viernes, 10 de noviembre de 2017

Cataluña: Solo mientras tanto

          “Somos valencianos, somos españoles, no a los países catalanes”, manifestaban esta consigna en Valencia los españolistas.
          Esto indica la razón por la cual el independentismo catalán es la segunda preocupación de los españoles. Estamos hablando de un país en dónde el 40% de la población habla otro idioma además del castellano.
          Lo dije en otro post: Un fantasma recorre Europa, que hoy no es el comunismo como en los tiempos de Marx, sino el independentismo.
          Están quienes sostienen que España no es un país, es un invento de Isabel la Católica y están quienes sostienen que católico en latín quiere decir universal.
          Lamentablemente, el independentismo catalán sufrirá el escarmiento necesario para evitar otros brotes similares en el resto de Europa.
          Lo interesante de todo esto es que el independentismo catalán no se dirige, ni le importa la opinión pública del resto de España, sino ganar a la opinión mundial. Sin embargo, a los españoles, les pesa la situación que está planteada en Cataluña.
          Se ha dicho, no sin cierta razón que éste conflicto está en la mira de toda Europa, porque de cómo se resuelva es decisivo para el resto de los otros separatismos.
          Los brotes separatistas hay que verlos desde varios ángulos.
          Decía José Bleger, en Psicología de la Conducta, que si una cosa que viene del pasado, sigue existiendo en el presente, no hay que buscar entonces las causas en el ayer, sino en la realidad actual.
          Es evidente, que hay una realidad dada –en el sentido max  weberiano‑, que reproduce generación tras generación, los determinantes de una percepción de falta de libertad, autonomía y desconsideración del poder central. Podrá ser real o imaginario o como dicen algunos, es la consecuencia de la demasiada autonomía que la democracia les fue dando y por eso llegan a esto. Pero sea como sea, algo se repite en el tiempo y tiene causas actuales.
          Es allí en dónde sociólogos, psicólogos y el sistema político tendrá que trabajar para detectar cuál es el factor irritativo que genera el ímpetu independentista. La idiotez emocional está al servicio de alguien que tiene intereses económicos en crearla y fomentarla.  
          Uno de esos factores es el tributario. Tener autonomía impositiva, ya es poder auto gobernarse. Cierto tipo de operadores económicos catalanes –lo que en jerga marxista se diría la burguesía catalana‑, movió el árbol extremando las cosas, para ver si podía recibir más nueces que las que tenía.
          El partido de Carles Puigdemont –el PDeCAT‑, es un partido de derecha, por eso no logran formar ahora una lista única con Podemos, que es de ultra izquierda.
          El gobierno español sabe que si juega al miedo, tiene la batalla perdida, porque los victimiza. Entonces optó por jugar a la desacreditación, ante la misma gente autonomista.
          A su vez el independentismo dejó de jugar al silencio como defensa ‑para no invertir la carga de la prueba‑, y pasar al “arrepentimiento” bajo fianza. Dicen en España juristas entendidos que es lo peor que pudieron haber hecho; más les valía que la carga de la prueba estuviera en manos de quienes los acusan.
          Todo se juega en las elecciones del 21 de diciembre de este año y allí se verá que peso específico tiene cada fuerza.

Sólo mientras tanto, los capitales siguen fugando.