Hoy en la Argentina están todos más
tranquilos después del resultado electoral. Un profundo suspiro de alivio se
sintió entre todos los promitentes inversores.
Ahora
sí, es posible la gobernabilidad y la previsibilidad en las políticas públicas.
Muchos argentinos están como cansados
de no poder, que Argentina no pueda desarrollarse con los recursos que tiene,
cuando a otros les va mejor con mucho menos recursos.
Pensar en un proyecto cuyo consenso unifique
es fundamental para lograr un pacto social, como hicieron todos los países que
pasaron por éste proceso.
Un acuerdo social que comprometa, que
auto implique y exija una responsabilidad, como fue el Pacto de la Moncloa, en
donde todos los participantes actúan con los dos pies en el plató, y no como
hasta ahora, con un pié adentro y otro afuera.
Sin previsibilidad y garantías
jurídicas no hay inversión. La globalización es una realidad y para generar
empleos, hay que atraer inversiones y para eso, hay que competir con los
vecinos.
Mejorar la productividad, la
competitividad es fundamental, incluso para que los argentinos no se vayan del
país.
Lo que tiene que irse de Argentina no
es la gente, sino el trabajo de su gente. No es dándole una patada en el
trasero a los mejores argentinos y diciéndoles “Fort Export”, sino exportando
el valor agregado de su trabajo.
Los proyectos de inversión tienen que estar
trabajados profesionalmente y no con criterios políticos.
Hoy es un mundo altamente tecnificado y la
generación de valor agregado es una necesidad. El trabajo ahora es técnico y no
extensivo y masivo. Si la corrupción es más importante que el trabajo
productivo, muy poco se puede esperar, gobierne quien sea.
¡Qué raro, que ahora aparezcan todas juntas
las causas de los fallos, sin importar el tiempo político que se está viviendo!
Está faltando que se note que la justicia es
realmente independiente.
No se puede criticar una cosa y
después hacer lo mismo.
Cuando se empieza a especular en lo
que hacen o dejan de hacer los otros, se pierde de la representación ante la
ciudadanía.
La inseguridad ciudadana, la indefensión
del hombre y la mujer de la calle, implica pelear mucho contra el delito
organizado, el narcotráfico. Si Argentina sigue siendo un narco estado, dentro
de otros narco estados, muy poco se puede esperar.
No existe el inversor bobo, ingenuo, tonto.
Éste es uno de los temas mayoritariamente
preocupantes que tienen enferma a la sociedad argentina, con una angustia fuerte
de querer responder a eso y no poder, aunque se hagan cosas.
Es la impotencia de querer luchar contra el
absurdo.
Existe un tema de carácter sistémico
en este asunto.
Hay un orden de cosas que genera esta
situación, más allá de quién gobierne.
No se trata de más policía y más armas, si la
justicia no funciona.
Argentina no ha podido avanzar desde
la restauración de la democracia hasta ahora, porque no ha existido la
prosperidad que debe acompañar a la libertad y el delito es la consecuencia de
la degradación social que la economía no ha podido resolver.
La democracia funciona cuando funciona
la economía, cuando todos ven en ella la base de su proyección hacia el futuro.
Cuando la sociedad es de movilidad ascendente y descendente y con el trabajo y
el esfuerzo se puede salir a flote en la vida. De lo contrario se pierde el rumbo y se es
capaz de vender toda la suma de poder político, por un plato de lentejas.
El hombre entonces, para sobrevivir, niega
las razones del vivir.
El totalitarismo es una consecuencia, no
solamente del fracaso político de la democracia, como se lo ha estudiado hasta
ahora, sino del quiebre económico.
Estas reformas graduales del gobierno son
importantes porque destraban el corazón de los temas que impidieron el
crecimiento de la inversión.
Eliminar distorsiones, los costos extra
laborales, con una mirada pro empleo, pro trabajo es el objetivo fundamental.
Las reformas que busca Macri son
esencialmente pro inversión. En los próximos dos años tendrían que disparar y
acelerar un conjunto de inversiones. La hoja del balance de los proyectos de
inversión comenzará a dispararse.
El gobierno resigna recursos en
materia de impuesto a las ganancias, rediscute el marco federal entre la
Provincia y la Nación, se repara injusticias por discriminación, y la idea de
que la Nación compense el desbalance que pueda existir en algunas provincias es
un muy buen paso para volver a tener un federalismo fiscal.
Este es un momento de gran oportunidad
para invertir en Argentina.
Hay una realidad muy clara hoy en día.
Esta justicia no garantiza la seguridad jurídica que la sociedad y las
inversiones exigen, más allá de ésta primavera judicial.
La justicia cuando es lenta, no es
justicia.
Tendrán desde su independencia que hacerse un profundo replanteo y ponerse a la altura de las circunstancias históricas.
La sociedad exige hoy en día abrirse al mundo, con las reglas de juego internas claras, como pidió Merkel y la evasión de divisas tendrá que ser severamente penalizada, antes de pretender que lleguen divisas del exterior.
Tendrán desde su independencia que hacerse un profundo replanteo y ponerse a la altura de las circunstancias históricas.
La sociedad exige hoy en día abrirse al mundo, con las reglas de juego internas claras, como pidió Merkel y la evasión de divisas tendrá que ser severamente penalizada, antes de pretender que lleguen divisas del exterior.