Cada
fuerza política es percibida desde afuera y desde adentro de formas diferentes.
Por
ejemplo, uno de afuera percibe a los comunistas como cerrados, dogmáticos, y
sectarios, pero ellos se auto perciben como unitarios, fraternos y luchadores.
El
partido colorado, por ejemplo, se auto percibe como serio, responsable, con
perfil ejecutivo, poco dado a la charla barata y realizativo, sin embargo,
desde afuera se lo ve como estirado, pedante y representante de algún interés
económico muy específico.
El
partido nacional se ve a sí mismo como el partido de la familia integrada, la
tradición, con valores morales y hombres capacitados para la tarea
parlamentaria, empero desde afuera, se lo ve como elitista, cerrado,
representante de lo más rico que hay en el Uruguay.
El
Frente Amplio es la única fuerza política que se pasó la vida jugando con lo
que en sociología se llama estereotipias y vivió en mutación constante,
cambiando de purga en purga, su auto percepción y la manera en que se lo ve.
En
el 71’ se veía como justiciero, en cambio los demás lo miraban como subversivo.
En el 84’ se auto percibía como una pobre víctima propiciatoria de todo lo malo
que hizo la dictadura, en cambio los demás lo miraban como un subversivo
derrotado, con la cola entre las patas. Con Vázquez se miraba a sí mismo como
los primeros cristianos cuando disparaban por las catacumbas y le hacían creer
a la gente que Jesús Cristo era frenteamplista, los demás los miraban como una
manga de malvivientes y de prepotentes ensoberbecidos
Hoy
en día, se auto perciben como los defensores justicieros de los derechos de lo más pobre; de un socialismo diferente, socialismo en un solo país;
los otros en cambio lo ven como un usurpador de los dineros del contribuyente,
que hace asistencialismo sin contraprestación, en una gran cortina de humo,
para robar descaradamente, usando a los pobres como pantalla.
Lo
que ha cambiado fundamentalmente, en la autopercepción frentista de sí mismos,
es que ya no posan de impolutos nicolinizando fassanezcamente a la gente, lo
que significa que hubo un cambio y que la fragmentación que le generaron a la
sociedad uruguaya, de ahora en más la van a tener hacia adentro, no porque sea
un Frente en disputa meramente, sino porque la irracionalidad del votante,
genera impunidad en la dirigencia para hacer lo que quiere.
Le
van a echar las culpas a la falta de mayorías parlamentarias, pero todos sabemos
que un diputado más o menos no tiene nada que ver, cuando una fuerza política
tiene luz verde, porque el votante le firmó un cheque en blanco.
Es
una clara concomitancia del desarrollo político, cuando alguien vino para no
irse más y su gente lo vota en silencio, “porque es un mal necesario”, como el
peronismo en la Argentina, es porque están llamados a entrar en un estado de
mutación liberticida entre ellos mismos.
“Vázquez
al gobierno, Sendic al poder”, parece ser la consigna de la hora, hasta el momento
en que “Tabarecito se va al muere” y viene la masacre interna entre ellos
mismos.
Esa
película ya la vimos en la vecina orilla.
Estar
bien lejos del Frente Amplio es la única forma de sobrevivir en política.