jueves, 9 de noviembre de 2017

Argentina: El duro camino hacia la normalidad


Hoy en la Argentina están todos más tranquilos después del resultado electoral. Un profundo suspiro de alivio se sintió entre todos los promitentes inversores.
 Ahora sí, es posible la gobernabilidad y la previsibilidad en las políticas públicas.
          Muchos argentinos están como cansados de no poder, que Argentina no pueda desarrollarse con los recursos que tiene, cuando a otros les va mejor con mucho menos recursos.
          Pensar en un proyecto cuyo consenso unifique es fundamental para lograr un pacto social, como hicieron todos los países que pasaron por éste proceso.
          Un acuerdo social que comprometa, que auto implique y exija una responsabilidad, como fue el Pacto de la Moncloa, en donde todos los participantes actúan con los dos pies en el plató, y no como hasta ahora, con un pié adentro y otro afuera.
          Sin previsibilidad y garantías jurídicas no hay inversión. La globalización es una realidad y para generar empleos, hay que atraer inversiones y para eso, hay que competir con los vecinos.
          Mejorar la productividad, la competitividad es fundamental, incluso para que los argentinos no se vayan del país.
          Lo que tiene que irse de Argentina no es la gente, sino el trabajo de su gente. No es dándole una patada en el trasero a los mejores argentinos y diciéndoles “Fort Export”, sino exportando el valor agregado de su trabajo.
Los proyectos de inversión tienen que estar trabajados profesionalmente y no con criterios políticos.
Hoy es un mundo altamente tecnificado y la generación de valor agregado es una necesidad. El trabajo ahora es técnico y no extensivo y masivo. Si la corrupción es más importante que el trabajo productivo, muy poco se puede esperar, gobierne quien sea.
          ¡Qué raro, que ahora aparezcan todas juntas las causas de los fallos, sin importar el tiempo político que se está viviendo!
Está faltando que se note que la justicia es realmente independiente.
          No se puede criticar una cosa y después hacer lo mismo.
          Cuando se empieza a especular en lo que hacen o dejan de hacer los otros, se pierde de la representación ante la ciudadanía.
          La inseguridad ciudadana, la indefensión del hombre y la mujer de la calle, implica pelear mucho contra el delito organizado, el narcotráfico. Si Argentina sigue siendo un narco estado, dentro de otros narco estados, muy poco se puede esperar.
No existe el inversor bobo, ingenuo, tonto.
Éste es uno de los temas mayoritariamente preocupantes que tienen enferma a la sociedad argentina, con una angustia fuerte de querer responder a eso y no poder, aunque se hagan cosas.  
Es la impotencia de querer luchar contra el absurdo.
          Existe un tema de carácter sistémico en este asunto.
Hay un orden de cosas que genera esta situación, más allá de quién gobierne.
No se trata de más policía y más armas, si la justicia no funciona.
          Argentina no ha podido avanzar desde la restauración de la democracia hasta ahora, porque no ha existido la prosperidad que debe acompañar a la libertad y el delito es la consecuencia de la degradación social que la economía no ha podido resolver.
          La democracia funciona cuando funciona la economía, cuando todos ven en ella la base de su proyección hacia el futuro. Cuando la sociedad es de movilidad ascendente y descendente y con el trabajo y el esfuerzo se puede salir a flote en la vida.  De lo contrario se pierde el rumbo y se es capaz de vender toda la suma de poder político, por un plato de lentejas.
El hombre entonces, para sobrevivir, niega las razones del vivir.
El totalitarismo es una consecuencia, no solamente del fracaso político de la democracia, como se lo ha estudiado hasta ahora, sino del quiebre económico.
Estas reformas graduales del gobierno son importantes porque destraban el corazón de los temas que impidieron el crecimiento de la inversión.
Eliminar distorsiones, los costos extra laborales, con una mirada pro empleo, pro trabajo es el objetivo fundamental.
Las reformas que busca Macri son esencialmente pro inversión. En los próximos dos años tendrían que disparar y acelerar un conjunto de inversiones. La hoja del balance de los proyectos de inversión comenzará a dispararse.
          El gobierno resigna recursos en materia de impuesto a las ganancias, rediscute el marco federal entre la Provincia y la Nación, se repara injusticias por discriminación, y la idea de que la Nación compense el desbalance que pueda existir en algunas provincias es un muy buen paso para volver a tener un federalismo fiscal.
          Este es un momento de gran oportunidad para invertir en Argentina.
          Hay una realidad muy clara hoy en día. Esta justicia no garantiza la seguridad jurídica que la sociedad y las inversiones exigen, más allá de ésta primavera judicial.
          La justicia cuando es lenta, no es justicia. 
       Tendrán desde su independencia que hacerse un profundo replanteo y ponerse a la altura de las circunstancias históricas. 
          La sociedad exige hoy en día abrirse al mundo, con las reglas de juego internas claras, como pidió Merkel y la evasión de divisas tendrá que ser severamente penalizada, antes de pretender que lleguen divisas del exterior.