martes, 28 de octubre de 2014

¿Qué significa la rectitud moral y la honradez en los tiempos del Frente Amplio?



        Ser honesto, capaz, culto, trabajador y moverse en un mundo con códigos morales que están como sobre entendidos en la atmósfera moral, es algo positivo, muy bueno, deseable. A eso apunta el debe ser de las leyes y la educación y hace a la matriz de la vida, de un mundo con familias integradas.
        Pero cuando la sociedad entra en un estado de desintegración de las matrices familiares y la convivencia se convierte en un sálvese quien pueda, ser probo, estudioso, informado, laborioso y manejarse con valores axiológicos, deja de ser una mera ingenuidad, para convertirse en algo peligroso que puede salirnos caro. Es como ponerse a hablar de moral en un prostíbulo o decirle a un delincuente: “Oiga señor, no se da cuenta que está mal robar”.
        No se puede ser ético entre inmorales y gente descompuesta. Es como llevar en la frente un cartelito: “Haz el bien sin mirar a quien”.
        Esto no es algo que estoy diciendo ahora por la coyuntura política y social que vivimos y la tragedia que ya se vislumbra en nuestras vidas, sino algo que sostuve toda mi vida. El problema del Uruguay no es económico, es moral.
        Cuando la convivencia deja de fundarse en valores y todos se miran de reojo, porque nadie sabe delante de qué clase de personas estamos, los que han querido poner los árboles al revés, lograron un objetivo; fragmentaron la sociedad, para poder medrar, más allá de las candilejas.
        De esa situación no se vuelve más a la normalidad. La desperonización en la Argentina después de 17 años, no alcanzó sus objetivos, porque lo que ésta gente plantea, no es lucha de clase, sino guerra de inter clase, entre los diferentes sectores de los trabajadores. Al estilo Perón, cuando decía “Entre los hombres de libro y los de zapatilla, me quedo con los de zapatilla, porque tienen algo más grande que la infamia de los letrados, tienen talento metafísico”.
        Frente a esta atmósfera moral, todos se hacen la misma pregunta: ¿Quién es usted detrás de usted mismo? Y la puja distributiva entre intereses difusos –inquilino, propietario, patrón, empleado, vendedor, comprador-, pone en pie de guerra corporativa a todo el mundo.
        Ya no importa si el otro me hizo o no me hizo nada: socialmente considerado representa intereses opuestos al mío. Él tira de una cuerda, yo tiro de la otra y así sea una excelentísima persona, tengo que combatirlo, es mi enemigo de inter clase.
        Este es el Uruguay que inició Vázquez y que el villista a la peronista de Mujica Cordano cristalizó. Es lo que van a profundizar, porque los grandes capitales que están exonerados impositivamente, son quienes los financian.