernando. Como tienen gente cautiva que no les critica absolutamente nada, ni siquiera lo que hasta ayer combatía, todo les viene bien para decir que es idea de ellos.
Chupan ideas de cualquier lado y las promueven como propias, mientras desautorizan públicamente a los partidos fundacionales que las promueven. Le dicen que no a un Proyecto de Ley que presenta un diputado de la oposición, y después lo entran como propio.
Subidos a este caballo del Apocalipsis la emprenden contra la base social de los partidos fundacionales. No quieren dialogar con los dirigentes en el Parlamento, sino con la gente que los votó, hasta que dan con una dura realidad: en política a nadie le gusta que le anden toqueteando el nido.
Como son distintos se vuelven impredecibles. Son figuras inefables del tipo: ”Acordaté de lo que digo y olvidaté de lo que te dije”.
No pasaneca.
Ni esto, ni lo otro, sino exactamente, todo lo contrario.
Ellos pueden hacer todo, hasta incluso, lo que combatían revolcándose por las calles y empapelando la ciudad.
Estaban jugados a una guerra sin horizonte próximo, ahora empiezan a vivir de mal necesario en mal necesario.
Son etapas ¿Verdad?
Ser impredecible en política, aunque parezca mentira genera popularidad. La gente vive del chimento, los dimes y diretes, la comidilla insustancial de los motivos personales, que siempre están a la orden del día. El inefable, cautiva, seduce, la filigresia se erotiza. Se convierte en un ídolo de Parroquia.
Ahí arrancan los “San Perón”, las “Santa Evita”, los Lugos y sus alrededores.
El que nos lo advierte con todas las letras es el Dante Alighieri.
En el noveno verso del Canto Tercero de su Divina Comedia transcribe el Dante la leyenda que figura inscrita en la entrada misma del Infierno: Lasciate ogni speranza, voi ch’intrate. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! En el Infierno no existen prohibiciones –reservadas de modo natural al mundo de los vivos–, tan sólo avisos, señales, simples sugerencias. Abandonad toda esperanza quienes entráis aquí, se dice; y además se dice en piedra. Eso es grave. Lo que uno dice es el presente más perverso que la divinidad le regaló al hombre, y su designio más terrible. Jamás debe aceptarse un presente de los dioses porque como las cajas chinas, siempre esconde algo añadido –inesperado, desafiante– en su interior. El aviso es una trampa: induce al hombre a comportarse como un dios en una casa que no le pertenece. Se excita el ensueño de la creación y del poder. Una mano maestra abre la puerta a un espejismo malévolo y sarcástico, es el agua no potable en el desierto de la mortalidad irreductible. Más adelante no se podrá deshacer, permanece para siempre y siempre acaba por cumplirse: ahí reside el endiablado mecanismo de la trampa; el abrupto término del sueño y su amargo despertar, el tránsito desde las sombras protectoras, a la luz que hiere sin remedio.
Se nos ha dicho no jurarás en vano y venimos a descubrir que jurar en vano no tiene la más mínima importancia. Se nos debió haber dicho, no soñarás en vano.
Esa es la advertencia que el Dante nos está enseñando, cuando en el tercer círculo ve con nitidez el camino del no retorno.
El Dante llevaba una marca en la cara y la gente cuando lo veía disparaba aterrorizada. Creían que realmente había estado allá abajo en el infierno y no se daban cuenta que cuando el Dante habla del infierno es una simple alegoría, en realidad se refiere a lo que ocurre diariamente, aquí en la tierra.
"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."
Ser
honesto, capaz, culto, trabajador y moverse en un mundo con códigos morales que
están como sobre entendidos en la atmósfera moral, es algo positivo, muy bueno,
deseable. A eso apunta el debe ser de las leyes y la educación y hace a la
matriz de la vida, de un mundo con familias integradas.
Pero
cuando la sociedad entra en un estado de desintegración de las matrices
familiares y la convivencia se convierte en un sálvese quien pueda, ser probo,
estudioso, informado, laborioso y manejarse con valores axiológicos, deja de
ser una mera ingenuidad, para convertirse en algo peligroso que puede salirnos
caro. Es como ponerse a hablar de moral en un prostíbulo o decirle a un
delincuente: “Oiga señor, no se da cuenta que está mal robar”.
No
se puede ser ético entre inmorales y gente descompuesta. Es como llevar en la
frente un cartelito: “Haz el bien sin mirar a quien”.
Esto
no es algo que estoy diciendo ahora por la coyuntura política y social que
vivimos y la tragedia que ya se vislumbra en nuestras vidas, sino algo que
sostuve toda mi vida. El problema del Uruguay no es económico, es moral.
Cuando
la convivencia deja de fundarse en valores y todos se miran de reojo, porque
nadie sabe delante de qué clase de personas estamos, los que han querido poner
los árboles al revés, lograron un objetivo; fragmentaron la sociedad, para
poder medrar, más allá de las candilejas.
De
esa situación no se vuelve más a la normalidad. La desperonización en la
Argentina después de 17 años, no alcanzó sus objetivos, porque lo que ésta
gente plantea, no es lucha de clase, sino guerra de inter clase, entre los
diferentes sectores de los trabajadores. Al estilo Perón, cuando decía “Entre
los hombres de libro y los de zapatilla, me quedo con los de zapatilla, porque
tienen algo más grande que la infamia de los letrados, tienen talento
metafísico”.
Frente
a esta atmósfera moral, todos se hacen la misma pregunta: ¿Quién es usted
detrás de usted mismo? Y la puja distributiva entre intereses difusos –inquilino,
propietario, patrón, empleado, vendedor, comprador-, pone en pie de guerra
corporativa a todo el mundo.
Ya
no importa si el otro me hizo o no me hizo nada: socialmente considerado
representa intereses opuestos al mío. Él tira de una cuerda, yo tiro de la otra
y así sea una excelentísima persona, tengo que combatirlo, es mi enemigo de
inter clase.
Este
es el Uruguay que inició Vázquez y que el villista a la peronista de Mujica
Cordano cristalizó. Es lo que van a profundizar, porque los grandes capitales
que están exonerados impositivamente, son quienes los financian.
Cada
fuerza política es percibida desde afuera y desde adentro de formas diferentes.
Por
ejemplo, uno de afuera percibe a los comunistas como cerrados, dogmáticos, y
sectarios, pero ellos se auto perciben como unitarios, fraternos y luchadores.
El
partido colorado, por ejemplo, se auto percibe como serio, responsable, con
perfil ejecutivo, poco dado a la charla barata y realizativo, sin embargo,
desde afuera se lo ve como estirado, pedante y representante de algún interés
económico muy específico.
El
partido nacional se ve a sí mismo como el partido de la familia integrada, la
tradición, con valores morales y hombres capacitados para la tarea
parlamentaria, empero desde afuera, se lo ve como elitista, cerrado,
representante de lo más rico que hay en el Uruguay.
El
Frente Amplio es la única fuerza política que se pasó la vida jugando con lo
que en sociología se llama estereotipias y vivió en mutación constante,
cambiando de purga en purga, su auto percepción y la manera en que se lo ve.
En
el 71’ se veía como justiciero, en cambio los demás lo miraban como subversivo.
En el 84’ se auto percibía como una pobre víctima propiciatoria de todo lo malo
que hizo la dictadura, en cambio los demás lo miraban como un subversivo
derrotado, con la cola entre las patas. Con Vázquez se miraba a sí mismo como
los primeros cristianos cuando disparaban por las catacumbas y le hacían creer
a la gente que Jesús Cristo era frenteamplista, los demás los miraban como una
manga de malvivientes y de prepotentes ensoberbecidos
Hoy
en día, se auto perciben como los defensores justicieros de los derechos de lo más pobre; de un socialismo diferente, socialismo en un solo país;
los otros en cambio lo ven como un usurpador de los dineros del contribuyente,
que hace asistencialismo sin contraprestación, en una gran cortina de humo,
para robar descaradamente, usando a los pobres como pantalla.
Lo
que ha cambiado fundamentalmente, en la autopercepción frentista de sí mismos,
es que ya no posan de impolutos nicolinizando fassanezcamente a la gente, lo
que significa que hubo un cambio y que la fragmentación que le generaron a la
sociedad uruguaya, de ahora en más la van a tener hacia adentro, no porque sea
un Frente en disputa meramente, sino porque la irracionalidad del votante,
genera impunidad en la dirigencia para hacer lo que quiere.
Le
van a echar las culpas a la falta de mayorías parlamentarias, pero todos sabemos
que un diputado más o menos no tiene nada que ver, cuando una fuerza política
tiene luz verde, porque el votante le firmó un cheque en blanco.
Es
una clara concomitancia del desarrollo político, cuando alguien vino para no
irse más y su gente lo vota en silencio, “porque es un mal necesario”, como el
peronismo en la Argentina, es porque están llamados a entrar en un estado de
mutación liberticida entre ellos mismos.
“Vázquez
al gobierno, Sendic al poder”, parece ser la consigna de la hora, hasta el momento
en que “Tabarecito se va al muere” y viene la masacre interna entre ellos
mismos.
Esa
película ya la vimos en la vecina orilla.
Estar
bien lejos del Frente Amplio es la única forma de sobrevivir en política.